Análisis | Henri Falcón intenta dividir respaldo internacional a la oposición
Un partido pequeño como Avanzada Progresista consiguió nada menos que 200.000 dólares para contratar a la empresa de lobby Dickens & Madson Canada, Inc., dirigida por Ari Ben-Menashe, con el fin de promover en Estados Unidos y Rusia la implantación de un plan de Petróleo por Alimentos para paliar la emergencia humanitaria compleja que vive Venezuela.
Inicialmente, el objetivo del contrato, según una publicación de Bloomberg, era «impulsar la elección presidencial de Henri Falcón como presidente de Venezuela», de acuerdo con el registro del convenio en el Departamento de Justicia de Estados Unidos.
Días después, el objetivo del acuerdo fue modificado para dijera «impulsar una solución pacífica a la crisis económica, humanitaria y política de Venezuela».
En su cuenta de Twitter, Falcón no hizo referencia directa a la tesis de su ex asesor económico, Francisco Rodríguez, quien ha venido haciendo campaña por un programa de Petróleo por Alimentos, similar al aplicado en Irak en 1995, que dejó una extensa polémica por denuncias de corrupción y malversación de recursos, sin que se contribuyera efectivamente a superar la crisis iraquí, ni evitara la intervención de Estados Unidos en el país persa.
Falcón ha proclamado que su postura es que Venezuela debe ir hacia un gobierno de transición. Su partido insiste en culpar al resto de la oposición, que se abstuvo en las presidenciales del 20 de mayo de 2018, por propiciar la permanencia de Nicolás Maduro en poder, ya que si se hubiese nucleado alrededor de la propuesta «centrista» del ex gobernador de Lara, seguramente otra habría sido la historia.
Lo concreto es que Falcón terminó cuestionando los comicios y se negó a reconocer sus resultados con una visita protocolar a Miraflores, como sí lo hizo el otro aspirante opositor, Javier Bertucci, quien también hizo críticas al proceso.
¿A qué juega Falcón? Su ex asesor económico Francisco Rodríguez, economista-jefe de Torino Economics, ha hecho una intensa campaña por el plan Petróleo por Alimentos, incluso con un artículo en The New York Times, que fue reproducido por otros medios, y con un debate público con el economista y representante de la administración Guaidó en el BID, Ricardo Hausmann, quien ha respondido algunos señalamientos, pero se ha negado al debate público al que ex asesor de Falcón lo ha retado.
Las encuestas a la vista muestran a Falcón como opción muy minoritaria en el espectro político opositor; de hecho, el ex gobernador es una de esas figuras con elevado rechazo en los dos polos, pues para los dos grupos no merece confianza. Su apuesta es ir por una franja cercana a 40% del electorado que se autodefine como no alineada.
El problema que tiene el dirigente máximo de Avanzada Progresista es que en las encuestas más serias tiene un nivel de rechazo claro superior a 60%. Ahora, hace una inversión para elevar su perfil en Rusia y Estados Unidos, dos actores internacionales claves en cualquier propuesta de solución a la crisis venezolana.
Es evidente que la historia de fondo es usar la propuesta de Petróleo por Alimentos como vía de promoción de un proyecto que persigue vincular al chavismo y a la oposición en una propuesta de gobierno común, presidido, claro está, por Falcón, quien contaría con los respaldos decisivos en el exterior para gobernar.
Curiosamente, en una idea similar está otro dirigente sumamente rechazado, el ex ministro de Petróleo, Rafael Ramírez, el único político sobre el que tanto la oposición mayoritaria en la Asamblea Nacional, como las instituciones judiciales adscritas al madurismo, han coincidido en acusar de corrupción, quien propone la conformación de una Junta Patriótica Cívico Militar de Gobierno, también como gobierno transicional antes de unas elecciones «limpias».
– El debate de las sanciones –
Desde que Estados Unidos anunció sanciones contra la industria petrolera venezolana, Henri Falcón ha mostrado su desacuerdo con esta línea de acción. Su posición es que hay que dialogar con el chavismo para alcanzar un clima de convivencia política y, a partir de ahí, buscar una solución electoral.
El ex gobernador ha mantenido una línea crítica con la decisión del presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, de asumir las competencias del Poder Ejecutivo.
La costosa movida de Falcón busca una confrontación directa con Guaidó, quien tiene el reconocimiento de 51 países, incluyendo a Estados Unidos y la Unión Europea, y le disputa el respaldo internacional. Está claro que la apuesta es cuesta arriba o casi imposible, pero es una señal preocupante para una comunidad internacional que exige una unidad opositora absoluta.
Con esta tarea contribuye la posición de Francisco Rodríguez sobre los efectos sociales de las sanciones, que nadie niega, pero la cuestión es si la manera de plantear el debate, como un tema de carácter prioritario, no contribuye a diluir la responsabilidad del gobierno de Nicolás Maduro en la generación de la crisis.
Al final, el chavismo que pone sus esperanzas electorales en una división de la oposición, que potencie la abstención y una fractura del voto, de cara a unas eventuales parlamentarias, puede ver en Falcón un aliado útil, y algunos dirán que no completamente inocente.
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