Argentina cumple dos años en recesión asediada por pesada deuda y Covid-19
Argentina cumple este sábado dos años del inicio de una profunda recesión, marcada por una alta inflación, creciente pobreza y un nivel de endeudamiento insostenible, un escenario que ha empeorado con la irrupción del coronavirus.
En 2018 Argentina promediaba el mandato del Gobierno del conservador Mauricio Macri (2015-2019), quien había impulsado varias reformas de apertura económica tras doce años de kirchnerismo en el poder, unos cambios a partir de los cuales se esperaba un despegue de la economía que nunca llegó.
En verdad, la segunda mayor economía de Suramérica llevaba años estancada. El Gobierno de Macri no pudo revertir esa tendencia y no supo ver a tiempo la tormenta que se alzaba en el horizonte.
Una reversión de los flujos de capitales hacia países emergentes, un desequilibrio fiscal persistente y una severa sequía que azotó al campo y a las exportaciones agropecuarias fueron algunos de los factores que configuraron un escenario sombrío para Argentina, donde la desconfianza suele aflorar primero, como un mal síntoma, en el mercado cambiario.
El 25 de abril de 2018 fue una jornada febril: ese día se desató la primera de muchas oleadas de súbita depreciación del peso argentino.
El salto en la cotización del dólar estadounidense, moneda que los argentinos prefieren como refugio de valor y cuyo precio acumuló en los dos últimos años un alza del 230% en la plaza local, se tradujo en una aceleración de la inflación.
La crisis, inicialmente cambiaria, se contagió finalmente a la economía real y no hizo más que agudizarse en 2019, al calor de un tenso proceso electoral que desembocó en la llegada del peronista Alberto Fernández a la Casa Rosada, en diciembre pasado.
– Los números de la recesión –
Prácticamente, no hay indicador que no deje ver el impacto de la recesión en la que se ha hundido Argentina.
El producto interior bruto (PIB) cayó un 2,5 % en 2018 y un 2,2 % en 2019.
El índice de precios al consumidor saltó el 47,6 % en 2018 y se aceleró al 53,8 % el año pasado.
La actividad industrial cayó 5 % en 2018 y se derrumbó un 6,4 % al año siguiente.
En dos años de recesión, la tasa de pobreza se disparó casi diez puntos porcentuales, hasta tocar el 35,5 % en el segundo semestre de 2019.
– El lastre de la deuda –
El deterioro económico se dio a la par de un fuerte aumento en el nivel de endeudamiento de Argentina.
De acuerdo con cifras oficiales, la deuda pública pasó de un equivalente al 56,6 % del PIB a finales de 2017 al 88,8 % a finales del año pasado, cuando se situó en 323.065 millones de dólares.
Con el avance de la crisis, el Gobierno de Macri buscó la asistencia financiera del Fondo Monetario Internacional (FMI), con el que Argentina firmó en junio de 2018 un acuerdo a tres años para recibir créditos por 56.300 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron unos 44.000 millones de dólares.
Los fondos reforzaron las reservas, pero rápidamente se diluyeron por la fuga de capitales y los abultados pagos de deuda.
Nada más llegar a la Presidencia, Alberto Fernández planteó que la deuda argentina es insostenible. El país tiene reservas acotadas, acceso cerrado a los mercados internacionales para refinanciarse y una economía golpeada, sin capacidad de pago.
El país acaba de lanzar una oferta para reestructurar bonos de legislación extranjera por 66.000 millones de dólares en manos de acreedores privados, con los que se avizora una dura negociación para no caer en un cese de pagos, y le pide al FMI que le de un plazo mínimo de tres años para comenzar a saldar los pasivos.
– Un golpe de gracia llamado Covid-19 –
Con una economía en recesión y la soga al cuello en materia de deuda, hasta hace un par de meses Argentina aspiraba al menos a desacelerar el nivel de caída este año.
Pero en marzo, la pandemia de coronavirus irrumpió como factor inesperado y el Gobierno de Fernández tomó drásticas medidas sanitarias para evitar una ola de contagios, lo que supuso una parálisis económica de dimensiones.
Con menos ingresos y mayores gastos para hacer frente a la crisis sanitaria y los efectos del confinamiento sobre el tejido económico y social, las cuentas públicas ya acusan un sensible deterioro y se descuenta que el PIB caerá fuertemente este año.
Economistas privados vaticinan que la economía argentina se contraerá un 4,3 %, pero el FMI pronostica una caída del 5,7 % y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) un derrumbe del 6,5 %.
Con todo, al final del túnel, hay algo de luz: hay cierto consenso en que Argentina volverá a crecer en 2021, quizás por un «efecto rebote» de un 2020 más que penoso, pero, sin importar las causas, sería el fin de un ciclo de tres años angustiosos para el país suramericano.
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