Análisis | La transformación de la estructura industrial en Venezuela
La estructura de una industria y/o sector depende de muchos elementos “exógenos” a las empresas, así como de elementos endógenos como podría ser en el este último caso las conductas y estrategias que las corporaciones que lo conforman despliegan a lo largo del tiempo. Existe una multilateralidad causal de los elementos exógenos sobre los endógenos y viceversa, e igualmente de la estructura sobre los anteriores y viceversa.
Producto de ambos determinantes, la estructura podría entenderse como un resultado del mercado, condicionado, por un lado por su caracterización idiosincrática -tamaño de la demanda, gustos y preferencias de los consumidores hacia los bienes o servicios, estado de la tecnología y su grado de disponibilidad en el corto plazo por parte de quienes participan en el mercado o potenciales entrantes, etc.- y por el otro lado por la forma cómo compiten las empresas y las estrategias que estas despliegan en el mercado.
Haciendo uso del concepto de equilibrio en economía y en la teoría de juegos, podríamos pensar, en un extremo, que un mercado llega a una situación “estable” o de equilibrio en su número de participantes, de competidores y en consecuencia muestra una estructura de mercado específica que no cambiaría en el corto plazo, en la medida que ningún actor dentro o fuera de esta industria o sector posea incentivo alguno para desplegar estrategia o decisión alguna de entrada, crecimiento, competencia agresiva contra competidores presentes en el mercado con la intensión de forzar su salida, que pueda tener incidencia en la configuración estructural del mercado.
Esa situación de estabilidad resulta efectivamente útil para realizar análisis de estática comparativa, pero deja de un lado, cuando menos, la posibilidad de situaciones disruptivas externas a dicha representación que pueden tener incidencia sobre su dinámica, como podría ser un cambio en el marco institucional -no esperado ni descontado por las empresas-, un cambio tecnológico producto de innovaciones en otro mercado que podría incorporarse en el sector cambiando su dinámica operativa y competitiva, o por ejemplo un cambio súbito en factores exógenos como podría ser cambios de la demanda -por ejemplo, un shock negativo sobre la demanda-.
Venezuela atraviesa una crisis económica sin precedente, que entre otras cosas ha implicado la caída ininterrumpida del PIB a lo largo de los últimos siete años, lo que ha significado para la mayoría de los sectores económicos, especialmente los tradicionales, una contracción de sus demandas de forma realmente dramática.
La teoría económica identifica como uno de los principales determinantes de la estructura de un mercado al nivel de la demanda, conjuntamente con la caracterización de los costos, y el nivel de diferenciación o por el contrario de homogenización de los productos orientados fundamentalmente por los gustos y preferencias de los consumidores, así como producto de estrategias por parte de las empresas (tanto competitivas como anticompetitivas).
La profundidad de la demanda permitiría intuir cuántas empresas, ideal y eficientemente podrían simultáneamente operar en un mercado, suponiéndolas simétricas no sólo respecto a la tecnología disponible sino en ausencia de ventaja alguna del tipo First Mover.
El ejercicio anterior determina cuantas empresas, producto de una repartición equivalente de la demanda, podrían operar a su escala mínima eficiente, y a partir de dicho número como una empresa entrante se tropieza con la dificultad de arrojar costos medios tan eficientes como las empresas instaladas, lo que le dificultaría su sostenimiento en el mercado -con información suficiente anticiparía dicho hecho y no entraría- si existiese competencia basada en precios y los productos fuesen medianamente homogéneos (la literatura económica asoma asimismo la posibilidad de que una empresa ineficiente pueda mantenerse en el mercado, como el caso particular denominado Starfishfish Effect por el economista Paul Seabright, pero con incidencia menor sobre la estructura del mercado.
Adicionalmente, la teoría económica -Steven Salop-, asoma la posibilidad de que la entrada en el mercado sea superior a la socialmente eficiente y deseable ponderando los costos de todos las empresas instaladas y el excedente de los consumidores, producto de que algún o algunos entrantes marginales no internalizan el efecto externo que su entrada genera sobre la eficiencia del mercado y los beneficios de las empresas ya instaladas en el mercado). De lo dicho anteriormente se observa la incidencia directa de la tecnología y la estructura de costos sobre la posibilidad de contar con eventuales menores escalas mínimas eficientes que posibiliten la coexistencia de un mayor número de empresas en el mercado.
La profunda contracción de la demanda, en unos sectores más que en otros, hace pensar que una distribución hipotética de la demanda para permitir que las empresas instaladas operen eficientemente en términos de costos -a su escala mínima eficiente-, puede dejar por fuera numerosas empresas en algunos sectores, obviamente dependiendo del número de empresas previamente instaladas, de su nivel de escala mínima eficiente -mientras mayor sea, menor el número de empresas que podría soportar el mercado-, así como del nivel de la contracción de la demanda y de su nivel actual.
