Con Yulimar Rojas a la cabeza: 43 atletas venezolanos buscan la gloria en Tokio luego de un largo viacrucis
Venezuela, en la peor crisis económica de su historia moderna, ha tenido un durísimo ciclo olímpico, pero Tokio-2020 promete triunfos con Yulimar Rojas como estandarte.
Múltiple campeona mundial, Rojas ha dominado con autoridad el salto triple femenino en los últimos años y llega con el estatus de estrella a estos Juegos Olímpicos, a los que el país sudamericano acude con una delegación de 43 deportistas.
La atleta nacida en Caracas apunta a la vez al récord mundial de 15,50 metros que fijó la ucraniana Inessa Kravets en 1995.
Solo tres venezolanos han ganado oros en estas citas: el boxeador Francisco ‘Morochito’ Rodríguez en México-1968, el taekowndista Arlindo Gouveia en Barcelona-1992 y el esgrimista Rubén Limardo en Londres-2012. Gouveia recibió su reconocimiento oficial en 2018, pues en 1992 el taekwondo era deporte de exhibición.
Ser favorita en Tokio-2020 es «un orgullo inmenso y una responsabilidad», contó Rojas a la AFP. «No he parado de soñar», agregó la medallista de plata en Rio de Janeiro-2016.
Sin embargo, aunque es el as, esta deportista de 25 años no es la única carta ganadora.
Limardo espera demostrar que sigue vigente a sus sus 35 años, mientras que otros dos ilustres del deporte venezolano, el karateca Antonio Díaz, de 41, y el competidor de BMX Daniel Dhers, de 36, tienen la oportunidad que han esperado por más de dos décadas de trayectoria.
El karate y el estilo libre del BMX entraron por primera ocasión al calendario olímpico, lo que les da el chance de cerrar en alto carreras en las que coleccionaron numerosos triunfos.
Yoel Finol, medallista de plata en Rio-2016, quiere repetir en el podio de la división mosca del boxeo.
– Viacrucis –
Con los años de bonanza petrolera cada vez más lejanos, en un país que perdió 80% de su PIB desde 2014, la ruta a Tokio-2020 se convirtió para muchos en un viacrucis.
Hasta un campeón olímpico como Limardo, por falta de fondos, debió combinar sus entrenamientos en Polonia con un trabajo como repartidor de comida en bicicleta.
«Cada vez que hago un reparto, me digo que esto me va a ayudar a ganar», dijo el espadachín a la AFP.
Finol, en tanto, perdió el clasificatorio a los Juegos Centroamericanos y del Caribe junto con la selección nacional de boxeo por no tener boletos aéreos. No fue algo aislado, pues equipos de Venezuela en voleibol, softbol y esgrima también dieron forfait en competencias internacionales.
Pese a todo, el voleibol masculino consiguió un cupo, convirtiéndose en el único deporte de conjunto con representación venezolana en esta edición olímpica.
¿Sacrificios? Abundantes. La nadadora de aguas abiertas Paola Pérez, quien también estará en Tokio, sufrió una hipotermia en los Juegos Panamericanos Lima-2019 por no contar con un traje de baño adecuado.
A las dificultades financieras se sumaron conflictos federativos. Hubo dos presidentes paralelos, por ejemplo, en las federaciones de boxeo y baloncesto.
El impacto en los eventos previos fue fuerte.
El total de oros de Venezuela en los Juegos Bolivarianos, los Sudamericanos, los Centroamericanos y del Caribe y los Panamericanos bajó de 272 en vía a Rio-2016 a 180 rumbo a Tokio-2020. Había alcanzado 415 hacia Londres-2012.
La paradoja: un ciclo trágico puede derivar en unos Juegos Olímpicos festivos con las aspiraciones doradas de notables individualidades como Yulimar Rojas, Limardo o Díaz.
La cifra de 43 atletas con la que Venezuela asistirá a Tokio-2020 significa un paso atrás con respecto a los 86 con los que fue a Rio-2016 y los 69 de Londres-2012. Ni hablar del pico de 108 en Pekín-2008 en pleno boom petrolero.
Hay otra arista: la migración de deportistas y entrenadores en un país que ha visto huir de la crisis a más de 5,5 millones de personas según la ONU.
