31/10/2024 08:32 AM
| Por Jean Carlos Manzano G. (Exclusivo para Banca y Negocios)

#Análisis: ¿Una Ley será suficiente para impulsar las exportaciones no petroleras de Venezuela?

La Ley de Fomento a las Exportaciones no Petroleras surge como un nuevo intento por diversificar la oferta venezolana, pero tal propósito tiene grandes obstáculos que van más allá de una norma jurídica.

#Análisis: ¿Una Ley será suficiente para impulsar las exportaciones no petroleras de Venezuela?

Impulsar las exportaciones no petroleras de Venezuela es una idea que ha tenido múltiples planes, ha sonado en muchos discursos, pero su concreción sigue siendo un reto para los gobiernos, incluso desde mucho antes de la llegada del chavismo al poder.

La aprobación de la Ley de Fomento de las Exportaciones no Petroleras surge ahora como un nuevo intento, en medio de un contexto macroeconómico, político e internacional que tiene elementos que combinan oportunidades y debilidades.

La revisión de estadísticas de distintas fuentes, así como de trabajos académicos relacionados con el tema, permiten ubicar desde qué lugar se parte en esta renovada aspiración de incrementar las ventas externas que no están relacionadas con la industria petrolera.

Una referencia clave es cuán diversa es la economía venezolana, ya que allí se anidan las posibilidades de construir una oferta exportable desde la industria nacional.

De acuerdo con el Atlas de Complejidad Económica elaborado por la Universidad de Harvard, un proyecto que lidera el economista venezolano, Ricardo Haussman, Venezuela es uno de los países con menor diversidad económica al ubicarse en el puesto 116 del ranking que mide a 133 naciones.

Los datos de ese trabajo (cuya última actualización es de 2021) muestran que desde 2006 el país ha agregado seis productos a su oferta exportadora, en contraste con 32 que sumó República Dominicana y 14 que logró Colombia, por solo nombrar dos casos comparables.

Los esfuerzos por diversificar una economía requieren de planes concretos a muy largo plazo, algo que no está sucediendo en el país, que además tiene que luchar por reconstruir la gravemente dañada actividad industrial que recién comienza a dar pasos tras ocho años de depresión económica.

Las sanciones petroleras del gobierno estadounidense, impuestas en 2019, significaron una presión sin precedentes en el ingreso de divisas que impactó a la estructura rentista y por otro lado alejó del mercado al estado venezolano, lo que permitió un mayor rol de los privados en el comercio externo, especialmente en el área agropecuaria.

Estadísticas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos indican que entre 2017 y 2023 las exportaciones de productos agropecuarios de Venezuela se han incrementado 92% con casos llamativos como el de productos del mar (152%), los que otrora eran tradicionales como el cacao (24%) y otros más elaborados como las bebidas alcohólicas (34,5%).

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Lo que sale de las fábricas

Caso aparte son las industrias. La falta de condiciones y de oferta exportable quedan plasmadas en las respuestas que dan los industriales en la Encuesta de Coyuntura que trimestralmente publica Conindustria.

Una recopilación de los datos a la respuesta de si la empresa exportó o no en cada lapso, permite ver lo inestable que ha sido ese comportamiento al menos desde 2018 que es el año más lejano que está disponible.

Se puede apreciar cómo en los seis meses que van de octubre de 2023 a marzo de 2024, 43% de las empresas contestaron que habían exportado, cifra que baja a 38% para el segundo cuatrimestre de 2024.

El peor momento fue durante la pandemia, pero antes de esa fecha, apenas un tercio afirmaba haber colocado sus productos en el exterior.

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El más reciente informe de Conindustria ofrece un detalle puntual relacionado con el volumen de exportación. Señalan que la mayor parte (27%) salió a través de carga consolidada, es decir, no logró llenar un contenedor por sí solo, un volumen que solo alcanzó 5% de los exportadores.

Además, la encuesta señala que la industria opera con 39% de su capacidad instalada, un dato que muestra dos caras de una misma moneda: aunque las condiciones fueran favorables no existe producción para llevar a los mercados mundiales y que hay espacio para crecer en producción si el contexto resulta favorable.

