¿Cuándo chocará el populismo de Maduro con la realidad económica?
Nicolás Maduro se juramentó como presidente para el periodo 2019-2025 y aunque dijo que convocará a asesores nacionales e internacionales que le aporten ideas para sacar de la crisis al país, su propuesta electoral establecida en el Plan de la Patria y que guiará su nuevo sexenio, aporta los elementos que permiten prever por dónde irá la dirección económica.
El texto, que seguramente se convertirá en ley en los próximos meses, plantea cuatro premisas fundamentales para la gestión presidencial en el mediano plazo (2018-2020): protección al pueblo (misiones y bonos), economía de mantenimiento (gasto en infraestructura), romper las amarras (dejar de depender de la renta petrolera) y seguimiento y gestión eficiente (profundizar el «control popular»).
Se propone una Agenda Concreta de Acción (ACA) que tiene como objetivo «estabilización e inflexión de los daños y heridas de la guerra económica».
Se trata de un plan que da continuidad al quehacer populista del gobierno de Maduro en sus cinco años de mandato y que ha producido los resultados que son ampliamente conocidos dentro de la economía venezolana. De hecho uno de los objetivos es «fortalecer la planificación centralizada», idea que recorre todo el planteamiento en cada una de las áreas económicas.
El reto que tiene por delante el presidente Maduro es de un tamaño nunca visto en la historia venezolana y las herramientas que empleará, visto desde el Plan de la Patria, son las mismas usadas hasta ahora, solo que promete intensificarlas.
Por ejemplo, en protección al pueblo, detalla que se busca mantener la «inversión social» que hasta ahora se ha expresado en los llamados bonos y misiones, cuyo dinero está alimentando la liquidez monetaria a niveles que agudizan la hiperinflación.
En tanto, con la «economía de mantenimiento» se busca «la creación y promoción de la cultura del mantenimiento, la recuperación de capacidades pérdidas o comprometidas y el máximo aprovechamiento del potencial que tienen nuestros bienes de capital y de infraestructura mediante el mantenimiento oportuno». Ya desde hace un tiempo está en marcha un plan de obras públicas, sin embargo, las de gran envergadura están a medio terminar, en especial aquellas cuya culminación dependía de empresas como Odebrecht, expulsada del país tras develarse la trama de sobornos.
En el objetivo de romper las amarras se espera «superar la dependencia y generar un nuevo modelo productivo», que ya no esté atado a la renta petrolera. En concreto la meta es que los ingresos por exportaciones no petroleras se ubiquen en unos $1.750 millones al cierre de 2020, cifra que representaría 9% de las ventas externas no tradicionales realizadas en 2007, año tope de este indicador en las últimas dos décadas.
Hemos expresado en otras ocasiones que la economía venezolana está urgida de que el gobierno adopte con pragmatismo soluciones que no requieren más que seguir lo dictado por la ciencia económica, de manera que se generen los equilibrios necesarios para un sano desempeño.
La supervivencia de la estrategia populista que hace cada vez más dependiente al grueso de la población de las asignaciones directas o paquetes de alimentos, tendrá un momento de choque con la realidad económica que obligue al gobierno a suavizar su dogmatismo y aplicar cambios que le permitan tomar aire a la espera de auxilio extranjero (vía Rusia y/o China) o implementar reformas que conduzcan a un viraje sin que ello suponga perder el poder.
Ante la Asamblea Nacional Constituyente, luego de tomar juramento, Maduro dijo que tendía la mano a los empresarios «para un nuevo comienzo», sin embargo reiteró las ideas expresadas en el Plan de la Patria, cuyos lineamientos están reñidos con muchos de los principios de la libre empresa.
Habrá que esperar si esa mano extendida se traducirá también en oídos atentos y acciones concretas que conduzca a mejoras sustanciales en el contexto económico para que realmente sea un reinicio en la relación o simplemente el resultado de un acto político.
Todos esperamos que Venezuela se adentre en una mayor generación de bienestar de la mano del gobierno y de la empresa privada, en la que esta última sea el motor de crecimiento de la producción, empleo y generación de bienes que permitan progresivamente ir logrando mayores ingresos de divisas que tengan como objetivo el reforzamiento de un modelo productivo cada vez menos dependiente del petróleo y más dependiente de la productividad, la tecnología y el conocimiento.
César Aritimuño Director de Aristimuño Herrera & Asociados