El Congreso de Conindustria y la necesidad de promover la competencia
El Congreso anual de Conindustria realizado el miércoles 29 de junio de 2016 destacó por presentar una serie de expertos, con ponencias cuyos contenidos resultaron precisos y a la vez alarmantes por revelar el nivel de crisis y deterioro socioeconómico del país, exigiendo un enorme compromiso que como país debemos tener respecto a nuestro futuro y reconstrucción.
La intervención de Oscar Augusto Machado resaltó la necesidad de que el país se enfoque y pondere a la innovación como elemento concreto y crucial que podrá no solo imprimir eficiencia y productividad a nuestra economía, sino competitividad en un mundo globalizado.
Por su parte Carlos Henrique Blohm resaltó la importancia de la productividad para el largo plazo y como esta debería constituir por excelencia el subyacente del valor de la mano de obra. Adicionalmente, Blohm rechazó el maniqueísmo político del oficialismo de simplificar la discusión entre izquierdas y neoliberalismo. Señaló que dentro de los liberales existen muchas posturas, asomando como un ejemplo a los ordo-liberales, a la par que mencionaba, alternativamente la necesidad de mecanismos de competencia por el mercado en las políticas públicas cuando el gasto sea público.
Esta invitación realizada por Blohm a discutir las funciones del Estado y del sector privado, alineándolos con objetivos sociales, resultará crucial para el diseño de un nuevo marco institucional, regulatorio y de políticas públicas a futuro. Traer a colación a la escuela Ordo-liberal, como muestra no solo de la variedad del pensamiento liberal, sino igualmente de cómo toda etiqueta suele ser “antipática” por dejar a un lado una riqueza de conocimiento y alternativas de posturas y diseños de políticas públicas y regulatorias, constituyó una de las intervenciones más atinadas del evento.
Aprovechando la ponencia de Blohm, resulta útil desmontar el falaz dogma dicotómico y el maniqueísmo oficialista de “Capitalismo Salvaje” versus “Comunismo”. Los ordo-liberales cuyo nombre alternativo es la escuela de Freiburg, suele asemejar su postura referida a las estructuras de los mercados, al nivel de concentración y a las barreras de entrada; a la visión de la escuela de Harvard liderada por E. S. Mason y Joe Bain[1] por medio del paradigma Estructura-Conducta-Desempeño. Esta escuela de Freiburg fue asociada posteriormente en el plano político a la “economía social de mercado”.
Los ordo-liberales suelen tutelar a la “libertad económica” como un valor por sí mismo, lo que explica que su influencia en la política y regulación de competencia ha sido por medio de la protección de los competidores y de las estructuras de mercados. La “Libertad Económica” enmarcada en esta escuela del pensamiento económico significa que los individuos deberían ser libres de participar en el mercado, bien como competidores o como consumidores, sin trabas de poder de mercado por parte de cualquier otro participante del mercado.
Este enfoque se encuentra alineado con un eventual sentimiento popular suspicaz hacia las grandes empresas. De hecho, como lo plantea la profesora del Kings College London, Alison Jones, este enfoque podría ser tildado de “populista”, y pudiera estar protegiendo la “competencia justa” más que la “libre competencia”. “Justicia” en este contexto implicaría que las empresas pequeñas deberían poseer las mismas oportunidades de competir, así como el hecho que estas deberían ser protegidas de prácticas discriminatorias por parte de aquellas empresas que detentan posición de dominio[2]. Una política de competencia basada en estos principios de “libertad económica” permitiría al Gobierno fomentar a las pequeñas y medianas empresas y promover una sociedad en la cual los ciudadanos están motivados a ser sus propios jefes, desarrollar sus propias iniciativas y emprendimientos, y a comportarse como emprendedores.
Tal posición por cierto está muy relacionada con lo que plantearía Alfredo Padilla más adelante en el evento de Conindustria respecto a los derechos y las libertades económicas en favor de los ciudadanos y los emprendedores. Sin embargo, bajo esta escuela del pensamiento, se entendería que un poder de mercado disgregado podría prevenir una redistribución de la riqueza y el bienestar de los consumidores hacia las empresas con poder de mercado[3], pero por otro lado la protección de las empresas pequeñas e ineficientes podría extraer excedente de los consumidores e incluso destruir bienestar social y económico. Dicho lo anterior, vale la pena destacar que igualmente existen expertos en política y regulación de competencia, que plantean que antes de tomar estas posturas ordo-liberales para proteger a las pequeñas y medianas empresas, resultará preferible liberarlas de controles burocráticos, trámites administrativos, controles y barreras legales que suelen ser mucho más pesadas, en términos relativos, sobre este tipo de empresas[4].
Paradójica y contradictoriamente a lo expuesto por el oficialismo, hoy día las escuelas del pensamiento económico industrial o de la teoría de la organización industrial –escuela a la cual se le otorgó Premio Nobel 2014 por medio del francés Jean Tirole- toman como escuela hito a la escuela de Chicago[5]. Lo anterior, a nuestro entender, no solo ocurre por reconocerle a esta escuela aportes extremadamente importantes en el entendimiento del funcionamiento de los mercados imperfectos, sino porque la contundencia de su postura, modelos y conclusiones han solido estar basados en premisas ideales de difícil cumplimiento. Por ello, no sólo existe una escuela post-Chicago, sino que hoy día existe igualmente una escuela Neo-Chicago.
