Análisis | El bolívar ha muerto y la inminente reconversión no lo resucitará. ¿Cómo crear una nueva moneda?
El bolívar no es recuperable. El daño que le ocasionó la política económica, especialmente entre 2007 y 2020 lo destruyó como moneda.
Las monedas como las conocemos hoy se sustentan en la confianza del público, por lo menos aquellas que son reservas, es decir las que el mundo decide aceptar y mantener como un activo, como son los casos del dólar de los Estados Unidos, el euro, la libra esterlina, entre otras.
En países inestables financieramente, la emisión de moneda local debe estar sustentada en reservas internacionales para que el público opte por mantener ese signo monetario. La receta más expedita para destruir una moneda consiste en que el banco central del país respectivo use su capacidad de emisión para financiar al fisco, hecho popularmente conocido como la emisión inorgánica de dinero.
Esa ha sido la experiencia de todos los países que han sufrido hiperinflaciones.
Algunos preguntarán por qué ese no es el caso de Estados Unidos y la Unión Europea donde los bancos centrales recientemente han financiado enormes déficits fiscales sin generar elevadas inflaciones. Porque existe demanda suficiente, tanto en Estados Unidos, Europa y en el mundo, por el dólar y el euro; y además debido al hecho que esas naciones jamás han incumplido con el pago de sus deudas y por ello el público confía en que el fisco honrará sus compromisos.
Cuando una moneda se deprecia o devalúa es porque el público no la quiera mantener como parte de sus activos y, en consecuencia, cada vez que esa moneda llega a sus manos procura deshacerse de ella para adquirir bienes u otra moneda como el dólar, al cual ve como un activo para proteger su patrimonio.
Técnicamente hablando, cae la demanda por dinero y por tanto se incrementa la velocidad de circulación y, en consecuencia, la misma pieza monetaria cambia rápidamente de mano en mano y en cada transacción vale menos. Eso es lo que ha venido sucediendo con el bolívar.
Agotado el crédito externo de Venezuela desde 2010, el gobierno comenzó a recurrir cada vez con mayor frecuencia ante un BCV dócil para que financiara su déficit, con lo cual se fueron creando las condiciones para la devaluación del bolívar y la aceleración de la inflación, la cual estuvo contenida por la política suicida de elevadas importaciones hasta 2012, lo que significó el agotamiento de las reservas internacionales.
Ya en 2008 y 2018 se hicieron dos reconversiones monetarias sin que estuviesen acompañadas de un plan económico más o menos bien diseñado. El resultado fue el esperado: siguió el déficit fiscal y su financiamiento con emisión monetaria y de la inflación elevada pasamos a la hiperinflación en noviembre de 2017.
Con ese historial, los venezolanos comenzaron a repudiar al bolívar. No quieren esa moneda, que ya ni para transacciones sirve, menos para ahorrar.
Ya es inminente la tercera reconversión monetaria con la cual le quitarían seis ceros al cono monetario, pero ello no hará que los venezolanos prefieran al bolívar.
La solución consiste en diseñar y aplicar un amplio programa de reformas económicas e institucionales con financiamiento externo, para evitar que el BCV enjugue el déficit fiscal; derrotar la hiperinflación y eliminar el bolívar, creando otra moneda nacional con una relación fija con el dólar al inicio mientras se recupera la economía, para luego avanzar a un sistema de flotación del tipo de cambio de la nueva moneda, ahora sobre fundamentos sólidos.
El autor es economista y político, cofundador del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), exdiputado en la Asamblea Nacional.
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