En la medida que dicha contracción se entienda como un proceso que lleva siete años, y que pueden ser pocas las fuentes de restitución del poder de compra de la demanda, o que dicho proceso tampoco ocurre de la noche a la mañana; muchas empresas pueden estar enfrentando el dilema de continuar operando, cómo hacerlo, o sí sencillamente deben salir del mercado.
De existir información y certidumbre suficiente, la decisión se tomaría luego del cálculo del valor presente neto de la opción de mantenerse en el mercado, versus la mejor alternativa posible. Sin embargo, existen variables fuera del alcance de las empresas de compleja determinación, como por ejemplo, cuándo finalizará la crisis venezolana y a partir de cuando la demanda respectiva inicie un proceso de recuperación.
Aún así, existe un arsenal de estrategias que podrían afectar la forma como se configura dicho cálculo y en consecuencia la decisión a tomar.
Dichas acciones en manos de las empresas podrían ser clasificadas como estrategias sobre la oferta o estrategias sobre la demanda. Lo anterior puede interpretarse como estrategias con incidencia sobre los costos y estrategias con incidencia sobre la demanda o el nivel de captura de valor. En este sentido, modificaciones en los márgenes y en consecuencia sobre los ingresos totales podrían provenir de eficiencias en costos o en mayores capturas de valor en el mercado -así como simultáneamente-.
Por el lado de la oferta, podría preverse algunos procesos de consolidación económica por parte de empresas que operan en un mismo mercado, en la búsqueda de generar eficiencias de costos, economías de escala y de alcance, por un lado producto de sinergías y otras eficiencias propias de la concentración -como lo destacase el premio Nobel de Economía Oliver Williamson- y/o por el otro lado producto de concentrar demanda para mantener escalas operativas eficientes (el riesgo en estos casos lo constituye el “diversión ratio” o la tasa de sustituibilidad de terceros productos fuera de la operación de concentración económica que pudieran terminar capitalizando clientes migrando de proveedores habituales ex post la concentración).
Por el lado de la demanda, estrategias basadas en la diferenciación y el valor de marca, podrían incorporar mayor captura de valor sobre demandantes inframarginales y/o elevar la percepción de costo de cambio -Switching cost-, pudiendo compensar la caída de escala producto de la disminución de la demanda del sector. Sin embargo, dicho reto se enfrentará a una competencia eventual que posiblemente pretenda emular a la empresa, y obviamente a las restricciones de fuentes de financiamiento para apalancar dicha estrategia de diferenciación.
Empresas multiproducto, eficientes productivamente con costos unitarios inferiores a la competencia, podrán sortear dicho reto de mejor forma, incluso incorporando estrategias de pricing, de empaquetamiento y fidelización que les facilite dominar mercados subyacente a sus productos líderes, así como en el mercado de dicho producto.
El costo de salida para ciertas empresas puede que resulte bajo en la medida que su capital y maquinarias se encuentre amortizadas o incluso obsoletas -o que impliquen costo hundidos-. Adicionalmente, en la medida que los costos incrementales sean irrecuperables y las fuentes de financiamientos inexistentes, podría esperarse la salida de empresas de muchos mercados.
Sin embargo, para empresas con activos con capacidad de generar valor en el futuro, con fuentes de financiamiento, y capacidad de reposición; la salida no parece una decisión automática. Vale destacar que aún cuando nos hemos estado refiriendo a mercados tradicionales, el hecho cierto es que están apareciendo no sólo mercados nuevos, sino formas de atender ciertos estadios de la cadena de valor -transversalmente a los sectores tradicionales- por medio de soluciones tecnológicas, que pueden estar representando “nuevos” mercados en sí mismos con nuevas eficiencias, y con potenciales efectos de red que impliquen nuevas oportunidades de negocio.
Finalmente, la pandemia del Covid-19 ha forzado la adopción de tecnologías en algunos estadios de la cadena de valor, constituyendo por un lado la única vía para mantenerse cerca de los clientes, pero que por el otro lado podrían estar reduciendo los costos de búsqueda e información para estos últimos, incrementando potencialmente la competencia basada en precios que puede poner en riesgo a las empresas menos eficientes.
Es de esperarse que veamos a lo largo de los próximos meses decisiones de consolidación, así como de defensa de nichos, que dependiendo de la caracterización de cada mercado y sus productos, así como del tipo de competencia y de las estrategias desplegadas por las empresas; podrán arrojar un proceso de concentración en los mercados, más allá del iniciado por la brutal contracción económica venezolana de los últimos siete años.
* El autor es Economista de la Universidad Central de Venezuela.
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