Amigos y socios: Cómo mantener la empresa sin romper la amistad
Que no es buena idea mezclar negocios y amistad es vox populi: no pocos amigos del alma han terminado sentados frente a frente en los tribunales tras embarcarse en un negocio juntos (Mark Zuckerberg y Eduardo Saverin, como muestra la película La red social). Sin embargo, la realidad es que las buenas ideas y la complicidad no surgen con completos desconocidos sino con personas cercanas a nosotros, por lo que no es extraño que a la hora de emprender decidamos hacerlo con un buen amigo en el que confiamos. Para evitar que el todo lo bueno que los une se convierta en una bomba de tiempo al entrar en juego los negocios no debes perder de vista estas ocho claves.
1. Ser realistas y dejar claro desde el principio cómo se resolverán las futuras controversias. No es recomendable embarcarse en un negocio con un amigo pensando que nunca van a discutir y todo va a ir sobre ruedas. Habrá problemas, muchos problemas, y es mejor que desde el minuto uno decidan cómo los afrontarán: si contarán con un árbitro, si las decisiones sólo se tomarán por unanimidad o de qué forma se disolverá la sociedad de ser necesario.
2. Establecer límites. Es importante que desde los inicios quede claro qué límites se pueden traspasar y cuáles no en lo concerniente a la amistad. Lo ideal sería que ese límite fuese la misma puerta de la oficina: traten de que una discusión de negocios no se extrapole a la relación personal tras la hora de cierre.
3. Ser brutalmente honestos el uno con el otro. La única forma de mantener sana tanto la amistad como la empresa común es no dejar espacio para medias verdades: dejen a un lado las frases halagadoras y las omisiones para no dañar al otro y sean sinceros; es la mejor forma de lealtad.
4. No confiar demasiado en la autorregulación en el día a día. El hecho de que tu socio sea tu amigo puede llevar a que, en base a esa confianza, se tomen decisiones rutinarias o se repartan tareas sin consultar al otro en todo momento, sin atender a reglas fijas. Sin embargo, es importante establecer claramente áreas de responsabilidad y pautas de trabajo para evitar futuros conflictos.
5. Ante todo, respeto. Que tu socio sea amigo tuyo no implica que puedas dirigirte a él como lo harías en una acalorada discusión sobre fútbol. En sus comunicaciones debe primar el respeto y la profesionalidad, especialmente en momentos difíciles.
6. Seguir compartiendo el tiempo libre y haciendo las cosas que les encantaban cuando la empresa aún no existía. Salir a tomar una copa con más amigos, planear un viaje, hacer deporte juntos… ¿La única regla? Ni nombrar el negocio.
7. Que las conversaciones profesionales no se conviertan en afrentas personales. El arte de no mezclar amistad y negocios es tan importante en uno como en otro sentido: ni pueden utilizar el tiempo juntos para hablar solamente del trabajo ni deben dejar que las discusiones profesionales se empañen de tintes personales, involucrando los sentimientos.
8. Revisar regularmente el plan y visión de cada socio. Indudablemente cuando decidieron emprender juntos compartían ilusiones y expectativas de futuro. Sin embargo, con el tiempo la visión de cada uno puede variar, por lo que fijar una reunión anual para revisar el rumbo quieren llevar evitará malentendidos y volverá a ponerlos a ambos en la misma onda.
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