Una visión más global de la participación de las exportaciones no petroleras en el total de las ventas externas es difícil de actualizar debido a la falta de estadísticas por parte del Banco Central de Venezuela y del Instituto Nacional de Estadísticas.

Sin embargo, el Informe de Coyuntura del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB (IIEE-UCAB) estima que «la participación de las exportaciones no petroleras en el valor total exportado pasaría de 22% en 2023 a 17,7% en este año». Una afirmación que se sostiene en una proyección de crecimiento de la actividad manufacturera de 3% para 2024.

La Ley de Fomento de las Exportaciones no Petroleras viene a ser la mayor novedad para el próximo año ya que promete la simplificación de trámites y permisos, estímulos tributarios y financieros, y un seguro de crédito para cubrir riesgos de impago de los bienes y servicios exportados.

No obstante, el gobierno no ha detallado cuánto es la meta de exportaciones que tiene fijada para los próximos años, ni a qué sectores se impulsará específicamente.

Como viene ocurriendo desde 2016, del presupuesto nacional para 2025 solo se conoció la foto del acto de entrega en la Asamblea Nacional, pero ningún dato como estrategia cambiaria (factor clave para el comercio exterior), proyección de inflación o algún indicio de la recaudación tributaria esperada.

Lo que no se exhibe no se vende

Uno de los mayores retos que enfrenta Venezuela para mejorar su perfil exportador es concretar socios.

Una tarea que luce cuesta arriba en las actuales condiciones políticas que no juegan a favor de establecer vínculos con países vecinos como Colombia o Brasil, ni otros de la región como Perú, Ecuador o incluso más al sur como Chile y Ecuador.

En la Ley de Fomento de las Exportaciones no Petroleras se establece que el Estado va a «facilitar la colocación de los bienes y servicios exportables nacionales en los mercados internacionales». Para eso se requiere relaciones sólidas con países que demanden los productos venezolanos, respeto a las normas internacionales, publicación de estadísticas y una larga lista de compromisos.

En 2006, cuando Venezuela anunció su retiro de la Comunidad Andina (CAN), era la economía más grande de las cinco integrantes y para 2024 (basado en estimaciones del Fondo Monetario Internacional) ocupa el cuarto lugar, solo por encima de Bolivia y es el único del grupo cuyo PIB que retrocedió en ese lapso. El retiro se hizo efectivo en 2011, de acuerdo con los plazos del acuerdo.

Mientras tanto no se completó el proceso de incorporación al Mercosur, mecanismo del que está actualmente suspendida por violación de la cláusula democrática. De esta manera, el país quedó aislado de los principales mecanismo de integración comercial de la región (solo está activo en el ALBA y en ALADI).

Entre 2006, cuando se anunció el retiro de la CAN, hasta agosto de 2024, el comercio de Venezuela con los socios de ese grupo cayó 86%, gracias a una combinación de elementos como el fin de los acuerdos comerciales, la crisis venezolana y las fluctuaciones en las relaciones diplomáticas.

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El comercio con Colombia, que repuntó entre 2021 y 2023 y en especial luego del restablecimiento pleno de relaciones con la llegada al poder en ese país del presidente Gustavo Petro, sigue siendo deficitario para Venezuela, e incluso, cifras de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) indican que las exportaciones venezolanas entre enero y agosto de este año han caído 6%.

La intención de Venezuela de regresar a la CAN se quedó en solo un anuncio a finales de 2022, pues no se iniciaron los trámites necesarios, ni el gobierno cuenta con el capital político para emprender, pues el ingreso se aprueba por consenso de los Países Miembros y las relaciones diplomáticas con Ecuador y Perú se rompieron en abril y julio, respectivamente.

Así que en estas circunstancias, llevar a otros mercados los productos exportables requiere de esfuerzos adicionales hacia fronteras más lejanas.

El gobierno fracasó recientemente en ingresar como socio de los BRICS, que, si bien no es un mecanismo de integración como los regionales, le abría una puerta para un grupo de países con los que podía interactuar comercialmente, por lo que le resta seguir insistiendo en colocar productos bajo negociaciones bilaterales con otras naciones.

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