#Análisis | La cruda realidad petrolera venezolana: PDVSA vende con mayores descuentos
Irán, según se ha filtrado, ha tenido que aumentar sus descuentos al crudo ofrecido en China, su principal comprador, e igual comportamiento se atribuye a Venezuela, un caso más desventajoso porque el descuento debe ser más acentuado, debido a la mayor calidad del crudo ruso frente a la mezcla venezolana que se coloca en China vía Malasia, hasta el punto de alcanzar un nivel récord.
La producción petrolera de Venezuela, de acuerdo con fuentes secundarias, cayó en junio por segundo mes consecutivo al quedar en 706.000 barriles diarios (BD) , frente a 720.000 y 721.000 BD en mayo y abril, respectivamente. Sin embargo, la producción promedio en el segundo trimestre del año en curso fue de 715.600 barriles diarios, por encima del promedio del primer trimestre cuando se ubicó en 675.300 BD.
Más relevante aún fue la variación del primer semestre de 2022, al situarse en un valor promedio de 695.500 barriles diarios frente a 512.200 BD, observado en el mismo período correspondiente a 2021.
La tendencia de recuperación de la producción petrolera, desde que tocó su menor nivel de 336.000 barriles diarios (BD) en 2020, se ha sostenido con ligeros altibajos y ha podido mantenerse por encima de 600.000 BD desde octubre de 2021 y en vías de estabilizarse sobre 700.000 BD.
Esta situación se produce gracias al programa de intercambio de mezcla venezolana por diluente iraní y el fuerte incremento de los precios petroleros, a los cuales ha podido sacársele mayor provecho de no haberse permitido la caída de la extracción de crudos hasta niveles puntuales de 1941.
Este contexto ha dinamizado las exportaciones, porque se han resuelto los cuellos de botella en la cadena de producción en los pozos de la Faja del Orinoco, almacenaje final y embarque internacional.
Sin embargo, la persistencia de problemas como: la calidad del petróleo; deficiencias en los mejoradores para purgar al crudo de agua y otros componentes; atrasos en los atracaderos por labores de mantenimiento en Jose; paralización en las entregas ocasionada por incumplimientos en los pagos de los importadores; cortes de energía y hasta la reciente explosión de un gasoducto que afectó el servicio a las instalaciones de mezcla de crudo de PDVSA y al complejo terminal de Jose, constituyen obstáculos que impiden una ruta de mayor sostenibilidad hacia niveles de producción en torno a 800.000 barriles por día menos aún a los niveles ofrecidos por Nicolás Maduro de 2.000.000 de BD, para finales de diciembre de este año.
– Campos convencionales abandonados –
Hay que alertar, igualmente, que la mejora en la producción de crudo extrapesado ha sido a costa de una declinación en los campos convencionales, donde destaca la menor producción de los crudos ligeros y medianos que se venían utilizando también para la mezcla de exportación que se consigue con la combinación del extrapesado, lo cual ha acentuado la dependencia del condensado iraní.
Esta relación mutua con Irán tiene sus riesgos, ya que el mercado mundial se ha vuelto más competitivo por el desplazamiento que está haciendo la oferta rusa de otros crudos en China. Los descuentos cada vez mayores que estaría ofreciendo PDVSA obstaculizan el aprovechamiento del actual escenario de precios altos, haciendo, incluso, insostenible la operación de intercambio entre nuestra mezcla y el condensado persa, calificada, de por si, por algunos analistas como económicamente desventajosa.
No extraña, en tal sentido, que en esta guerra de precios que poco a poco va emergiendo por el tipo de competencia feroz planteada por Rusia, termine convenciendo al gobierno de Nicolás Maduro de dar un giro de 180º a su política petrolera y aprovechar las oportunidades que le ofrece el mercado estadounidense, mediante señales creíbles de apertura democrática.
Destacan, en tal sentido, rumores recientes informados por el portal especializado Petroguía sobre la evaluación que estaría haciendo la OFAC para modificar la licencia de Chevron en septiembre u octubre, lo que permitiría activar la producción de petróleo en Petropiar y Petroboscán.
Una novedad que puede ayudar a recuperar la cadena de procesamiento es la autorización de la OFAC que permite a PDVSA pagar con embarques de petróleo acreencias con Repsol y ENI. En junio, la petrolera española informó que recibió 3.000.000 de barriles, y la italiana 3.,6 millones, tales entregas han sido de crudo pesado.
Con estas salidas cuantiosas de barriles acopiados, se desocupan espacios para que llegue más crudo mezclado que sale de las unidades que procesan el crudo extrapesado de la Faja del Orinoco con el diluente iraní, por lo que podría esperarse que la producción petrolera pueda mostrar una ligera recuperación.
Por cierto, las señales de flexibilización que ha venido dando el gobierno estadounidense como la comentada apertura a PDVSA a que pague acreencias con envíos de barriles a ENI y Repsol, y las dadas por la presidencia de Maduro con la Ley de Zonas Económicas Especiales (ZEE), que busca atraer el capital extranjero en un ambiente de grandes facilidades económicas, como en su momento se pretendió con la Ley Antibloqueo, contrasta con las declaraciones de Diosdado Cabello, vicepresidente de PSUV, al señalar que las empresas extranjeras, y especialmente las petroleras, deben pagar por adelantado las compras del petróleo de PDVSA.
Flaco servicio le presta Diosdado al gobierno nacional en la campaña para atraer inversiones extranjeras, cuando trata con un vocabulario inapropiado, desconsiderado y hasta un tanto escatológico, a las empresas transnacionales del petróleo que pretenden cobrar las deudas que PDVSA les tiene pendientes, cuando afirma que “se vayan a comer una gandola de dulce”.
No es precisamente esta la mejor forma de incentivar, estimular, atraer y animar al capital petrolero internacional para que vengan a invertir en la industria petrolera, en momentos cuando esta pasa por el peor momento de su historia.
Mientras estas señales políticas contradictorias confunden a las empresas petroleras que quiere el gobierno atraer, modificando las condiciones jurídicas y fiscales, en Guyana se sigue descubriendo petróleo de medio a ligero y relativamente dulce, por lo que corporaciones como Exxon, HESS, Tullow Oil, TotalEnergies, Repsol y hasta chinas, como Cnooc, desembolsan inversiones gigantes con las cuales esperan producir casi 900.000 barriles diarios (BD) en 2025 y 1,2 millones de BD en 2027 desde cuatro plataformas de almacenamiento y descarga de bombeo flotantes en alta mar.
Los precios de equilibrio para explotar el crudo guyanés oscilan entre 35 dólares por barril para el tipo Brent en el campo Liza Fase 1, 25 dólares en Liza Fase 2, y 32 dólares para el Proyecto Payara.
Estos precios son muy competitivos en comparación con el valor de equilibrio de 40 dólares por barril recientemente estimado por Rystad Energy para nuevas inversiones en la Faja del Orinoco, sin incluir en ese cálculo la sensibilidad por la emisión de C02, mucho menor en el caso del crudo de Guyana, y la falta de unidades mejoradoras, devenidas en mezcladoras, para subir la calidad del crudo extrapesado venezolano y hacerlo apetecible para las refinerías.
Sigue el petróleo marcando la pauta de nuestros ingresos y exportaciones, nuestra economía aun no logra emanciparse de la renta petrolera, y sigue el gobierno atascado en medio de pocos barriles con precios altos. Sus mejores tiempos de explotación petrolera se fueron, y se fueron para siempre.
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