¿Llegó el momento de aumentar las tasas de interés?
En junio de este año se cumplirán 10 años desde que el gobierno de Hugo Chávez congeló las tasas de interés (con un máximo de 29% anual para las tarjetas de crédito), mientras que la inflación ha sido exponencial llegando a medirse en millones por cierto al término de 2018.
Esto es lo que hace que en Venezuela el crédito sea muy barato en bolívares, pero cada vez hay menos espacio para acceder al financiamiento bancario.
La banca está sometida a regulaciones que, en tiempos de hiperinflación, comprometen más aún su margen de maniobra y ponen en riesgo la operatividad del sector que se ha achicado al equivalente patrimonial de un banco medio en Colombia.
Hace poco más de cuatro meses el gobierno de Nicolás Maduro decidió utilizar a la banca para restringir liquidez -la que expande sin control ante la caída de los ingresos ordinarios- y evitar con ello que esos recursos se destinaran a la compra de divisas en el mercado paralelo y, en consecuencia estimulara la hiperinflación, en un momento en el que devaluaba el bolívar en 96,5% para llevar el precio del dólar oficial (Dicom) al mismo del mercado alterno, que se encontraba en BsS 60.
Cinco meses más tarde, al cierre del 25 de enero, el Banco Central de Venezuela fijaba el Dicom en BsS 2.084,39 (una variación de 3.374%), mientras que el dólar paralelo cotizaba en BsS 2.800 promedio, de acuerdo con distintas cuentas en redes sociales que reflejan varios precios.
Desde septiembre el gobierno probó con la imposición de un encaje de 100% sobre las reservas excedentarias, que modificaría en el camino y aumentó el coeficiente para el encaje ordinario (sobre montos mensuales) y el marginal (sobre montos semanales). La medida, que ahogó el crédito y puso bajo amenaza a algunas entidades del sistema bancario de salir de compensación, no logró el propósito de bajar la presión sobre el dólar paralelo.
Con una estrategia fracasada, las autoridades financieras flexibilizaron el cerco derogando el 22 de enero el encaje especial (reservas excedentarias) y cuando el sector comenzaba a tomar respiro, el BCV publicó este martes una resolución incrementando el encaje marginal de 60% a 100%, mientras que el ordinario pasa de 31% a 57% a partir del 11 de febrero.
A la banca se le hace cada vez más difícil prestar sobre las captaciones que obtiene del público, porque los recursos disponibles se hacen más escasos tras la congelación de los porcentajes exigidos por el BCV.
Dada las regulaciones en las tasas de interés y en las tarifas a cobrar por los servicios que ofrecen, la banca se volvió más selectiva a la hora de entregar créditos. Clientela que puede dar garantías y a la que se puede cobrar comisiones distintas a las controladas, es la llamada a ser beneficiaria. Pero la torta, más pequeña cada vez, debe ser repartida entre unos pocos.
Este 29 de enero, el BCV no solo subió los coeficientes de los encajes, sino que autorizó a la banca un aumento en las tarifas por servicios, lo que indica que trata de compensar de alguna manera a la banca la represión de recursos.
Tomando en cuenta que el país sigue sumido en un voraz ciclo hiperinflacionario que diluye el valor del dinero y que la mayor parte de los tarjetahabientes tienen límites bajos para financiarse, sería el momento propicio para aumentar las tasas de interés y aliviar la tensión en el sistema bancario que ha tenido que recurrir a los préstamos interdiarios (overnight) -con montos y tasas elevadas- como último recurso para mantenerse operativos.
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