Con largas filas comienzan las ventas en dólares en Cuba
Las rejas de las Galerías Paseo, un centro comercial estatal de La Habana, aún están cerradas. Unas doscientas personas esperan afuera, al pie del malecón. Un empleado les hace señas para entrar. La multitud avanza ordenada. La venta de artefactos en dólares acaba de empezar en Cuba.
¿El requisito? Tener una cuenta bancaria con el dinero necesario para ser debitado. No hay espacio para curiosos. Los dólares entrarán a las arcas cubanas, necesitadas de liquidez.
Aniubis García y su esposo están en la fila desde el domingo de mañana. Pasaron la madrugada y este lunes fueron de los primeros en comprar un aire acondicionado y un congelador en las tiendas estatales.
«Sabemos que hay cola pero el plan nos beneficia, porque los productos en la calle (importados por particulares) están excedidos en el precio y no lo podemos adquirir», cuenta esta mujer de 47 años, trabajadora bancaria.
El gobierno socialista inició esta semana la venta en divisas de refrigeradores, televisores y lavadoras de alta gama, motos eléctricas y repuestos para autos, de importante demanda local.
«Estoy contenta porque ha habido organización, se ha sumado multitud y se necesitaba esta medida porque los precios son más asequibles», dice Odalys Rodríguez, una camarera de 55 años, que también se lleva un aire acondicionado.
Ni bien se permitió el ingreso, una señora apareció con papel y lápiz en mano y empezó a llamar nombre por nombre para armar la fila en la puerta de la tienda de electrodomésticos. Varios ya tenían su lugar garantizado.
– Congeladores y aires acondicionados –
Antes, muchos de los productos ofrecidos eran traídos por particulares desde Panamá o países cercanos, encareciendo los costos de reventa.
Los cubanos los adquirían con las remesas en dólares enviadas por sus familias desde el extranjero, dinero que volvía a salir sin entrar formalmente a la economía cubana.
Sin prohibir las importaciones privadas, el estado decidió entrar en el negocio, satisfacer la demanda de sus ciudadanos y captar las divisas.
Esos dólares le permiten a Cuba tener recursos para sus operaciones financieras internacionales, sobre todo para el pago de la deuda y la compra de alimentos. El recrudecimiento del embargo que le aplica Estados Unidos y los retrasos en la reforma de su economía de corte soviético, han complicado su liquidez.
El producto estrella este lunes era el aire acondicionado, por un valor de unos 360 dólares, para amainar el calor en las casas del Caribe.
También congeladores. Cuba importa casi todos los alimentos que consume y sus ciudadanos -los que pueden- tienen la costumbre de abastecer la despensa para semanas.
«Pienso comprarme un freezer (congelador) para tener algo bueno en la casa. Para guardar la carne y no tener que molestar al vecino», explica Armando Moragues, un jubilado de 67 años.
Un kilómetro más allá, en el centro comercial Tángana, se ofrecen motos eléctricas, necesarias en un país con transporte público deficiente y en donde la importación de combustible se ha hecho intermitente debido a las sanciones de Washington sobre los envíos de crudo.
– Todo con tarjeta –
Las compras en dólares son siempre con tarjeta de débito, con cargo a cuentas que empezaron a abrirse la semana pasada en un banco local. Nada de efectivo.
«Depositamos en la cuenta, una parte era remesa familiar y otra ahorros nuestros, y pudimos adquirir los productos», cuenta Aniubis, mientras su esposo carga sus compras sobre uno de los viejos autos de los años 50 que circulan por La Habana.
El gobierno cubano también realizará importaciones a pedido, cuyo costó será debitado de la cuenta bancaria, lo que puede aliviar las necesidades del pujante sector privado, que representa el 13% de la economía del país y que suele recurrir a la costosa importación particular para abastecerse.
Eso sí, las ventas de artefactos de gamas más bajas continúan haciéndose en dinero vivo en las dos monedas de la isla: el CUC (equivalente al dólar) y el peso cubano (24 por dólar). Los precios han bajado y atraen clientes.
En cualquier caso, la fila en los centros comerciales es larga, pero hay paciencia. En Cuba, la fila o cola es un paso inevitable para trámites y la compra de alimentos. El jubilado Armando Moragues no tiene problema en esperar. «Llevo 60 años haciendo colas», dice.
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