El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el viernes 8 de agosto que no asistirá a la ceremonia de investidura de su sucesor, Joe Biden, dos días después que partidarios del mandatario asaltaran el Capitolio arengados por él para revertir su derrota electoral.
«A todos los que me han preguntado, no iré a la toma de juramento el 20 de enero», escribió Trump en un lacónico tuit.
Trump se convertirá así en el primer presidente que se niega a asistir a la investidura de su sucesor, después de Andrew Johnson en 1869.
Sin embargo, el presidente, que desde hace dos meses denuncia sin pruebas un fraude electoral, reconoció el jueves que su mandato llegaba a su fin. Y, aunque no admitió explícitamente el triunfo de Biden, prometió «asegurar una transición de poder tranquila, ordenada y sin problemas».
Tras el caos en el Capitolio el miércoles, el Congreso certificó la madrugada del jueves la victoria de Biden en las elecciones del 3 de noviembre, por 306 contra 232 votos del Colegio Electoral, el órgano que decide el ganador de la Casa Blanca.
Biden y la vicepresidenta electa Kamala Harris prestarán juramento el 20 de enero en una ceremonia en las escalinatas del Congreso.
Cada cuatro años, cientos de miles de personas llegan a Washington para presencian la investidura pero esta vez el acceso será restringido debido a la pandemia del coronavirus.
En enero 2017, la asunción de Trump dio lugar a su primer enfrentamiento con los medios.
Trump se indignó porque los medios señalaron que la ceremonia reunió a mucho menos gente que en la investidura de Barack Obama en 2009.
– Congreso responde al asedio –
La líder de la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, encabeza un cada vez más concreto esfuerzo por sacar anticipadamente de la Casa Blanca a un muy complicado Donald Trump.
Medios estadounidenses señalan que la posibilidad de invocar a la vigésimo quinta enmienda de la Constitución para derrocarlo y hacer que el vicepresidente Mike Pence ocupe la presidencia hasta el 20 de enero parece descartada, por lo que el Congreso podría intentar un juicio político de urgencia contra Trump.
En ese caso, el polémico presidente saliente se convertiría en el primer mandatario de Estados Unidos defenestrado por esa vía y, además, el primero en soportar dos intentos de impeachment en un mismo período.
Así mismo, Pelosi señaló que entró en contacto con jefes militares para buscar formas legales de evitar que Trump pueda usar códigos críticos de defensa, una situación polémica, ya que, como Comandante en Jefe de las fuerzas militares estadounidenses, el mandatario tiene amplias y exclusivas facultades para usar la fuerza castrense.
La presión política de demócratas, miembros de su gabinete y supuestamente de líderes republicanos, es para que el presidente Donald Trump renuncie y deje la Casa Blanca en manos de Pence, como garantía seria de una transición ordenada a la administración de Joe Biden.
Ante la polarización causada por el asalto al Congreso, Trump es víctima de durísimos ataques en medios y redes sociales, y el liderazgo político del Congreso no cree que pueda ejercer su cargo en los días de período que le restan.