Armando el rompecabezas de 2017
Aún bajo un considerable nivel de incertidumbre, el año que comienza nos augura algunas condiciones objetivas que pueden servir de referencia para la planificación estratégica de las empresas y entes financieros. Como era de esperarse, el recién decretado aumento de salario mínimo confirma una de las tendencias que observaremos los próximos meses y que habíamos anticipado en nuestros informes anteriores.
El nivel de ingresos en divisas seguirá atado directamente al comportamiento de la cesta de crudo venezolano, que mantiene un nivel promedio de 45,19 dólares por barril en las primeras semanas de 2017.
De mantenerse en la franja entre 42 y 45 dólares, rango que consideramos presentará al cierre de este año de acuerdo con nuestras proyecciones, el Estado contará con alrededor de 6.000 millones de dólares adicionales en sus ingresos, lo que permitirá alejar el fantasma del default (Pdvsa y la Republica enfrentan una deuda este año de US$ 9.752 millones) y veamos una leve recuperación de la oferta de bienes y servicios tanto por la vía de las importaciones de productos finales como de insumos para la producción local.
Este dato es de suma utilidad para la empresa local, que puede anticiparse a condiciones que permitan un incremento en la capacidad de producción, fundamentalmente impulsada por cierta holgura en la disponibilidad de insumos en comparación con las condiciones que se vivieron en 2016. Sin embargo, para capitalizar esta oportunidad existen otros aspectos estratégicos a tener en cuenta.
En el ámbito cambiario, es de esperar que se registre una devaluación oficial en el tipo de cambio Dipro, sin descartar una tendencia similar en el Simadi/Dicom que debe superar el nivel de los 1.000 Bs/$ en los próximos meses, como medida compensatoria al incremento en el gasto público típico de un año electoral que comienza su expansión con el recién anunciado incremento salarial de 50% en el sueldo mínimo y ajustes adicionales en los tabuladores de la administración pública. También se mantendrá el financiamiento monetario del déficit fiscal, permaneciendo el fenómeno inflacionario.
Precisamente, no observamos una recuperación de la demanda pese a los reiterados y cada vez más frecuentes aumentos salariales, anulados por la persistencia de una elevada inflación, a pesar de que la aceleración de los precios tendería a atenuarse en 2017, con dependencia directa del rumbo que sigan las políticas cambiarias.
Esto dará un peso fundamental a la competitividad en cuanto a volumen y precios, considerando que los productos y empresas con bajo margen de participación en el mercado tienden a mermar su presencia en condiciones como las actuales. Si la demanda no valida el aumento nominal de las ventas, las empresas con menor poder de mercado se verán obligadas a reducir su tamaño y demanda de empleos para compensar los mayores costos de la mano de obra.
Ante próximos aumentos obligatorios de salarios se debe prevenir una mayor descapitalización de las empresas y buscar el ajuste permanente a las realidades del mercado ante la existencia de un nivel de incentivos muy delimitado por el entorno regulatorio. Como se sabe, un principio fundamental en la ciencia económica es la relación inversa entre productividad y variación de costos y en este caso ha ocurrido un incremento obligatorio de estos últimos que debe interpretarse inicialmente como una baja de la primera.
En estos días se está dando un acercamiento coyuntural entre el Ejecutivo Nacional y los sectores productivos, pero esta condición se ha observado en ocasiones anteriores al inicio del año sin que se concrete en una mejoría sustancial de las condiciones para el sector privado, por lo que se le debe hacer seguimiento antes de evaluar sus resultados finales en términos de condiciones para la inversión privada. Esperemos que los resultados sean distintos en esta oportunidad.
Adicionalmente sugerimos desarrollar una gestión estratégica de costos basada en valor que garantice remuneración del capital y reposición de insumo, sin dejar de ponderar el riesgo regulatorio ante prejuicios por mercados concentrados, ni descuidar el capital humano calificado, el cual ha pasado a ser uno de los factores sensibles en la economía venezolana de hoy día. Lo anterior aplica incluso para los sectores de bienes y servicios no transables, que han visto en la perdida de poder de compra de los hogares una amenaza y una fuente de prescindibilidad de sus productos y servicios.
Asimismo, las empresas de productos transables o potencialmente exportables deben ver en esta actividad más que un acompañamiento al Gobierno en sus políticas y anuncios de exportación, una fuente de diversificación de mercados y una fuente de ingresos en divisas para adquirir repuestos o insumos de estricto origen importado.
Asesorarse adecuadamente en estos temas resultará crucial para sortear la crisis económica.
César Aristimuño Director de Aristimuño Herrera & Asociados