Al vino, vino y al pan… castigo

Las panaderías gozaron de una luna de miel que les duró poco, las colas del pan volvieron y con ellas también llegó el escándalo, William Contreras y un «rasta” perteneciente a los CLAP que buscó robar cámaras y ganar protagonismo momentáneo.

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El señor Pedro sube la cuesta a pie para llegar a la panadería más cercana a casa. Esta es una actividad que parece hacerse rutinaria, pues desde hace más de un mes inicia la caminata todas las tardes (03:00 pm) en busca de un par de canillas calientes. Pedro ha estrechado lazos de amistad con el panadero, el personal de la panadería y con los vecinos que frecuenta en la cola. Este trote es agotador para un hombre delgado de 70 años, sin embargo es lo que le asegura la cena. “Veo con asombro como todavía hay personas que se emocionan por lo que está pasando con las panaderías, porque bajaron los precios del pan y porque ‘supuestamente’ desaparecerán las colas. La gente aprendió a velar por sus intereses personales y desconoce el trabajo o esfuerzo del otro”.

Contreras, quien es jefe de la Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (SUNDDE), parece haber salido de casería. Su presa: las canillas.

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“Ninguna persona del sector privado podría estar importando la materia prima a dólar paralelo porque se estaría incurriendo en un ilícito. Nadie puede declarar un precio diferente a la divida oficial (…) La producción del pan debe ser de manera continua y sin condicionamiento de ningún tipo”, declaró la semana pasada en una entrevista para Venezolana de Televisión.

El gobierno, que solo habla de guerras, ahora se inventó la del pan indicando que han hecho lo posible por ofrecer el suministro necesario a las panaderías y asegurar el bienestar del pueblo. Entendiendo esto, las colas son un fenómeno inexplicable para la ciencia, sus causas han de encontrar cierta procedencia esotérica.

Eduardo Piñate, dirigente del PSUV afirmó en una entrevista para Globovisión que no se trata de escasez, sino de la mala manipulación y administración de la materia prima de los panaderos. Los que pertenecen al gremio no quieren hablar y mucho menos quieren ser agarrados con las manos en la masa por el Plan 700, que propone visitar todas las panaderías del Distrito Capital para hacer cumplir “ciertos protocolos”.

“Aquí no han llegado esos sacos de harina de los que hablan”, es todo lo que dice uno de los empleados de una panadería del este de Caracas que le había dado la vuelta a la situación vendiendo pan canilla “integral”.

Las opiniones siguen siendo encontradas, existen los que apoyan las intervenciones y los que las rechazan, porque comenzaron a ver más allá del discurso. El desenlace todavía parece incierto, lejano. Habrá que esperar para ver cuál será el desenlace de “La Guerra del Pan” que solo suma un capítulo más a los juegos del hambre.

Todavía hay quienes esperan de brazos cruzados que el presidente multiplique los panes (o penes) para poder comer, mientras un nuevo sector es fuertemente golpeado.