Consecomercio: Ausentismo laboral es grave
En 2017 el ausentismo laboral bajó en el sector privado a 2%, cifra inédita tomando en cuenta que en 2014 llegaba a 60%. “El año pasado, en el caso de las industrias, los trabajadores hacían el esfuerzo de asistir a sus puestos de trabajo por el comedor. Una parte de la comida la guardaban en envases para llevársela a sus hijos”, afirmó a El Nacional Maryolga Girán, presidente de la Comisión de Asuntos Laborales de Conindustria.
Sin embargo, ese panorama cambió a principios de 2018. “El ausentismo laboral se disparó este año por la escasez de efectivo y los aumentos de los pasajes”. Calculó que la ausencia de trabajadores subió a 7% en las áreas de producción y manufactura y en el sector comercio.
Girán explicó que algunos empleados se ven obligados a quedarse en sus casas porque no cuentan con efectivo para pagar los pasajes. Dijo que también les afecta la disminución de las unidades de transporte por los elevados precios y la escasez de los repuestos, y por el mal estado de las vías.
Señaló que en el sector industrial la mayoría de las empresas cuentan con un transporte propio –establecido en el contrato colectivo y, principalmente, en aquellas que tienen jornadas nocturnas– que recoge a los trabajadores en dos o tres puntos.
No obstante, para las empresas se hace cuesta arriba mantener ese servicio. “Cada día es más caro el transporte, lo que encarece los costos de producción debido a que está asociado a la nómina”. Precisó que por trabajador se paga entre 2 millones y 3 millones de bolívares mensuales. “Las empresas están cada vez más ahogadas y cada día cierran más industrias”, añadió.
Señaló que el ausentismo laboral es más acentuado en el sector comercio, porque los empleados no cuentan con un transporte privado ni con un comedor. Indicó que esas personas no tienen para pagar la camioneta y lo que perciben al día no es suficiente para cubrir ese gasto. “Lo que paga una persona que, por ejemplo, vive en Charallave y trabaja en Caracas es más de lo que gana al día”, dijo.
La presidente de Consecomercio, María Carolina Uzcátegui, afirmó que es grave el ausentismo laboral en el sector, por la reducción del transporte público: “Durante el último mes se ha notado que cada vez hay menos unidades en la calle, por factores como el incremento de los precios de lubricantes, cauchos, baterías y los demás repuestos. Se ven largas colas de personas que esperan unidades en las paradas y a veces llegan abarrotadas”. Señaló que en la mayoría de los casos los trabajadores no llegan puntuales.
En el sector público, el ausentismo laboral pasó de 13% a más de 40% en solo un año –de marzo de 2017 a marzo de 2018– porque lo que perciben los trabajadores no les alcanza para movilizarse ni tienen con qué pagarles a los transportistas por la escasez de efectivo, aseguró Servando Carbone, coordinador nacional de la Federación Nacional de Trabajadores del Sector Público.
“Esa cifra significa el fracaso del gobierno, que no ha puesto todo el empeño en mejorar las condiciones del transporte a los trabajadores. La misma política pública está haciendo que se ausenten. El dilema que tiene el empleado es ir a trabajar o comer”, expresó.
Dijo que se han reportado casos de muchas personas que llegan tarde o que no van por ese problema. Indicó que se ha propuesto que los trabajadores que viven fuera de Caracas, en zonas como Los Teques, Guarenas o los Valles del Tuy, asistan a sus puestos solo dos o tres días a la semana.
Añadió que las expectativas no son alentadoras. “Si la situación sigue así, pueden cerrar instituciones y generar pérdida de puestos de trabajo”, advirtió.
El director del Instituto de Altos Estudios Sindicales, León Arismendi, considera que el ausentismo no es más que una consecuencia del deterioro del trabajo. Afirmó que en Venezuela perdió su atractivo, porque los ingresos que perciben los trabajadores no les alcanza para comer ni atender los gastos cotidianos. “Dejó de ser la fuente que permite satisfacer las necesidades fundamentales de los venezolanos. Cuando una persona decide trabajar, lo hace porque aspira a progresar, pero eso está en proceso de destrucción”.
Abandonar el empleo. Más allá de ausentarse unas horas o un día completo, algunos trabajadores han tenido que enfrentar una situación más extrema: abandonar sus empleos. Así le sucedió a David Jiménez, quien renunció porque lo que percibía no era suficiente para trasladarse a su trabajo. Él vive en Los Teques y laboraba en Caracas. Después de la jornada, normalmente a las 7:00 pm, tomaba el Metro hasta la estación Alí Primera, en El Tambor, donde debía agarrar un carrito por puesto que aumentó de 14.000 a 22.000 bolívares en efectivo. “Todos los días hacía colas en los bancos, pero no pude más”, lamentó. Añadió que es muy poco el número de camionetas que transitan por la zona donde vive.
El presidente de la Central de Trabajadores Alianza Sindical Independiente, Carlos Navarro, dijo que se trata de una “deserción forzosa”, porque la persona deja de trabajar por las condiciones de vida y laborales en las que se encuentra. “No es porque se levante tarde, sea flojo o irresponsable. El trabajador no asiste por hambre y por una absoluta impotencia ante el drama que vive su familia. Eso lo paraliza”.
Detalló que 2 terceras partes de la población económicamente activa del país ganan menos de 3 salarios mínimos. Aseguró que en 2000 con ese ingreso se podía adquirir 67% de la canasta alimentaria. En enero de 2018 solo alcanzó para comprar 2% de la cesta.
“El trabajador está atrapado en una miseria desesperante cuyo primer rostro se llama hambre y el segundo desempleo. Es una especie de trampa inhumana generada por las políticas oficiales. ¿Cómo va al trabajo si tiene hambre, se siente desesperado porque no le alcanza el dinero ni tiene cómo mandar a sus hijos al colegio y está ante una empresa improductiva? Hay muchas razones para no ir a trabajar”, manifestó.
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