Certificaciones profesionales, fuga de cerebros y reconstrucción de Venezuela (I)
En Venezuela se viene hablando y sintiendo desde hace muchísimo tiempo el problema que significa la llamada «fuga de cerebros», que no es más que la emigración de los profesionales mejor formados hacia otras latitudes, en busca del reconocimiento, el respeto profesional y el desarrollo de un proyecto de vida que percibe le ha sido negado en su propia nación.
De igual manera, la fuga de cerebros de personal docente en nuestras universidades autónomas y privadas es un secreto a voces que ha provocado el cierre de cátedras o la asunción de las mismas en personal profesional que bajo otras circunstancias y previo concurso de oposición, probablemente no estuvieran ocupando tales cargos. Esta fuga llega hasta la educación media donde ya es notorio la inexistencia de profesores en cátedras como física, química o matemáticas y los alumnos, por una política de Estado difícil de entender, les terminan promediando las notas de las materias que cursaron y dicho promedio se le coloca a las materias que no cursaron. Así, tenemos bachilleres en ciencias que nunca cursaron química y/o física o cualquier otra materia esencial para su futuro ingreso, permanencia y consecución de estudios en las universidades. Esto contrasta con los éxitos que jóvenes universitarios de la USB, UCV y UCAB entre otras, han tenido en los eventos internacionales del Modelo de Naciones Unidas, donde los estudiantes venezolanos son referencia de excelencia, pero esos jóvenes son la excepción de la muestra y no representan para nada a la población estudiantil universitaria en general.
Aunado a todo lo comentado, el mercado laboral se ha venido achicando debido a la desaparición de empresas por las razones conocidas por todos, lo cual empuja a profesionales recién graduados, bajo las circunstancias descritas arriba, a dedicarse al libre ejercicio de la profesión.
Hasta hace menos de dos décadas y durante toda la vida en Venezuela, esta actividad estaba reservada para aquellos profesionales que habían acumulado experiencia bajo la tutela, supervisión y entrenamiento de profesionales más experimentados, de tal manera que cuando después de esa experiencia y transmisión de conocimientos el profesional no salía a ofrecer sus servicios bajo una premisa de ensayo y error, sino poseía una vasta experiencia.
Los venezolanos solemos poseer un optimismo que normalmente no encuentra asidero con los hechos reales, así las cosas, una amplia mayoría imagina que ante un cambio en la gestión de políticas públicas provocadas por la asunción de distintos actores a los actuales, los más de dos millones de venezolanos en el exterior donde se concentra una porción significativa de los mejores cerebros egresados de nuestras universidades regresarán en grandes oleadas, ignorando que donde se encuentran están desarrollando sus proyectos de vida, en sociedades con bajas tasas de inflación, bajas tasas de delincuencia, crecimiento económico, paz, desarrollo y armonía familiar y un largo etcétera, que dificultan enormemente la decisión de un retorno, amén que si no se da un verdadero milagro económico como los ocurridos en los países asiáticos en los años 70 del siglo pasado, la Alemania de la post guerra o el Chile de finales de los años 70 y de la década del 80 del siglo pasado, la economía venezolana no tiene como absorber eficientemente esos talentos.
Por otro lado, lo comentado en el párrafo anterior no corrige el problema relacionado con la dudosa formación profesional de buena parte de los profesionales actuantes hoy en nuestro país y es necesario abordar este problema no solo desde la perspectiva de la necesidad de generar confianza a los demandantes de tales servicios, con respecto a que están confiando en recibir un servicio profesional competente, así como también en la necesaria recapacitación de todos esos profesionales, a fin que alcancen su máximo potencial.
Para abordar ese problema es que desde el siglo pasado en varias profesiones y en varios países es necesario poseer una certificación profesional que avale las competencias que se supone domina quien posee un título profesional emitido de una universidad. En Venezuela lamentablemente desde siempre, los requisitos para ejercer una profesión apenas cubren el haber egresado de una Universidad inscrita en el Ministerio de Educación y colegiarse en su gremio respectivo, excepción relevante es la carrera de medicina que exige en su Ley de ejercicio lo siguiente:
Artículo 8.Para ejercer la profesión de médico en forma privada o en cargos públicos de índole asistencial, médico-administrativa, médico-docente, técnico-sanitaria o de investigación, en poblaciones mayores de cinco mil (5.000) habitantes es requisito indispensable haber desempeñado por lo menos, durante un (1) año, el cargo de médico rural o haber efectuado internado rotatorio de postgrado durante dos (2) años, que incluya pasantía no menor de seis (6) meses en el medio rural, de preferencia al final del internado. Si no hubiere cargo vacante para dar cumplimiento a lo establecido anteriormente, el Ministerio podrá designar al médico para el desempeño de un cargo asistencial en ciudades de hasta cincuenta mil (50.000) habitantes por un lapso no menor de un (1) año. Si tampoco existiere cargo como el indicado o no hubiere resuelto el caso en un plazo no mayor de sesenta (60) días continuos a partir de la fecha de la solicitud, el médico queda en libertad de aceptar un cargo en otro organismo público o de ejercer su profesión privadamente por un lapso no menor de un (1) año en ciudades no mayores de cincuenta mil (50.000) habitantes…
La certificación profesional no es más que un medio idóneo para demostrar a la sociedad quiénes son los profesionales que han alcanzado la actualización de sus conocimientos y una mayor experiencia en el desempeño de su profesión o especialidad, con el propósito de mejorar su desarrollo profesional, obtener mayor competitividad y ofrecer servicios de alta profesionalización.
En la sociedad del conocimiento en donde estamos inmersos, dichas certificaciones no son un anhelo de superación sino una garantía de supervivencia y los países, específicamente Venezuela y profesiones que ignoren esta realidad, están dando pasos agigantados hacia su disolución.
En nuestra próxima entrega comentaremos sobre algunos ejemplos tanto en nuestro continente como en Europa, donde este asunto se ha tomado como debe ser, como una política de estado y en la última entrega explicaremos detalladamente como la profesión contable, a nivel mundial, abordó dicho reto.
* Contador Público Colegiado. Certificado en Normas Internacionales de Información Financiera para Pymes por la Federación de Colegios de Contadores Públicos de Venezuela (FCCPV). Profesor universitario.
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