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26/01/2018 09:22 AM
| Por Enrique González *

El petro: su confianza y precio a pesar del subyacente

El petro: su confianza y precio a pesar del subyacente

Confieso que no había querido escribir sobre el petro porque sabía que sobrarían decenas de personas escribiendo y hablando al respecto y porque esperaba, que más allá de aquellos que forman parte de la mercadotecnia oficial y de los interesados en participar en el sistema en búsqueda de alguna renta, lo harían algunos economistas con análisis y precisiones de rigor.

Sin embargo, una vez que el Superintendente de Criptoactivos y Actividades Conexas asegurara la mañana del martes 23-01-2018 en Venezolana de Televisión (VTV) que se produciría una primera preventa -exclusivamente en dólares- y de asignación directa por parte del Gobierno del criptoactivo petro preminado con respaldo en un porcentaje del Bloque certificado Ayacucho I de la Faja Petrolera de 5.000 millones de barriles petroleros, y que el porcentaje restante serviría de respaldo al valor de los primeros criptoactivos preminados o pudiera ser utilizado para realizar una nueva emisión de criptoactivos, debe realizarse una precisión.

Nuestra precisión redundará en una arista económica muy elemental y simple a diferencia de sesudos análisis jurídicos y tecnológicos sobre tildes, definiciones y formas, pero que como veremos, parece tener alguna importancia de fondo más allá del andamiaje legal y tecnológico en el que pudiera basarse el criptoactivo en cuestión, teniendo que ser considerado en el White Paper.

El Gobierno venezolano, a pesar de haberse visto beneficiado durante lo que va del siglo XXI por precios promedios del petróleo alrededor de 54,81 $/b, niveles sustantivamente superiores a los $8 por barril al cierre del siglo pasado (1998), incrementó la deuda externa total venezolana a niveles entre 180-190 mil millones de dólares. Sólo durante el periodo 2007-2011 la deuda financiera o deuda de bonos aumentó alrededor de 120% cuando los precios del petróleo ascendían alrededor de un 56% durante el mismo periodo. A partir del año 2012 hasta el año 2017 el precio promedio del barril petrolero venezolano pasó de niveles de 103,5 $/b a 44,5 $/b, caída del 57%; mientras que durante el mismo periodo de tiempo (2012-2017) las importaciones pasaron de $65.360 millones a unos $14.000 millones, lo que representa una caída del 78,58%.

Si bien los mercados internacionales se encontraban prácticamente cerrados para Venezuela por el costo y riesgo asociado a eventuales nuevas emisiones de deuda, el desconocimiento oficial a la Asamblea Nacional y a su competencia contralora de la política presupuestaria y de deuda sumada a sanciones internacionales asociadas, complicaron la política de hipotecar el país vía deuda externa, que si bien ya era alarmante en épocas de boom petrolero, le era apremiante al oficialismo en épocas de “vacas flacas” (aún con precios del barril petrolero alrededor de 50 $/b. Nivel nada despreciable en comparación al precio antes de asumir el poder la revolución). Adicionalmente, la producción petrolera ha venido colapsando a lo largo del periodo de tiempo de la revolución en el poder. Sólo en los últimos dos meses la caída de la producción petrolera se ubica en más de 200.000 b/d, lo que dificultadcumplir con los compromisos de deuda soberana y alejarnos de una situación de defualt.

En medio de este entorno económico crítico, el Gobierno ha optado por una política populista paternalista basada en gasto corriente, numerosas transferencias y financiamiento del déficit vía emisión de bolívares inorgánicos, a pesar de sus efectos perniciosos inflacionarios y sobre el precio del dólar paralelo.

Retomando la aseveración realizada por el Superintendente de Criptoactivos y Actividades Conexas, queda clara, más allá de las propias declaraciones públicas de otros representantes del Ejecutivo Nacional que lo confirman: la intención del criptoactivo petro es constituir una fuente de ingreso en dólares contra la “promesa” de un subyacente.

En este sentido, entre otros, por ejemplo de carácter legal, existen cuando menos tres riesgos al que se expone el eventual demandante o receptor del criptoactivo que atentan contra la confianza y el precio del petro:

1.- El “riesgo crediticio” o dificultad asociada a la exigibilidad del subyacente circunscrito a la extracción de petróleo del Bloque específico de la Faja Petrolífera o su equivalente -en dólares por ejemplo-, especialmente tratándose de un Estado que ya ha caído en default sobre parte de su deuda externa.

2.- El problema más grave, que se desprende de lo aseverado por el Superintendente, radica en la falta de compromiso creíble por parte del Estado para mantener el valor del criptoactivo según su subyacente de inicio. Esto es lo que se conoce como falta de compromiso intertemporal por parte del emisor -relacionada con la conjetura de Coase-, equivalente al problema de credibilidad que podría sufrir un franquiciante que irrespeta la exclusividad de territorio o del mercado mínimo garantizado una vez ya ha cobrado el royalty.

Una vez que el Superintendente ha asegurado que se estaría realizando una emisión basada total o parcialmente sobre el yacimiento en cuestión, dejando a la discreción del emisor nuevas emisiones basadas en el mismo subyacente, una vez realizada la primera emisión, existirá incentivos por parte de un Estado ansioso por divisas para realizar sucesivas emisiones sobrecomprometiendo el subyacente y el valor del criptoactivo anteriormente emitido. En un extremo, intertemporalmente, de ser cierto lo dicho por el Superintendente, existirán incentivos muy fuertes como para que el Estado actúe exactamente igual como lo ha hecho emitiendo bolívares inorgánicos, así esto destruya el valor del signo monetario doméstico y alimente la inflación.

3.- El problema de aceptabilidad del criptoactivo como medio de pago sin que exista mayor confianza ni infraestructura para su uso. No bastaría siquiera la característica de escasez del instrumento, porque resulta teóricamente posible que se produzca un equilibrio en el cual no exista aceptabilidad masiva, ni incentivo individual alguno para desviarse de esta estrategia, porque para que exista valor como medio de pago se requiere una especie de economías de red o efecto directo de red basado en la aceptabilidad “universal” como ocurre con el dólar como divisa internacional.

Así las cosas, salvo que, primero, existan problemas cognitivos por parte de los potenciales demandantes, segundo, que parte de la mercadotecnia oficialista procure crear unos demandantes entusiastas (probablemente incentivados por descuentos fuera de mercado a la hora de la emisión y asignación) o tercero, que sean utilizadas para el lavado de dólares, con lo declarado por el Superintendente –ceteris paribus y a falta del White Paper– los demandantes podrían anticipar el problema de falta de compromiso creíble de emisión finita, conocida por todos e inviolable por parte del emisor; asignándole valor nulo.

* Economista UCV. Master in Competition and Market Regulation, BarcelonaGSE, Universidad Pompeu Fabra, Universidad Autónoma de Barcelona. Master en Economía Industrial, Universidad Carlos III de Madrid. Master en Economía y Derecho del Consumo, UCLM. Postgraduate Diploma in Economics for Competition Law, Kings College London, University of London. 

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