El chavismo obtuvo 253 de los 277 escaños disputados en las cuestionadas elecciones parlamentarias del domingo 6 de diciembre, boicoteadas por el grueso de los partidos opositores, de acuerdo a un balance publicado este miércoles por el ente electoral.
Con este resultado el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) se alza con el 91,34% de los curules, con 69,32% de los sufragios, lo que le otorga una mayoría absoluta en la unicameral Asamblea Nacional.
De esta manera, el chavismo retoma el control del Parlamento que había perdido tras una aplastante victoria opositora en diciembre de 2015, cuando el jefe parlamentario Juan Guaidó, al frente del boicot contra las votaciones tildadas de «fraude», fue electo diputado.
Este miércoles «estaban eligiendo los diputados de los pueblos indígenas», comentó Diosdado Cabello, primer vicepresidente del PSUV, y uno de los diputados electos en la cuestionada contienda, al celebrar los resultados durante su programa televisivo semanal.
De los más de 20 millones de inscritos en el registro electoral votaron 6,2 millones, marcando una abstención del 69%, la más alta en los últimos 15 años en el país caribeño que transita su séptimo año de recesión y tercero de hiperinflación.
Los «misterios» del proceso
La oposición que aceptó una participación negociada en el proceso obtuvo solo 21 curules, cuando sus mejores expectativas eran 80.
Las directivas de partidos que fueron impuestas por el Tribunal Supremo de Justicia, así como los grupos políticos que se alejaron de la posición mayoritaria en la oposición quedaron, evidentemente, severamente castigados.
El resultado final para este sector tiene sus misterios. Luis Parra y Timoteo Zambrano entran a la Asamblea Nacional en condiciones extrañas. El primero fue incorporado a la lista nacional de la alianza de Primero Venezuela cuando inicialmente encabezaba la lista en Yaracuy. El segundo también ingresa al parlamento por una sustitución de última hora no notificada y extemporánea.
A Claudio Fermín, jefe del partido Soluciones para Venezuela y uno de los críticos más enconados de la oposición mayoritaria, así como a Felipe Mujica, secretario general del MAS y uno de los artífices del pacto de la Casa Amarilla, no hubo cómo acomodarlos por sus escasas votaciones.
El chavismo volvió a un mecanismo que le es habitual en su proceso de «ingeniería electoral»: la sobrerrepresentación. Tan temprano como en los comicios para la Asamblea Nacional Constituyente de 1999 ya este sistema se hizo presente, cuando el MVR obtuvo 65,8% de los votos, pero se quedó con 95% de las curules.
En concreto, el chavismo necesitó 17.066 votos en promedio para meter un diputado al parlamento, mientras que los opositores requirieron un promedio de 90.946 sufragios para conquistar una curul.
De hecho, no desmontar los mecanismos de sobrerrepresentación de cara a las elecciones de 2015, jugó en contra del chavismo en las parlamentarias de 2015; sin embargo, analistas independientes insisten en que las condiciones de los comicios del pasado 6 de diciembre fueron especialmente ventajistas.
La mayoría de los grupos no chavistas participantes reconocen sin remilgos los resultados del proceso, que dieron una mayoría absoluta al oficialismo, salvo el grupo Prociudadano, cuyo jefe, Leocenis García, quien denunció un presunto «fraude electrónico», además de acusar al CNE de «inflar» los datos de participación que, ya que, según la data de la organización no superó 20%.