Análisis | Las claves del modelo chino o como el gato de Deng sigue cazando ratones
«Qué más da si el gato es blanco o negro, lo importante es que cace ratones». Esta frase del líder chino desde finales de los 70 a principios de los 90, Deng Xiaoping, sirve para resumir el pragmatismo por el que se ha caracterizado la evolución de la política económica china en las últimas décadas.
Fue precisamente durante la era de Deng en el poder cuando se empezó a popularizar el término «socialismo con características chinas» para definir el modelo político y económico de la República Popular, una fórmula que respetaba la herencia marxista-leninista y maoísta del Partido Comunista de China (PCCh) al tiempo que hacía hueco a elementos de la economía de mercado.
Tras décadas de absoluto control estatal y de economía planificada que se saldaron con millones de muertos por hambrunas, como la causada por el Gran Salto Adelante, Deng impulsó en 1978 una nueva etapa conocida como «reforma y apertura» que sentó las bases de su milagro económico.
«China empezó, virtualmente, con una economía puramente planificada, fundamentada en las empresas estatales. Ahora es una economía mixta en la que, sin duda, el mercado desempeña un papel muy importante en la distribución de recursos, aunque todavía no tanto como en EE.UU.», explica a EFE el fundador y decano de la prestigiosa Escuela de Negocios Cheung Kong, Xiang Bing.
Ether Yin, analista de la consultora Trivium China, lo resume así: «Hace 40 años, el Gobierno decidía el precio de casi todo. Hoy, el mercado decide el precio del 97 % de los bienes y servicios. Hace 40 años, apenas había empresas privadas en el país. Hoy, el 90 % de las empresas son privadas y aportan el 60 % del PIB y el 80 % de los empleos«.
No obstante, esto no resuelve la duda que todavía hoy muchos tienen: ¿es China comunista o capitalista?
– Comunismo o capitalismo: ¿es un dilema válido? –
Xiang se decanta por lo segundo: «China y EE.UU. han adoptado el capitalismo probablemente mejor que cualquier otro país del mundo. En el caso de China, ha empleado una combinación de neoliberalismo y capitalismo de Estado para generar el extraordinario crecimiento económico de las últimas décadas».
El experto asegura que Pekín ha sabido «adoptar muchos elementos» de diferentes modelos: «China es muy dinámica, es un vivero para la fusión».
«Pero su verdadero éxito -matiza- no viene del capitalismo de Estado, sino del neoliberalismo. Ningún país ha utilizado la economía planificada para conseguir éxitos de verdad en la mejora de los estándares de vida de los ciudadanos».
Sin embargo, Xiang se confiesa admirador de la socialdemocracia europea -especialmente en los países escandinavos- y asegura que «China tiene mucho que aprender de Europa en materia de socialismo», recordando la ausencia de sistemas universales de sanidad o pensiones en el país asiático.
– ¿Y en qué quedó la herencia de Mao? –
Pese a este experimento capitalista, algunas herencias del comunismo soviético y el maoísmo siguen presentes en el sistema económico, ya que los planes quinquenales siguen marcando las pautas del desarrollo y las empresas estatales continúan manteniendo una fuerte influencia en sectores estratégicos.
Y Mao Zedong, que fundó la República Popular China en 1949 y la lideró hasta su muerte, en 1976, sigue siendo hoy un icono político y, en algunos casos, inspiración para los líderes empresariales del país.
«Los textos del presidente Mao siempre han sido muy bien vistos en algunas de las principales empresas chinas. Tiene un gran impacto en muchos de los emprendedores chinos más conocidos», asegura Xiang, quien cita a un «respetado empresario» que le dijo: «No hace falta estudiar en una escuela de negocios, solamente necesitas leer a Mao«.
Este legado tiene ecos en la gestión gubernamental, ya que el Ejecutivo todavía desempeña un «papel poderoso» en la distribución de recursos y las empresas estatales siguen siendo «importantes», aunque Xiang recuerda que también lo son en países como Francia.
Preguntado por el largo plazo del modelo chino, el fundador de la Escuela Cheung Kong es optimista y habla del liderazgo mundial del país asiático en lo que denomina «disrupciones económicas», es decir, la capacidad del sistema de generar regularmente grandes empresas emergentes y nuevos multimillonarios.
Pero no cree que el chino sea el modelo del futuro: «También tiene sus limitaciones. El modelo chino no será (dominante a nivel global), pero tampoco lo será el estadounidense. Habrá experimentos que mezclen los modelos existentes, o incluso puede que se invente uno nuevo».
Yin tiene claro que China sí mantendrá su independencia a la hora de formular su sistema: «No adoptará modelos económicos extranjeros. Será un híbrido en el que el mercado decida la distribución de la mayoría de recursos, pero el Gobierno mantendrá la capacidad de ajustarlo».
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