Canadá inyecta petróleo en cada rincón de EEUU por medio de una «telaraña» de oleoductos y ferrocarriles
Desde el pasado mes de mayo, el petróleo «arenoso» y «barato» de Canadá está empezando a fluir abundantemente a través del oleoducto Trans Mountain, una espectacular obra de ingeniería que, tras años de retrasos, sobrecostes y problemas, está empezando a dar sus frutos.
Estados Unidos está al borde de conseguir lo impensable, una especie de independencia energética americana, y todo a costillas de las gélidas tierras del norte: hablamos de Canadá.
En efecto, el petróleo canadiense se ha convertido en el protagonista silencioso pero omnipresente del vasto paisaje estadounidense. A través de una intrincada red de «telaraña» en forma de oleoductos y ferrocarriles, la industria petrolera de Canadá produce ahora cerca de cinco millones de barriles de petróleo al día (bpd), una cantidad récord que supera en dos millones los niveles de hace diez años.
El informe también revela que, a medida que ha aumentado la producción de crudo en Canadá, también lo han hecho las exportaciones a Estados Unidos. Éstas han crecido una media del 4% cada año entre 2013 y 2023.
Las contudentes exportaciones de Canadá a EEUU
En todo 2023, por ejemplo, Canadá representó el 60% de las importaciones de petróleo crudo que realizó EEUU, otro récord si lo comparamos con los datos de 2013, donde representaron el 33%, tal y como expone El Economista, citando datos de la Agencia de Información Energética del país (EIA, por sus siglas en inglés).
Por su parte, las exportaciones de petróleo crudo de Canadá a Estados Unidos representan ya el 24% de todo el procesamiento de las refinerías estadounidenses, dice la nota de la EIA.
Un 24% es una proporción notable si se tiene en cuenta que EEUU es ya de por sí el mayor productor de petróleo del mundo, por lo que buena parte del crudo que refina es petróleo nacional.
Eso dice mucho de las mejoras que el país ha realizado en materia de infraestructuras energéticas bajo la forma de oleoductos, porque durante muchos años Canadá ha tenido que luchar contra un enemigo: su propia geografía.
Al estar sus yacimientos situados lejos de las grandes refinerías del sur y de la costa, Canadá ha tenido que salirse con la suya construyendo una compleja red de infraestructuras para comercializar su crudo.
Asimismo, desde el pasado mes de mayo, el petróleo «arenoso» y «barato» de Canadá está empezando a fluir abundantemente a través del oleoducto Trans Mountain, una espectacular obra de ingeniería que, tras años de retrasos, sobrecostes y problemas, está empezando a dar sus frutos.
El oleoducto no está terminado al 100%, pero a media máquina casi ha conseguido triplicar la capacidad que puede transportar a la costa canadiense del Pacífico, hasta 890.000 barriles diarios.
El proyecto, como explica El Economista, «mata dos pájaros de un tiro». Por un lado, ofrece a Estados Unidos petróleo barato para consumo interno. Por otro, Canadá exporta su excedente de producción de forma fácil y barata.
El objetivo no es otro que aumentar el acceso de los productores canadienses de crudo a los mercados mundiales, aliviando los cuellos de botella e impulsando la producción de petróleo en Canadá.
Pero como en todas las historias, suele haber un perdedor. En este caso, el perdedor es el petróleo iraquí y el de Arabia Saudí, que durante años llegó a las costas estadounidenses en grandes cantidades y ahora está en declive: El petróleo canadiense está desplazando al crudo de la OPEP, sobre todo al de Medio Oriente, en Estados Unidos.
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