Análisis | Cierran franquicias, abren bodegones: ¿por qué el país pierde?
Los índices económicos generales y agregados de la actividad económica, por excelencia el desempeño del PIB ha mostrado, incuestionablemente, un proceso de destrucción económica en Venezuela sin precedente.
Como todo promedio, algunos de sus componentes pueden ir peor que el promedio y otros mejor que este. Lo anterior podría significar que en un escenario de contracción económica dramática, como la nuestra, ciertos sectores económicos por su dinámica y aceptabilidad por los demandantes, presenten desempeños mejores que el promedio materializado en la variación de PIB nacional.
Un ejemplo lo constituye el caso del sector telecomunicaciones, que aún haciéndolo mejor que el promedio, cae, con menor fuerza, pero aun así se ha constreñido en los últimos años, según los últimos años publicados por el Banco Central de Venezuela, hasta el 2018.
En este mismo orden de ideas, algunos actores o nichos de mercados pueden presentar incrementos de su actividad económica -o más precisamente representar una “irrupción”, y/o cierta “proliferación”-, especialmente si resulta producto de cierta flexibilización de los controles que permiten la introducción de productos importados para cierto segmento de mercado con cierto poder de compra. El caso anterior encuentra en los “bodegones” evidencia que ha dado mucho que hablar recientemente
En contraste, el viernes 26 de marzo de 2021 varios portales reseñaron la “salida” de la franquicia Wendy’s de Venezuela, producto de que la gerencia internacional, con sede en Ohio, no renovó el permiso de la operación a los franquiciados locales.
Asimismo, la información publicada por El Interés asoma que “en el sector no se descarta que pronto otra marca internacional, especializada en sándwiches, anuncie su retirada”.
Por su parte el portal Web del medio El Universal informó el mismo viernes 26 de marzo de 2021 que Alejandro Vivas, presidente de la Cámara Venezolana de Franquicias, precisó que en Venezuela el sector se encuentra en estado de ralentización por causa de la crisis económica que enfrenta el país y las consecuencias de la pandemia.
Las franquicias han sido utilizadas desde hace mucho tiempo para justamente asomar comparaciones entre países -análisis cross-country-.
Más precisamente, a través de la comparación de sus precios expresados en dólares por país se pretende mostrar cómo un mismo modelo de negocio, con un mismo know-how y con productos generalmente estandarizados y de éxito comercial, se ve impactado por el entorno económico e institucional de cada país, dependiendo del poder de compra de la demanda, de la moneda doméstica, nivel de actividad económica y profundidad del consumo, eficiencia de las operaciones domésticas, nivel de competencia, eventuales controles y regulaciones que pudieran afectar las actividades y estrategias comerciales así como el tipo de cambio, etc.
El índice Big Mac ideado y publicado por el medio especializado en economía The Economist pretende hacer este ejercicio comparativo de precios expresados en dólares a lo largo de los países donde se encuentra presente dicha franquicia para visualizar la diferencia de poder adquisitivo entre países. La finalidad del índice es comparar, mediante el valor referencial de venta de la hamburguesa Big Mac perteneciente a la cadena de comida rápida McDonald’s, el costo de vida de los países donde se vende la hamburguesa, junto con establecer si las monedas locales están sobrevaloradas en relación al dólar.
Estirando la lógica anterior, un análisis sobre la proliferación o, por el contrario, la salida de empresas/franquicias basadas en modelos de negocio que por demás se encuentran enfocados en ofrecer productos y servicios dirigidos a estratos socioeconómicos medios y bajos, puede arrojar diagnósticos y conclusiones sobre la calidad del entorno económico doméstico e institucional, destacando el colapsado poder de compra de los nacionales, de la mayoría de los ciudadanos en su papel de demandantes.
Adicionalmente, las franquicias suelen crear e incorporar valor agregado a través de sus actividades, e incluso en muchos casos producto del desarrollo de proveedores domésticos con altos estándares de calidad para proteger la estandarización de sus productos, el valor de sus marcas, así como para optimizar sus operaciones, su logística y contar con proveedores cercanos, seguros y eficientes.
En este sentido, no solo por el hecho que muchas franquicias se desempeñan en el sector servicios, sino por su cadena de valor y debido al desarrollo doméstico de muchos de sus proveedores, este tipo de empresa crea empleos productivos.
Más allá, franquicias de origen doméstico han buscado su internacionalización, lo que también encuentra explicación en el entorno doméstico económico e institucional venezolano, ya que las empresas locales deben focalizarse en la búsqueda de nuevos mercados con mayor profundidad y retornos; diversificación de riesgos; enfrentar el agotamiento del mercado doméstico por pérdida de poder adquisitivo por parte de los venezolanos, etc.
En este sentido, Alejandro Vivas, según informó El Universal, habría asegurado que algunas franquicias venezolanas tienen hasta 100 tiendas en al menos 10 países.
Si bien una conclusión, que un lector pragmático plantearía, es que todo lo anterior representa una señal para los inversionistas respecto hacia donde deben priorizar sus inversiones; otro hecho cierto es que en la medida que los Bodegones no posean mayor efecto para mover los promedios nacionales -el PIB concretamente- y que la suerte promedio asomada por las franquicias tenga correlación positiva con el promedio general de la económica además de su peso propio sobre la actividad económica en general y su capacidad de generación de empleos, debemos como país revisar y cambiar las condicionales económicas e institucionales que explican la crisis generalizada.
Otra preocupación que puede estar evidenciando un análisis como el asomado anteriormente, es una dramática y creciente brecha económica y social en Venezuela, que se evidencia en la proliferación de productos y servicios masivos colapsando por desaparición de sus mercados y el poder de compra de sus demandantes, mientras que una oferta de productos de lujo encuentran demanda, reducida en número, pero profunda en poder de compra.
Recordemos que en general la economía y las actividades económicas no constituyen juegos suma cero, salvo que nos encontremos frente a un modelo basado en la expoliación y la corrupción, y no frente a uno basado en la creación de valor.
* El autor es economista egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV)
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