“Como o lavo la ropa”, así subsisten los venezolanos a la crisis
La situación socioeconómica del país llevó a personas de la tercera edad como Diosdada Pereira, una viuda de 75 años, a pensar en comer o lavar su ropa. Sin embargo, como ella, miles de venezolanos deben hacen maniobras para llegar a almenos dos comidas diarias en un escenario de hiperinflación.
«El dinero no me alcanza para muchas cosas. La carne es incomprable, el pollo ya está en algunas partes en un millón 300 mil bolívares el kilo. Todo está caro, el jabón ni se diga. La semana pasada estaba en dos millones cincuenta mil bolívares, casi que me da un soponcio cuando lo vi en ese precio. Había cobrado la pensión y tuve que llamar a mi hijo para que me completara para poder comprarlo», dije la mujer, angustiada a Infobae.
«Por la pensión de mi esposo, como sobreviviente, me pagan cuatroscientos mil bolívares al mes ($0.47 dólares) y por la mía me dan quinientos mil ($0.58 dólares). Como te digo o, una cosa, compro pan o compro jabón para lavar. Las verduras son incomparables. Por un plátano te cobran doscientos mil, con ese poco de ceros estoy confundida», añade.
El dinero que recibe de las dos pensiones que cobra no llegan ni siquiera al salario mínimo. Lo que recibe Diosdada de pensión no le alcanza ni para comprar una pasta de dientes, incluso sus hábitos alimenticios cambiaron por completo.
«Ya casi no puedo comprar queso, ahora compro a la semana 200 gramos y lo como de a poquito para que me rinda, ni siquiera puedo ponerle mantequilla porque es muy cara. En la mañana me tomo una avena o un café con pan tostado. A mediodía como, y como bien. Hago dos comidas buenas en el día para que no se me acabe tan rápido la comida», indicó Pereira.
Diosdada, que vive en el este de Caracas, una zona que en el pasado era de alto poder adquisitivo sale del automercado que se encuentra surtido de mercancía, pero no la que conforma la dieta básica del venezolano, con tres productos en la mano, por los que pagó cuatro millones y medio de bolívares ($5.29 dólares) que además debe llevar sin bolsa porque por cada una le cobrar mil bolívares.
El 30 de abril el presidente Nicolás Maduro ordenó de forma unilateral, sin consultarlo con el sector empresarial ni con los trabajadores, como lo contemplan los convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) un nuevo aumento salarial, el tercero en lo que va de 2018, con lo que un trabajador que devenga sueldo mínimo pasó a recibir mensualmente por el salario y el bono de alimentación Bs. 2.555.500,00 bolívares mensuales.
Un aumento de salario mínimo para los venezolanos lejos de ser una alegría agudiza el dolor de cabeza que significa sobrevivir en Venezuela. Con ese monto, $3.00 a tasa fluctuante del mercado negro, a la fecha ni siquiera se compra un kilo de carne que cuesta, dependiendo de la zona donde se compre entre dos y cuatro millones y medio de bolívares. Comprar un cartón de 30 huevos representa gastar el 50% del salario mínimo mensual.
Una bolsa de cinco kilos de jabón para lavar ropa cuesta el equivalente a dos veces y media el salario mínimo de un venezolano. El del litro de aceite de maíz incrementó su costo en cinco días en un 64%.
Según la comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional la inflación del mes de abril fue de 80,1%. La acumulada entre enero y abril de 2018 fue de 897% y la anualizada de abril de 2017 a abril de 2018 fue de 13.779%
Para el economista Asdrúbal Oliveros el aumento de salario se diluye como sal en el agua sin medidas que frenen la hiperinflación. «El aumento de salario en Venezuela la gente lo necesita, es necesario. Sin embargo, sin medidas que ataquen el problema de la hiperinflación no se va a resolver nada y ese aumento, de alguna manera, se va a disolver y lo que va a generar es un incremento mucho más agresivo en los precios, por lo que las gente va a tener pérdida del poder adquisitivo. Porque los precios van a crecer mucho más rápido de lo que crecen sus sueldos».
María Eugenia García, de 62 años, coloca en cuentas su realidad. «El kilo de carne cuesta casi cuatro millones de bolívares. Con mi jubilación ni siquiera puedo pagar medio. Para mí un helado se convirtió en un artículo de lujo, un gusto que no puedo darme, porque un pote de helado de tres raciones cuesta un millón de bolívares, es decir casi la mitad de un salario mínimo. Ya no puedo comprar galletas, mermelada y menos mantequilla».
La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida de la Población Venezolana (ENCOVI), proyecto que adelantan varias universidades públicas reseña de 2014 refleja que en 2017 solo el 39,9% de los hogares compra carne semanalmente, y 79,8% de los venezolanos afirma que ha comido menos porque no había suficiente comida en el hogar. El 64,3% de los venezolanos perdió alrededor de 8 kilos de peso.
El empobrecimiento no se refleja en el día a día del ciudadano solamente. También el aparato productivo, ese que es objetivo de transformación (destrucción) según el Plan de la Patria, sufre los estragos del empobrecimiento y la devaluación.
El primer vicepresidente de Fedecámaras, Ricardo Cusanno explica que «el proceso de destrucción del aparato productivo, sin duda alguna se incrementa. Esta mortandad se acelera pero no podemos saber en qué magnitud, lo que es cierto, que de continuar estas políticas basadas en el Plan de la Patria no veremos ningún tipo de resultado distinto a los que hemos visto en los últimos 18 años, que es la caída del producto interno bruto y sobre todo, la pérdida de empleos sustentables y decentes».
Según proyecciones del Fondo Monetario Internacional para 2018 en Venezuela la tasa de desempleo rondará por el 33,3%.
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