Conozca la vida del nuevo presidente colombiano
Es el presidente más joven en la historia moderna de Colombia, pero sobre todo Iván Duque figura como el elegido del popular exmandatario Álvaro Uribe para recuperar el poder para la derecha que se opone al histórico pacto de paz con las FARC.
Afable y con algunos kilos de más, este exsenador de 41 años ganó la silla presidencial al imponerse este domingo con 53,95% de los votos.
Abogado con maestría en economía y corta experiencia política, Duque (Bogotá, 1976) representa a la mitad de Colombia «indignada» por las «concesiones» a la exguerrilla FARC a cambio de transformarse en partido tras medio siglo de guerra. Por eso promete realizar «modificaciones estructurales» al acuerdo de paz de 2016 que desarmó a 7.000 combatientes.
Queremos que «quienes han cometido crímenes de lesa humanidad tengan sanciones proporcionales que sean incompatibles con la representación política», dijo a AFP.
Lo convenido estipula que los jefes exguerrilleros reciban penas alternativas a prisión si confiesan crímenes y reparan a las millones de víctimas de un conflicto en el que también participaron paramilitares de ultraderecha y agentes del Estado.
Duque también es vocero de esos colombianos temerosos de que el país siga el rumbo que lastró económicamente a Venezuela, lo que ocurriría, asegura, si gana Petro. Al presidente venezolano, Nicolás Maduro, lo llama «dictador» y «genocida».
Pero, sobre todo, encarna las ideas del ahora senador Uribe, al que llama «presidente eterno», y cuyas ideas siguen vivas ocho años después de dejar la presidencia: mano dura contra los rebeldes, inversión privada y valores tradicionales.
Y ese poder de Uribe, que se conserva pese a decenas de investigaciones en contra, es su mayor reto ahora que va a gobernar. Dentro de su partido, el Centro Democrático, afirman que Duque «le debe» todo al ahora senador; en la oposición señalan que es un «títere» del exmandatario.
«Todavía nadie sabe si tiene criterio propio o va a obedecer los mandatos de otro», sostiene Fabián Acuña, profesor de la Universidad Javeriana.
– Poca experiencia –
Su experiencia en la política es de cuatro años. Pero este bogotano «ha vivido la política y desde niño la lleva en la sangre», afirma José Obdulio Gaviria, uno de los ideólogos del uribismo.
Con su padre Iván Duque Escobar, un liberal de extensa carrera política, aprendió de discursos políticos.
Pero fue con el entonces ministro Juan Manuel Santos con quien se inició profesionalmente en los 90 como asesor de Hacienda. Luego saltó al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde estuvo casi 13 años. Hoy, Duque se opone ferozmente a Santos.
«Es muy dinámico en sus relaciones públicas, muy hábil para manejar las relaciones», dijo a la AFP una fuente que trabajó con él en el BID.
En Estados Unidos conoció a Uribe, quien lo incluyó en su lista cerrada al Senado para el periodo 2014-18.
«Iván es más que sabio y estoy seguro de que tiene por delante un futuro brillante», escribió Uribe en los agradecimientos de su libro «No hay causa perdida» (2012).
Sus colegas en el Congreso valoran su inteligencia, responsabilidad y disciplina. En cuatro años logró destacarse y sacó adelante cuatro leyes, la más relevante sobre emprendimientos y «economía naranja».
Pero «un presidente tiene que tener experiencia, autonomía, capacidad política propia, de todo eso carece Iván, que es, como todo el mundo reconoce, un buen muchacho», considera el senador oficialista Roy Barreras.
– Vieja aspiración –
Su imagen jovial y moderna, en la que abundan las camisas sin corbata y los jeans, contrasta con sus creencias conservadoras: se opone a la adopción y matrimonio gay, la eutanasia, la legalización o despenalización de la droga.
Aunque antes celebraba los avances de las minorías, la adhesión a su campaña de sectores de ultraderecha y evangélicos podría explicar su endurecimiento en estos temas.
Casado hace 15 años y padre de tres hijos, de niño soñaba con ser delantero del América de Cali. Tiene una memoria cuasi fotográfica y en la universidad fue un «nerd».
«Iván siempre decía ‘hombre, algún día yo seré presidente de Colombia’. Lo decía con tal determinación que uno le creía», recuerda Francisco Barbosa, amigo cercano y compañero de estudio.
Melómano consagrado, tocaba bajo y cantaba en una banda de rock que formó con sus amigos del exclusivo colegio de Bogotá del que se graduó de bachiller. Aún hoy, en su tiempo libre, toca guitarra.
Se reconoce como un buen bailarín de salsa y, paradójicamente, uno de sus géneros musicales predilectos es la trova cubana, cuyos mensajes revolucionarios intenta obviar.
También es un mago aficionado. Su «truco» consagratorio sería ser el segundo más joven elegido para ocupar el sillón presidencial, por detrás del liberal Eustorgio Salgar, quien con 39 años lo ocupó entre 1870 y 1872.
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