Bukele apuesta a la minería para impulsar la economía de El Salvador y genera polémica
En 2016, El Salvador ganó un arbitraje en Pacific Rim Cayman, que fue adquirido por la minera australiana-canadiense OceanaGold Corporation, que le reclamaba 250 millones de dólares por negarle un permiso de extracción en 2009.
Los anuncios de Bukele encendieron las alarmas de los ambientalistas y una quincena de ONG’s convocaron protestas para este martes cerca del Congreso.
«Una cosa es poner una mina en el desierto de Atacama [en Chile] y otra es abrir una mina a cielo abierto en Chalatenango (norte de El Salvador], donde tenemos una alta densidad de población, donde están las pocas reservas forestales» del país, dijo a la AFP el activista Pedro Cabezas.
«El efecto [nocivo] se multiplicaría en todo el territorio salvadoreño», agregó el líder de la Alianza Centroamericana Frente a la Minería.
Antonio Pacheco, dirigente de la ONG ADES, aseguró que explotar minas en la cuenca del río Lempa, que abastece de agua a la capital, «implica un tremendo riesgo».
Un colectivo de organizaciones que lucharon por la ley antiminería afirmó que la explotación minera provocaría «escasez y contaminación del agua».
Bukele publicó en X un mapa que ubica los yacimientos en zonas montañosas de este a oeste, sobre todo por el norte, por donde pasa el río Lempa.
Centroamérica no posee tradición minera, como los países andinos. La minería a cielo abierto es ilegal en Costa Rica, aunque el gobierno espera autorizarla de nuevo, y Panamá declaró una moratoria minera hace un año, tras paralizar una enorme mina de cobre luego de un mes de protestas.
«Generaría empleo»
Al pie del cerro San Sebastián, en la antigua zona minera de Santa Rosa de Lima (noreste), donde la minera estadounidense Commerce Group vio revocada su licencia en 2006 por la contaminación del río, hay desacuerdos sobre el plan de Bukele.
«Yo pienso que al hacer eso el cantón (zona rural de un municipio) podría prosperar (…), generaría empleo» y «beneficio para todo el mundo», dijo a la AFP Rubén Delgado, un albañil de 55 años.
Pero José Torres, quien extrae pepitas de oro de socavones que abre artesanalmente, se opone por temor a perder su fuente de ingresos con la eventual llegada de compañías mineras.
«Los ríos se contaminan, los animales mueren y no podemos tener nada nosotros aquí», afirmó el humilde trabajador de 72 años.
Desde que El Salvador dolarizó su economía en 2001, registró un crecimiento medio del PIB del 2,1%. El 27% de los salvadoreños viven en la pobreza, según la Cepal, y casi el 70% de los trabajadores son informales.
Estos factores -junto con la violencia pandillera- han estimulado la emigración.
«Negociar de otra manera»
El economista Carlos Acevedo, expresidente del Banco Central de Reserva, sostuvo que las cifras «espectaculares» que presentó Bukele hacen pensar que El Salvador «está sobre una mina de oro».
Acevedo señaló a la AFP que con los 50 millones de onzas de oro se podría pagar cuatro veces la deuda externa de 31.000 millones de dólares (equivalentes al 85% del PIB).
Aseguró que el principal reto es «cómo sacar de manera social y ambientalmente responsable ese oro», pero advirtió que «no hay ninguna receta que pueda generar un crecimiento de la noche a la mañana».
Además, Acevedo destacó que la experiencia con el oro «no ha sido muy grata» en algunos países, porque las minas pagan en regalías apenas 2 o 3%. Por esto, afirmó, el desafío de Bukele es «negociar de otra manera» con las transnacionales mineras.
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