Datos: con hiperinflación y recesión mejora la confianza de los consumidores venezolanos
Luego de seis años de recesión y más de dos con hiperinflación, el indicador de confianza de los consumidores de Datos Group mejoró sostenidamente en 2019 e inicia enero de 2020 con un incremento superior a 10 puntos en comparación con el índice de «Espíritu Territorial Bruto» de los 12 meses anteriores.
Luis Maturén, gerente general de Datos, recurrió a la economía conductual para explicar la irracionalidad que determina las actitudes de los consumidores en Venezuela, en un entorno de grandes incertidumbres y donde la crisis persiste con crudeza.
Sin embargo, las percepciones sobre la situación del país y de las personas no han empeorado como cabría esperar, sino que han mejorado en comparación con otros períodos.
Ante la pregunta sobre cómo se percibe la situación del país, la encuesta nacional de Datos de enero 2020 reveló que 79% de los entrevistados cree que el país está mal o muy mal, un dato grave que, sin embargo, es una sensible mejoría -desde la perspectiva del gobierno de Nicolás Maduro, por ejemplo- en comparación con el 90% de mayo de 2016.
Cuando se pidió a los 2.100 encuestados que compararan su situación con la del año anterior, 75% señaló que era peor o igual de mala. En 2016, esta respuesta fue prácticamente consensual, con un 98% de los entrevistados.
¿Y cómo ven los venezolanos el futuro? Cuando Datos Group preguntó sobre cómo los encuestados creen que serán sus situaciones personales en los próximos seis meses, 56% respondió que igual de mala o peor, un dato optimista si se compara con el 82% que acaparó la misma respuesta en mayo de 2016.
Maturén explicó que el gobierno de Nicolás Maduro, acosado por sanciones internacionales y por la crisis económica que se hizo patente en 2013, ha tomado una serie de medidas que lo han sostenido en el poder, han elevado sus niveles de control social y han permitido reducir la conflictividad social.
«La apertura de la economía ha sido la clave. Nada es improvisado, se han tomado las decisiones necesarias para lograr mantener el poder, que es el gran objetivo», indicó.
Maturén volvió a la encuesta para mostrar las tendencias de consumo. A la pregunta sobre si es un buen momento para equipar el hogar, en enero pasado 9% dijo que sí lo era, mientras que, en mayo de 2016, la misma respuesta fue dada por solo 3% de la muestra.
¿Es buen momento para comprar un vehículo? 10% dijo que si en enero de 2020, mientras que solo 2% dijo lo mismo en mayo de 2016.
A pesar que la crisis que padecen los venezolanos es la más grave de la historia, el indicador del «Espíritu Territorial Bruto» de Datos no se encuentra en los niveles de deterioro que cabría esperar; todo lo contrario.
«Comenzamos a seguir anualmente este indicador en 1982, período que consideramos como la base 100. En 1983 cayó a 64% por el viernes negro. En 1996 bajó a 36 puntos por la Agenda Venezuela, que trajo levantamientos de los controles de cambio y precios, junto con un aumento de la gasolina. En 2016, llegamos al momento más bajo con un índice de 34 puntos. En mayo de 2016 se redujo a 30 puntos. Venía en picada, contra el piso, y la expectativa era que continuaría bajando. La cuestión asombrosa es que se recuperó, una cosa que era impredecible. En enero 2020 es 57, en un período cuando se registra normalmente la cifra más baja de cada año, porque hacia el final del período suele haber más confianza. Están ocurriendo cosas que no tienen sentido», sostiene Maturén.
– La dolarización da estatus –
Según la encuesta Datos, 27% de los venezolanos recibe divisas, y ese hecho marca una clara división social. Otro factor relevante es la recepción de las cajas CLAP, que alcanza a 57% de la población de acuerdo con la encuesta nacional de Datos.
Estos elementos parecen ser determinantes para entender cierto y muy relativo «optimismo», ya que no se puede hablar de un cambio real de tendencia, ya que las percepciones y expectativas de la gente siguen siendo mayoritariamente negativas, solo que en menor medida frente a períodos anteriores.
Maturén refleja que quienes reciben dólares, bien sea por algún trabajo o remesas, tienen una peor percepción sobre la situación que quienes reciben CLAP, aunque tienen una mayor capacidad de consumo. «Esa es la motivación para buscar un trabajo adicional, porque las divisas me permiten cambiar mi forma de vida. Tener divisas crea un estatus, las personas muestran sus billetes de dólar con orgullo, parece un comercial, miran alrededor con satisfacción cuando pagan».
En concreto, a la pregunta sobre la situación actual del país, quienes habían recibido CLAP en el último mes respondieron que va mal o muy mal en un 74%, mientras que quienes no habían tenido acceso al programa lo hicieron en 86%.
Sobre la situación personal en comparación con la de hace un año, los que reciben CLAP respondieron que estaba igual de mal o peor en un 73%. Los que no obtuvieron las cajas dieron la misma respuesta en 79% de los casos.
En cuanto a cómo será su situación personal en seis meses, lo que reciben CLAP creen que será igual o peor en un 52%, lo que no acceden al programa creen lo mismo en un 62%.
Entre los que reciben divisas, hay una mayor recuperación de la confianza como consumidores; de hecho, 17% de este grupo cree que es un buen momento para comprar un vehículo.
Sin embargo, la dolarización no parece dar los mismos réditos políticos al gobierno que su estratégico programa de suministro de alimentos, ya que, según el sondeo de Datos Group, 80% de quienes obtienen dólares desconfía de Nicolás Maduro y no lo respalda.
«El que recibe una caja CLAP es una persona pro gobierno y sus respuestas tienden a ser más favorables, mientras que quienes reciben divisas se ubican en un plano más crítico, más opositor, porque es una persona que trabaja para sobrevivir, mientras que el primero está más dispuesto a depender del Estado«, parte las aguas Maturén.
– La escasez y la inflación: ¿Qué es peor para el gobierno? –
La apertura de mercados para conseguir un mayor nivel de abastecimiento interno, en un modelo abiertamente importador de bienes de consumo es una decisión políticamente correcta para el gobierno, porque, en opinión del gerente general de Datos Group, Luis Maturén, la escasez es directamente imputada al ejecutivo nacional, mientras que la responsabilidad por el alto costo de la vida puede ser derivada con cierto éxito hacia el sector privado.
La encuesta de Datos muestra que para 47% de la población el principal problema es el alto costo de la vida, un número que no se veía desde 1998; sin embargo, Maturén acota que este resultado es insólitamente bajo si se compara con el 90% de 1996, cuando la inflación fue de 106%.
«En ese momento, la gente pensaba que no se podía estar peor y ahora los precios son el primer problema para una proporción de la población mucho menor, a pesar que la inflación fue superior a 8.000%», cuestiona el ejecutivo.
La escasez es el principal problema solo para 5% de los encuestados en enero de 2020, mientras que lo fue para el 43% de los encuestados en 2016, un período especialmente crítico para la población.
«Somos irracionales. Las personas toman decisiones con base en sus emociones. Las emociones que privan actualmente en el país son la tristeza para 52% de los entrevistados, la rabia para el 20%, la decepción para el 17%, la frustración para el 9% y, allá en el fondo, la esperanza para 6% de la población«, concluye Luis Maturén.
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