El presidente de Bielorrusia, Alexandre Lukashenko, que enfrenta la mayor ola de protestas desde que llegó al poder en 1994, llamó el domingo a defender la independencia del país, ante una multitud de partidarios en Minsk.
«Queridos amigos, los he llamado aquí no para que me defiendan, sino porque, por primera vez en un cuarto de siglo, ustedes pueden defender la independencia de su país», manifestó, en medio de ovaciones en la Plaza de la Independencia, donde se reúnen al menos 1.000 personas, según un periodista de la AFP.
El presidente bielorruso, de 65 años, reaccionó ante la voluntad de la oposición de organizar una nueva elección presidencial, tras la del 9 de agosto, en la que ganó a pesar de las acusaciones de fraude masivo.
«Si lo hacemos, nos vamos y nunca volveremos», afirmó, frente a la multitud que agitaba banderas rojas y verdes, el estandarte oficial del país heredado del período soviético.
«Las elecciones han tenido lugar, una tasa de falsificación no puede superar el 80%», afirmó, en referencia a los resultados oficiales que le acreditaron ese porcentaje de los votos.
Desde la tribuna, rodeado de guardaespaldas, Lukashenko denunció las intenciones, según él, de imponer al país «un gobierno desde el extranjero».
«No tenemos amigos, todos quieren que nos arrodillemos. Bielorrusia no se dividirá como en 1939. No olvidaremos», afirmó Lukashenko, quien bajó de la tribuna entre aplausos.