La Cumbre Iberoamericana se inaugura este viernes en República Dominicana con una agenda enfocada en la economía, en medio de oscuros pronósticos para una región que busca más financiamiento y apoyo para enfrentar una crisis migratoria y otra alimentaria.
Confirmaron su presencia 14 de los 22 jefes de Estado y de gobierno convocados a la cita en Santo Domingo, que cerrará el sábado con una declaración conjunta.
Medio ambiente, comercio y la brecha digital también serán temas abordados, así como la situación en Haití, muy sensible para Dominicana, su vecino y anfitrión de la cita.
El encuentro vuelve a ser presencial tras la cumbre de Andorra, en abril de 2021, que tuvo asistencia mayoritariamente virtual por el covid-19.
Y si entonces el foco eran vacunas y el combate contra el virus, ahora es la crisis económica que este generó, agravada por la invasión rusa en Ucrania.
El canciller dominicano, Roberto Álvarez, dijo que la declaración que firmarán los países «contiene principalmente trabajos en relación con la inclusión de una carta digital, una carta medioambiental iberoamericana» y «una ruta crítica de seguridad alimentaria».
El costo de una dieta saludable en América Latina es el más alto del mundo (USD 3,89) e inaccesible para el 22,5% de su población, según cifras de la ONU.
Igualmente, se presentarán trabajos sobre «el acceso al financiamiento para países de renta media» cuando «las tasas de interés que están ahogando a nuestros países», añadió el canciller.
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) pronosticó el domingo un «difícil» 2023, con crecimiento de apenas 1% para América Latina y el Caribe, cercano a la estimación de 0,9% de la Unión Europea para su territorio.
«Diálogo privado»
El presidente de Colombia, Gustavo Petro; el de Chile, Gabriel Boric; y el de Cuba, Miguel Díaz Canel, están entre los jefes de Estado confirmados, junto al paraguayo Mario Abdo, el boliviano Luis Arce, el ecuatoriano Guillermo Lasso, la hondureña Xiomara Castro y el costarricense Rodrigo Cháves.
El rey Felipe VI y el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, confirmaron igualmente su asistencia, al igual que el primer ministro portugués, Antonio Costa.
Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, será representado por su canciller Mauro Vieira, mientras que el mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, enviará al subsecretario para América Latina y el Caribe, Maximiliano Reyes.
No estará tampoco Dina Boluarte, presidenta de Perú, investigada por la represión de protestas que siguieron a la destitución de su antecesor, Pedro Castillo.
Álvarez indicó que habrá espacio para «un diálogo privado entre todos los mandatarios (…) sin una agenda preestablecida».
En duda está la asistencia del presidente salvadoreño, Nayib Bukele, y del nicaragüense Daniel Ortega, ambos criticados por su creciente autoritarismo y violaciones de los derechos humanos. Y también del venezolano, Nicolás Maduro, centro de un acalorado debate en Andorra, donde muchos mandatarios no lo reconocieron debido a su polémica reelección en 2018.
Eso cambió con el regreso de la izquierda a varios de los países que apostaban por su caída, comenzando por Iván Duque en Colombia, sucedido por Petro, que restituyó relaciones con Venezuela. Algo similar ocurrió en Brasil, Ecuador, Perú, Honduras.
La cumbre en Santo Domingo «es otra oportunidad para Venezuela normalizar su posición en el escenario internacional (…), ser uno más en el concierto de las naciones y dejar atrás la crisis de legitimiadad que ha plagado su política exterior», dijo a la AFP el experto venezolano en relaciones internacionales Iván Rojas.
Migración y Haití
La inmigración será el tema más candente de la cumbre, en una región que cuenta con fuertes flujos de migrantes desde hace años. Venezolanos, haitianos, cubanos, centroamericanos y mexicanos buscan escapar de la pobreza y la falta de oportunidades en sus países.
«El caso de Haití probablemente entre en la declaración final, pero eso está por verse», dijo Rubén Silié, viceministro dominicano de Política Exterior Multilateral. «No podemos imponer la agenda».
Desde su llegada al poder en 2020, el presidente de Dominicana, Luis Abinader, ha endurecido sus políticas migratorias frente a su vecino Haití, el país más pobre de las Américas y controlado por pandillas.
El presidente dominicano ordenó la construcción de un muro en tramos de la frontera de 380 km entre Haití y Dominicana y el año pasado deportó a más de 170.000 haitianos, lo que le ha valido críticas de la comunidad internacional.