Un venezolano, Eldric Sella, es el primer latinoamericano en el Equipo Olímpico de Refugiados.
De la emblemática barriada caraqueña 23 de Enero, Sella competirá en el peso mediano del boxeo tres años después de haber pedido asilo en Trinidad y Tobago.
– Yulimar Rojas: un chispazo de locura –
Un chispazo de «locura» inició el camino que llevó a la niña hiperactiva que creció en una barriada pobre de Venezuela a ser la mujer que aspira a romper el récord mundial de salto triple y ganar oro en Tokio-2020. Yulimar Rojas lo quiere todo.
Caraqueña, pero cridada en Pozuelos, a las afueras de la ciudad costera de Puerto La Cruz, esta extrovertida atleta está segura de tener condiciones para convertirse en la primera triplista que alcanza los 16 metros, lo que destrozaría la plusmarca mundial de 15,50 de la ucraniana Inessa Kravets, establecida en 1995, el mismo año en que ella nació.
«El límite es el cielo», advirtió Rojas a la AFP en la vía a los Juegos Olímpicos.
Convierte las pistas de atletismo en una fiesta: pide aplausos al público para encender las competencias y hace breves bailecitos que a una de sus hermanas, Yerilda Zapata, le recuerdan «el tumbao» («swing») que siempre ha tenido. «Ella es la más rumbera», rememora Yerilda mientras ríe con picardía.
Con una permanente sonrisa, aunque sin piedad, Rojas derrumba barreras.
Solo siete centímetros separan a esta morena de 1,92 metros de estatura del récord mundial de Kravets. Ya tiene en sus manos desde el 21 de febrero de 2020 la plusmarca bajo techo, con un salto de 15,43 que dejó en el pasado el registro de 15,36 que la rusa Tatyana Lebedeva había fijado en 2004.
Espera convertirse, además, en la primera mujer de Venezuela con una medalla de oro olímpica.
Atleta del Año 2020 junto al garrochista sueco-estadounidense Armand ‘Mondo’ Duplantis por World Athletics, Yulimar Rojas era una «niña hiperactiva» que siempre quiso ser deportista, recuerda su madre, Yuleisi.
Cuando siendo adolescente vio por televisión a su compatriota Rubén Limardo colgarse el oro en la espada individual de Londres-2012, Rojas se metió entre ceja y ceja que ella podía hacerlo un día: «Me metí en la cabeza que quería eso».
Soñaba con el voleibol y acabó en atletismo. Aunque prometía muchísimo en salto alto, ganando oro en los Juegos Sudamericanos de 2014, ese mismo año decidió junto a su primer entrenador, Jesús Velásquez, cambiar al salto triple.
«Decían que estábamos locos», recuerda Velásquez. «La locura fue buena. (Hicimos) salto alto, 100 metros, salto largo, salto triple y nos quedamos con el salto triple».
«Me enamoré perdidamente del triple. Ha sido la mejor decisión de mi vida», cuenta a su vez Rojas, la Messi de la sección de atletismo del FC Barcelona y actual discípula del mito cubano Iván Pedroso.
Si bien es muy cuidadosa con su vida personal, la deportista declara con orgullo ser parte de la comunidad LGBTI.
«Vive y deja vivir (…). El amor no se debería explicar. Ojalá llegue el momento en el que todos seamos libres, sin miedos de mostrar nuestro verdadero ser», publicó recientemente en Twitter.
– «El oro me espera» –
En los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro-2016, la colombiana Caterine Ibargüen ganó el oro del salto triple femenino (15,17), mientras Rojas se quedó con la plata (14,98) y la kazaja Olga Rypakova con el bronce (14,74).
La venezolana, campeona mundial en 2017 y 2019 y campeona mundial en pista cubierta en 2016 y 2018, es ahora indiscutible favorita en Tokio-2020.
Ella lo sabe y prepara la próxima fiesta.
«Ayúdenme a elegir… ¿De qué color quieren que me pinte el cabello para Tokio-2020? Estoy emocionada», publicó Rojas en redes sociales, acompañando un selfie. El cambiante look de Rojas, con cortes de cabello distintos y multiplicidad de colores en cada competencia, también es parte del espectáculo.
«Sé que esta vez el oro olímpico me está esperando», dice con férrea confianza.
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