Análisis | Maduro mantiene la vista en el premio mayor
Hace apenas unos meses, cuando multitudes de manifestantes se lanzaban a las calles para clamar por la renuncia del “dictador” y “asesino”, la carrera política del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, parecía acabada.
La opinión mundial se endureció contra su Gobierno socialista y Washington fue el primero en imponer sanciones. En medio de una de las peores crisis económicas en la historia contemporánea de Latinoamérica, los rumores de golpe de Estado se extendieron y hubo dos pequeños levantamientos fallidos.
Sin embargo, el sucesor del fallecido Hugo Chávez no sólo ha sobrevivido la agitación, sino que está terminando el año fortalecido políticamente e incluso algunos analistas lo ven como el favorito para llevarse las presidenciales del 2018.
El repunte en la fortuna de Maduro comenzó con una sorpresiva victoria en las elecciones de gobernadores de octubre, gracias tanto a la abstención de una oposición poco motivada, como a condiciones impuestas apresuradamente que favorecieron al gobernante Partido Socialista Unido (PSUV).
Luego, tomó la ofensiva en el frente económico al declarar la intención de Venezuela de refinanciar su deuda externa de más de 120.000 millones de dólares.
Aunque este ha sido un giro arriesgado, le permitió culpar de los retrasos en los pagos a una “conspiración capitalista” liderada por Estados Unidos, y podría permitirle liberar divisas para importar los alimentos y medicinas que tanto necesitan los venezolanos, en vísperas de una votación.
A pesar de que dijo que las presidenciales se llevarían a cabo el último trimestre del 2018, Maduro está considerando sacar ventaja convocando los comicios en febrero o marzo, dicen fuentes en el oficialismo y la oposición.
El mandatario también ha obtenido crédito entre las filas oficialistas por impulsar un supercuerpo legislativo, la Asamblea Nacional Constituyente, que ha consolidado el poder de los socialistas y fracturado a la coalición opositora de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD).
A pesar de que su imagen era tan tóxica el mes pasado que pocos candidatos a gobernador se presentaron en actos de campaña con él, Maduro podría convertirse en la mejor apuesta de su partido para mantener la presidencia frente a una oposición fraccionada.
Y aunque las peleas entre facciones son inevitables, se ha aquietado la especulación sobre posibles candidatos alternativos del Gobierno; entre ellos el poderoso segundo al mando del PSUV, Diosdado Cabello, el prometedor y joven gobernador Héctor Rodríguez o el enviado ante la ONU Rafael Ramírez.
“Por supuesto, Maduro será el candidato ¿Cómo puede alguien desafiarlo?”, dijo Dimitris Pantoulas, un consultor político con sede en Caracas que monitoriza la política del partido de gobierno.
“Míralo por televisión, está brillante y feliz, ¡incluso baila mejor que antes! El chavismo ha ganado impulso”, agregó, refiriéndose al movimiento fundado por Chávez.
Voto local para impulsar a Maduro
Con los principales partidos de la oposición boicoteando las elecciones para elegir alcaldes el próximo mes, parece probable otra victoria para el chavismo.
Y desde ya, el líder de 55 años está promocionando su potencial tema de campaña del 2018: No a las sanciones yanquis.
Este podría haber sido un factor para impulsar la reestructuración de la deuda: hacer que los acreedores presionen al gobierno del presidente Donald Trump para que alivie las sanciones porque obstaculizan cualquier refinanciamiento de las obligaciones de Venezuela.
También será una parte clave de la estrategia de Maduro para aproximarse a la oposición en un diálogo que comenzará el 1 de diciembre. “Nosotros pusimos un tema central”, dijo Maduro recientemente sobre las conversaciones en República Dominicana.
“Yo le mandé a exigir a la oposición venezolana que para el año 2018 desde ya lleguemos a un acuerdo para que haya elecciones presidenciales con garantías, garantías económicas, que cesen las sanciones del gobierno de Estados Unidos, que cese la persecución financiera contra Venezuela”, sentenció.
Se prevé que en la negociación, el Gobierno buscará que el Parlamento, controlado por la oposición, respalde el acuerdo de refinanciamiento, una manera de evitar las sanciones de Trump que de otro modo impedirían que los inversores estadounidenses participen en la reestructuración.
No obstante, no ha habido ningún indicio de que el gobierno de Trump vaya a aliviar las sanciones.
Por el contrario, un funcionario de Estados Unidos dijo a Reuters recientemente que Washington está evaluando nuevas sanciones si es necesario responder a las medidas en contra de la oposición. Washington quiere mantener la presión sobre el Gobierno pero evalúa los posibles daños para el pueblo venezolano, dijo el funcionario bajo condición de anonimato.
Si bien la oposición está tratando de captar y reenfocar la atención de los venezolanos en un titánico intento por desbancar al chavismo del poder en la elección del 2018, no hay forma de ocultar su lamentable estado.
Los líderes opositores se esforzaron por explicar la derrota en las elecciones de gobernadores de octubre, denunciando fraude y luego admitiendo el impacto de la abstención en sus filas.
Mientras, ninguno de las figuras más populares de la oposición puede presentarse como candidato presidencial.
Henrique Capriles, dos veces candidato, está inhabilitado para presentarse a cargos públicos y Leopoldo López cumple arresto domiciliario. Una gran cantidad de otras figuras importantes están detenidas, en el exilio e incluso refugiadas en la casa del embajador chileno en Caracas.
¿Tercera vía?
Ante la posibilidad de que un presidente impopular en las encuestas se enfrente a un candidato opositor poco convincente en tiempos de hambre y escasez, para muchos de los 30 millones de habitantes de Venezuela las presidenciales podrían convertirse en territorio fértil para un aspirante alternativo.
“Es el mejor momento para aquellos que están planteando otras alternativas (…) La gente esta ávida de esperanza”, dijo el disidente chavista Nicmer Evans, candidato a una alcaldía de Caracas en la votación del 10 de diciembre.
Aún así, Maduro parece tener una posibilidad real de conservar la presidencia a pesar de que sus niveles de popularidad se han reducido a la mitad durante su gestión.
Una amenaza mayor al Gobierno de Maduro parecería ser una reanudación de las protestas ante la terrible crisis económica, o un movimiento al estilo de Zimbabue desde dentro del ejército.
Cliver Alcalá, un exgeneral chavista que ahora es un crítico abierto de Maduro pero que retiene contactos dentro de las Fuerzas Armadas, dijo que los soldados rasos no estaban contentos con sus penurias personales y la politización de la institución.
Aun así, detectó muy poco apetito por un levantamiento, y parece estar entre los intereses de los altos mandos militares permanecer detrás de Maduro debido a la influencia que él les asegura sobre el Gobierno.
“Creo que me inclino más al desborde popular por el tema de la alimentación, falta de medicinas, y abusos de autoridad”, dijo Alcalá en una entrevista.
Sin embargo, ese es un ciclo que los venezolanos han vivido una y otra vez en los últimos años: saqueos, barricadas en las vías y protestas violentas con un enorme costo para la vida, la propiedad y la productividad.
A pesar de todo, Maduro se ha mantenido a flote y está sonriendo nuevamente.
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