César Aristimuño: Perspectivas del segundo semestre, ¿cuáles son las salidas económicas para Venezuela?
A finales del primer trimestre de este año dimos a conocer algunos pronósticos sobre lo que se podría esperar respecto al desempeño de la economía venezolana en el transcurso de los meses siguientes.
El comportamiento del petróleo sigue siendo la variable clave en nuestro caso. El precio del barril venezolano sigue cayendo, desde un promedio de 88,42 dólares en 2014, hasta descender cerca del 50% para ubicarse en US$ 44,65 al cierre del año pasado.
A la fecha, el promedio que acumula la cotización del crudo local es de 32 dólares, profundizando las restricciones económicas. No es previsible que la ansiada recuperación en los niveles de precios petroleros se concrete, al menos en el corto plazo.
Aunado a este poderoso factor, persiste al momento un notable desajuste en el sistema de precios, con fuertes perspectivas de aceleración inflacionaria para el año en curso (que cerraría con un alza de precios de entre 400 y 800%), así como una contracción adicional del PIB que pudiera alcanzar entre 8 y 10 puntos negativos.
Pero veamos de manera puntual, qué puede proyectarse en varios ámbitos clave para el segundo semestre de 2016:
1.- Ajustes de precios: Si bien es cierto que ya se han venido dando, los bajos niveles de producción y la aguda caída de los precios del petróleo que impulsan el descenso en las importaciones impiden contar con una mejor oferta de bienes en el mercado local. Esto hace prever que la presión sobre los precios vendrá más por la escasa oferta que por un incremento de la demanda, la cual ya está seriamente afectada por los niveles de inflación.
A pesar de los ajustes en la mayoría de los bienes regulados, es muy probable que se vean ajustes adicionales en los mismos rubros. Aunque el dólar Simadi se ha estabilizado alrededor de los 640 bolívares, no se registra una mayor fluidez en el ingreso de materias primas.
De hecho, ha aumentado la dependencia del sector privado con respecto al Estado, que cada vez concentra más las compras en el exterior.
No obstante es de señalar que recientemente se ha observado un ajuste a la baja de algunos precios de productos altamente perecederos, producto de la caída en la demanda.
2.- Producción muy comprometida: No es de prever ningún escenario positivo mientras no se provea de materia prima a las empresas y se solventen los compromisos de deuda comercial con los proveedores internacionales. Este punto, al igual que el anterior, depende de manera directa del comportamiento de los precios del petróleo.
Podemos señalar que el tema eléctrico, que amenazó la capacidad productiva en el primer trimestre, no es una amenaza presente, por lo que de existir la materia prima se vería una mejora en la operatividad.
Hay que tomar en cuenta igualmente la estabilidad de la mano de obra, contando con una masa de trabajadores que cada vez cubren menos sus requerimientos fundamentales, viéndose obligados a buscar otras fuentes de ingreso que dificultan la fidelización y reflejan incidencia en la productividad.
3.- Descenso en el consumo: Se mantiene este fenómeno, en línea con el alza desbordada de los precios. La demanda es lo que incita y motiva a alcanzar mayores niveles de producción, pero en la coyuntura actual, hay una merma en la capacidad de consumo a causa de la alta inflación.
Tal como señalamos el pasado mes de marzo, es de esperar que el consumo privado registre un descenso más pronunciado este año, y que la pérdida de poder de compra del bolívar lleve a los venezolanos a eliminar ciertos productos de su cesta de consumo.
4.- Ajustes de sueldos más altos y seguidos: El tema de sueldos y salarios indexados se incluye entre los elementos que conforman la definición clásica de la espiral hiperinflacionaria. Los sueldos y salarios tienden a crecer constantemente, sin que esto equilibre su poder de compra, ya que los mismos constituyen un incentivo para que la inflación continúe su avance.
