Estas son las medidas indispensables para evitar un colapso económico en Venezuela
El país con las mayores reservas petroleras probadas del mundo es hoy en día al mismo tiempo el que atraviesa la peor crisis económica: Venezuela.
De acuerdo con un reporte del sitio Quartz (qz.com) sobre el caso venezolano, las consecuencias de la situación actual se observan en hechos como la parada en la producción de Coca Cola debido a la falta de azúcar o la interrupción de vuelos internacionales de líneas a las que se sumó recientemente Aeroméxico, a causa de los efectos del control cambiario.
«Los venezolanos están saqueando supermercados para alimentarse», destaca el portal.
Según un estudio llevado a cabo, a finales del año pasado, por algunas de las principales universidades autónomas, hasta el 73% de la población vive por debajo de la línea de pobreza y cuyo porcentaje muy probablemente a la fecha sea mayor. Mientras tanto, la inflación va en camino a superar 700% al cierre del año en tanto que la economía puede experimentar una contracción de 8%, según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional.
Desde el punto de vista de la teoría económica, la solución luce muy clara, según coinciden muchos economistas dentro y fuera del país. Hay que volver a una economía de mercado, eliminar los controles de cambios y precios, reducir los subsidios y conseguir ayuda internacional.
Sin embargo, indica el reporte, esto significaría revertir 17 años de políticas públicas, mientras que asumir el costo del rescate económico significaría elevar, en un inicio, significativamente el costo de la vida, haciendo aún más difíciles las condiciones que afrontan los venezolanos.
A continuación se presentan cuatro medidas fundamentales que habría que asumir en Venezuela para evitar un colapso mayor de la economía:
Abolición de los controles de precios
La raíz de las distorsiones en Venezuela se ubica en sus reservas petroleras de más de 300.000 millones de barriles de crudo, equivalentes al 18% del reservorio global. Cuando el petróleo sube, hay un exceso de gasto gubernamental; mientras que la economía cae en picada cuando el oro negro baja.
El caso es comparable al de un comprador compulsivo que recibe una tarjeta de crédito y sale a usarla hasta su límite en un centro comercial. Al final, no obtendrá buenos resultados.
El ciclo actual es familiar para los venezolanos, y su antecedente más reciente se puede ubicar en la crisis de los 80, cuando los precios petroleros cayeron con fuerza. Sin embargo, el país tenía una dependencia relativamente menor ya que las exportaciones petroleras representaban 80% de los ingresos de la nación, frente a 95% en la actualidad.
Con el paso del tiempo, el control de precios contuvo la espiral inflacionaria pero resultó devastador para el aparato productivo. Muchas industrias cerraron sus puertas ante la imposibilidad de obtener ganancias, lo que explica en parte la grave escasez de hoy en día.
Aún así, las consecuencias no se notaron de inmediato ya que con un barril petrolero en más de 100 dólares se podía suplir lo necesario mediante importaciones, pero ese ya no es el caso.
Ante un fuerte cronograma de pagos de deuda externa y un precio alrededor de 40 dólares por barril, el gobierno decidió recortar drásticamente las importaciones.
La escalada del mercado negro, el contrabando, la escasez generalizada y los saqueos son algunas de las consecuencias directas.
Por todo lo anterior, los economistas de distintas tendencias coincidieron a principios del año pasado en la necesidad de levantar los controles de precios y cuya solicitud se mantiene vigente a la fecha.
Recientes subidas de más de 1000% en precios de productos básicos pueden anticipar lo que ocurriría en este caso.
Liberar el control cambiario
Si bien el subsidio al dólar y la apreciación artificial del bolívar impulsaron la base de apoyo popular del gobierno, hicieron crecientemente difícil el sostener empresas competitivas frente a las importaciones.
Del mismo modo, las dificultades para repatriar capital por parte de las transnacionales fueron dificultando las operaciones en el país.
De este modo, los analistas coinciden en que el levantamiento de un control de casi quince años de duración es otra de las medidas indispensables.
La consecuencia directa sería una caída inmediata en el valor del bolívar y una disparada de los precios de todos los bienes importados.
Es por ello que se recomienda un levantamiento gradual de este control, para lo cual sería necesario contar con un monto óptimo de reservas internacionales que pueda responder a la demanda del mercado.
Se combinaría lo anterior con un programa de ayudas directas a las familias de menores recursos.
Disminuir los subsidios
De acuerdo con cálculos privados, hoy en día Venezuela gasta más en subsidiar servicios públicos como la electricidad o mantener bajos precios de la gasolina que en salud y educación.
Sin embargo, eliminar los subsidios de un día para otro significaría terminar con todo un sistema de aprovechamiento creado a su alrededor.
Implicaría además revertir una serie de estatizaciones y expropiaciones llevadas a cabo por el Ejecutivo para aliviar la carga del Estado y regresar las empresas a sus propietarios originales.
Esto puede traer altibajos económicos adicionales: Por un lado, los precios ajustados tras los dos pasos anteriores harían más fácil retomar el camino de la productividad para las empresas, pero la reducción de subsidios implicaría un impacto social considerable.
La actual administración ha tomado algunos pequeños pasos para ajustar la economía, al subir los precios de la gasolina y simplicar el sistema cambiario a dos tasas desde un esquema previo basado en tres tipos de cambio.
Sin embargo, todavía hará falta más que esto para enderezar el barco.
Pedir ayuda
Algunos especialistas abogan por solicitar un programa de ayuda de entidades como el Fondo Monetario Internacional, lo que permitiría contar no solo con recursos sino también con asesoría técnica.
Esta alternativa suena cada vez más debido a los altos costos que debe cancelar el país para acceder a los mercados internacionales.
Sin embargo, recurrir al FMI puede parecer políticamente inviable en Venezuela considerando los antecedentes, en particular el estallido social del 27 de febrero de 1989.
Recientemente el economista Francisco Rodríguez dijo que el país se encuentra en la sala de emergencias, pero aún no enfrenta una crisis terminal.
Por lo pronto, se sigue recurriendo al petróleo y a la devaluación como instrumento para financiar los déficits.
Según Reggie Thompson, analista de la firma de inteligencia global Stratfor, el problema es tanto de naturaleza política como económica.
Por ello, se requeriría un plan cuidadosamente orquestado y correctivos de largo plazo.
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