En términos prácticos, resultará útil para Venezuela analizar el proceso institucional-regulatorio americano, así como el propio europeo. Por ejemplo, si bien a la escuela Ordo-liberal se le suele asignar responsabilidad sobre los orígenes de la política y regulación de competencia en Europa, en parte debido a la presencia poderosa de oficiales alemanes en la Dirección General de Competencia de la Unión Europea y debido a la influencia de la alemana de la competencia; el hecho cierto es que a lo largo del tiempo la doctrina y jurisprudencia europea, en general, se ha ido acercando cada vez más a la postura americana sobre el tutelaje de la eficiencia económica y el bienestar social.
Para aquellos que deseen profundizar en la jurisprudencia americana en contraposición al enfoque ordo-liberal sugerimos revisar la decisión de la Corte Suprema de Justicia referida al caso Verizon Versus Trinko (2004) y para comparar estas jurisprudencia con nuestra doctrina administrativa de la SUNDDE sugerimos ver: El acaparamiento como ilícito y su vacío de contenido en la LOPJ.
En otro orden de ideas y regresando al evento de Conindustria, Oscar Mesa señaló que la inflación en alimentos, en términos puntuales para el mes de mayo superaba el 817%.
Todos los ponentes en el evento de Conindustria coincidieron respecto a la necesidad de libertad, mercado, Estado de Derecho, e innovación.
Por su parte, Alfredo Padilla destacó una característica elemental de la interacción de los hombres libres, que consiste en que la pobreza no tiene por qué ser el resultado o explicada por la riqueza generada por terceros. Tal principio económico, de que las relaciones económicas y comerciales no constituyen un juego suma cero, resulta fundamental en el diseño de políticas públicas alineadas con esquemas de incentivos en favor del progreso y el bienestar.
Por su parte el profesor Humberto García Larralde precisa que “hay que generar un escenario que promueva la competencia” y a la par diseñar políticas de compensación, una vez se inicie una política de estabilización y corrección de la enorme distorsión en los precios relativos.
Preocupa el detalle prestado en algunas ponencias al deterioro de estadísticas referidas a variables socio-económicas de mediano y largo plazo, porque implica que el reto de recuperación del país, va más allá de señales económicas y de confianza de corto plazo.
Sin embargo, el tema común entre los distintos ponentes resultó ser la necesidad de contar con un marco institucional robusto y un estado de derecho que implique un esquema y un entorno de incentivos en favor de la libre iniciativa, las acometidas y la competencia.
Lo anterior lejos de resultar obvio, como contrafactual a lo existente actualmente, implica evitar violentar la restricción de participación de las empresas en la actividad económica de los distintos sectores económicos en los cuales participan, principio de difícil incorporación en el discurso y las políticas por parte de los políticos.
Rescatando de todo lo anterior la necesidad de tutelar a la productividad como bien social, así como la idea de la competencia como medio intermedio para imprimir eficiencia en los mercados -sin dejar a un lado la discusión planteada por Blohm respecto a las visiones liberales desde los ordo-liberales (enfoque no basado en eficiencia y bienestar, sino más redistributivo), hasta el liberalismo moderno basado en el tutelaje de la eficiencia económica como bien social- vale reconocer, celebrar y acompañar esta iniciativa de Conindustria que atina en identificar los temas fundamentales sobre el diseño de una nueva Venezuela y su marco institucional alineado con el progreso y el bienestar.
Economista UCV. Master in Competition and Market Regulation, BGSE, Universidad Pompeu Fabra, Universidad Autónoma de Barcelona. Postgraduate Diploma in Economics for Competition Law, Kings College London. Master en Economía Industrial, Universidad Carlos III de Madrid.
[1] Continuando con el problema que implica las etiquetas, Bain aun cuando ha sido inscrito por la literatura económica como un representante de la escuela de economía industrial de Harvard, el hecho cierto es que perteneció a la University of California, Berkeley.
[2] JONES Alison y SUFRIN Brenda: EU Competition Law: Text, Cases and Materials. Oxford University Press. 2011.
[3] No constituiría una contradicción pensar que empresas eficientes y con “poder de mercado” extraigan rentas o excedentes en los mercados, toda vez que la propia definición del Índice de Lerner y la formación de precios en los mercados de pool por parte de los oferentes y demandantes marginalistas, determinarían tales rentas extracompetitivas. Este tema podría ser revisado en los trabajos de la profesora Universidad Carlos III de Madrid y de la Universidad Pompeu Fabra, Natalia Fabra en alguno de sus estudios e investigaciones referidos a los mercados de energía y específicamente de energía eléctrica en Europa y España.
[4] KORAH Valentine: An Introductory Guide to EC Competition Law and Practice. Hart Publishing. 2007.
[5] Entre los representantes más destacados de esta escuela del pensamiento económico se encuentran Richard Posner, George Stigler, Harold Demsetz, Robert Bork y Yale Brozen.
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