A ello se une un factor importante en el caso venezolano, en el que cabe destacar la presencia de una fuerte escasez, caracterizando el único caso documentado de una economía con notable desabastecimiento y alza de precios sumamente acelerada.
Los aumentos salariales no han alcanzado todavía el punto de la indexación en el país, pero tal como proyectábamos en el primer trimestre, es de esperar que haya más ajustes de lo común en los meses restantes de 2016.
5.- La deuda externa: El nivel de reservas internacionales en el mínimo de las últimas dos décadas (al momento se encuentran en 11.943 millones de dólares) y una baja generación de ingresos en divisas representan una amenaza para honrar los compromisos externos.
A estas dificultades se une la capacidad que pueda mostrar el Ejecutivo para llevar a cabo de manera exitosa una renegociación de la deuda por vencer, con un canje que no luce tan factible debido a que los inversionistas leen en la realidad del país un altísimo nivel de incertidumbre debido al entorno político.
En caso de realizarse una emisión aprovechando la caída del riesgo país, llevarla a cabo bajo advertencias de no reconocimiento de este tipo de operaciones por parte de la Asamblea Nacional representa un grave problema institucional. Por ello insistimos en que el gobierno debe ser más transparente en la emisión de cifras ante los organismos financieros internacionales para así generar los mejores niveles de confianza.
De no tomarse los correctivos necesarios, Venezuela enfrentará altos niveles de stress financiero, lo que incidiría de manera muy particular en el éxito de las gestiones relativas a la deuda.
6.- Probable reimpulso del financiamiento monetario del déficit fiscal: Durante el primer semestre de este año la fuente de financiamiento directa del banco central al sector público restringido se mantuvo cercano al monto que se registró a finales del año anterior, lo que evidencia una intención de desacelerar la presión monetaria sobre los precios, no obstante el segundo semestre se presenta como un período de mayores presiones sociales (salarios, mayores transferencias a jubilados, demanda de nuevos subsidios y otras) que junto a escenario de nuevos eventos políticos-electorales pueden estimular nuevamente un crecimiento significativo del dinero base sin respaldo productivo para cubrir operaciones fiscales.
7.- Persistencia de oportunidades: En toda situación de crisis, por más compleja que sea, se pueden detectar oportunidades. Podemos ratificar, tal como afirmábamos hace unos meses, que los emprendedores con apetito por el riesgo y previsión de la llegada de la recuperación económica tienen ante sí la oportunidad de abordar nuevos nichos de ne
gocios.
En la economía hay constantes ciclos de alzas y bajas en los precios de activos, las cotizaciones de acciones y bonos, la valoración de las divisas y los commodities, por lo que situaciones que lucen inmutables tienden a revertirse. Del mismo modo, estamos seguros que más temprano que tarde la economía venezolana volverá a retomar el rumbo de la estabilidad como paso previo a la recuperación de una ruta de crecimiento y prosperidad.
8.- ¿Cuál es la solución? Una parte de los ajustes que se requerían en la economía venezolana ya han ocurrido. La subida de los precios de la gasolina y la devaluación son dos de los más relevantes y que habían sido postergados a través de los años. Sin embargo, aún está pendiente el paso fundamental de la unificación cambiaria, como vía para romper con las distorsiones en el acceso a las divisas extranjeras.
Hay que asumir la necesidad de acudir ante organismos multilaterales como el Fondo Monetario Internacional, cuya razón de ser es precisamente auxiliar a economías que enfrentan problemas en sus balanzas de pagos como hoy es el caso de Venezuela.
En nuestra opinión, el camino actual nos conduce cada vez más a utilizar recursos que se tienen al alcance para maniobrar, sin insistir en fórmulas ideológicas ni esperar más por la aparición de niveles de precios petroleros que funcionen como «salvavidas».
En el fondo estamos ante dos posibilidades: O se profundiza el derrumbe económico, o se aplican las soluciones existentes, que ya han funcionado en países que enfrentaron situaciones similares.
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