Crear condiciones para atraer inversionistas: el mayor reto para recuperar la industria petrolera venezolana
Osmel Manzano, economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para los países andinos, afirmó que la sociedad venezolana aún cree que la producción de petróleo es beneficiosa, pero demanda mayor transparencia en la distribución de los recursos económicos que genera el sector.
Con base en un proyecto realizado por Manzano y otros economistas alineados con la agenda 2025 del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), expuso los desafíos para la política petrolera venezolana.
El experto petrolero aseveró en el Foro “Política Petrolera” organizado por el Observatorio Venezolano de Finanzas, que existen tres elementos claves para la política petrolera venezolana.
La descarbonización, asociada al Acuerdo de París que se traduce en un compromiso para reducir la generación de CO2 y los productos que lo generan, conlleva implicaciones en la demanda de petróleo y constituye el primer elemento clave para Manzano. Basándose en una investigación realizada en el University College of London, Osmel Manzano señala que en relación a un modelo basado en áreas conocidas hasta el año 2015, los precios en Venezuela serían distintos dependiendo si se cumple con el objetivo del Acuerdo de París fijado en que la temperatura del mundo solo crezca hasta 1,5°C.
“El impacto de la descarbonización en Venezuela refleja una tendencia al alza en los precios del petróleo según las áreas conocidas hasta 2015. Los escenarios cambian y los precios comienzan a declinar en la medida que se cumplan los acuerdos, aunque detrás del negocio petrolero hay decisiones técnicas y políticas”, expresó el Asesor Económico Regional del Banco Interamericano de Desarrollo.
Asimismo, aclaró que en la medida en que el país se mueva hacia contratos con un sistema de participación a riesgo y presiones fiscales menores, habrá oportunidades incluso en un escenario de 2°C. Destacando la posibilidad de una tendencia a largo plazo decreciente, la dinámica política interna podría establecer si se tiene mayor participación o no en este mercado.
“La competitividad será clave en este nuevo contexto. La tecnología puede ayudar, pero no depende del país, se está probando; si sucediera, se abriría una ventana de oportunidades. Sin embargo, esto no está ocurriendo en Venezuela, es una tecnología que tendríamos que importar, siendo al final un tema fiscal y un costo más”, enfatizó Manzano, al tiempo que lamentaba el hecho de que Venezuela es uno de los sistemas tributarios que genera más pérdidas de peso muerto en América latina.
El economista enfatizó la importancia de la licencia social y celebró que el 49,9% de los venezolanos apoya la explotación de hidrocarburos, lo que constituye un aspecto positivo, frente al 47,2% de los venezolanos que consideran que la distribución de beneficios económicos de la extracción de petróleo y gas es injusta.
De la misma forma, Venezuela es el país de la región Andina con menor confianza institucional. «La gente tiene menos confianza en que el gobierno haga cumplir las normas ambientales y sociales. Solicitan una mejor presencia del gobierno».
Durante el foro, Manzano indicó que un tercio de la población venezolana piensa que las empresas petroleras no escuchan a las comunidades que se encuentran cerca de los pozos de extracción de hidrocarburos y que los municipios petroleros con poblaciones golpeadas ven de manera positiva la producción petrolera, pero piensan que no está funcionando bien la forma en que se ha venido trabajando.
“La sociedad venezolana está demandando mayor transparencia. El tema a futuro es que el crecimiento de la actividad dependerá de cómo la manejemos”, puntualizó sobre el segundo elemento.
El economista del BID, habló sobre el peso del petróleo en la economía venezolana como último elemento y aseguró que Venezuela tiene un modelo económico en el que el petróleo es el principal factor que dinamiza su economía.
“Considerando la última matriz de contabilidad social, el multiplicador del 2014 a US$88, era 7 veces más alto que el de 1997”, rescató Manzano, aludiendo que hoy el problema está en que el multiplicador es más fiscal que de producción petrolera, porque entre muchas razones, las empresas básicas y las cadenas ligadas al sector petrolero están cerradas y no se producen bienes relacionados al petróleo que antes se producían. El economista cree que hay una necesidad de capital humano y de infraestructura debido a que la industria está bastante desmejorada.
Añadió que “va a haber un potencial de producción mucho más fácil de recuperar porque está allí, pero para volver a los dos millones de barriles diarios que teníamos sí se va a necesitar recuperar esa infraestructura petrolera que está dañada o se perdió. No es que se le va que pedir apoyo a otros países, simplemente que Venezuela va a tener que crear las condiciones necesarias para los inversionistas, ese va ser el gran reto de Venezuela”.
“Las políticas de recuperación deben incluir otros sectores además del petrolero, este no es suficiente. Se requieren otras fuentes de crecimiento. En Venezuela hubo dos períodos de crecimiento importantes de actividad petrolera: luego de 1944 con un escenario favorable en la postguerra y en 1986 con el colapso del sector petrolero ruso e iraquí. Es necesario aclarar que las condiciones hoy son distintas para crear una política pensando en el nuevo contexto del mundo. Estamos en un contexto anti petróleo, los países están buscando cómo disminuir el consumo de petróleo”, reveló el doctor en economía, concluyendo que la descarbonización implica mayor competencia y aunque la licencia social será relevante, no se puede contar con el petróleo como la única actividad que impulse la economía venezolana.
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