#Dato | ¿Cómo un país pobre se convirtió en uno de los más ricos del mundo?
Tras pasar por diversas dificultades, este país escandinavo cuenta con una economía próspera y robusta, representando el petróleo alrededor de 20% del Producto Interno Bruto (PIB).
Noruega es un país europeo que cuenta con más de 5 millones de habitantes y, además, tiene condiciones de vida y de desarrollo que están entre las mejores del mundo.
Cabe resaltar que esta nación cuenta con una economía próspera, ubicándola entre las naciones más ricas en el planeta.
No obstante, Noruega no siempre fue así, puesto que al momento de independizarse de Dinamarca, en 1814, era una nación en la que el 90% de su población se dedicaba a la agricultura, por ende era una tierra rural.
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Tras pasar por diversas dificultades y superarlas, este país escandinavo cuenta actualmente con una economía próspera y robusta, donde el petróleo representa alrededor de 20% del Producto Interno Bruto (PIB).
Igualmente, Noruega tiene previsto lograr ingresos por más de 130.000 millones de euros para el próximo año, gracias al aumento de los precios del crudo por el conflicto entre Rusia y Ucrania, reseñó el diario El Economista.
A continuación, el texto íntegro publicado por los periodistas Javier Calvo y Carlos Reus en el medio internacional:
Noruega es un país de poco más de 5 millones de habitantes, con unas condiciones de vida, de desarrollo y de bienestar que están entre las más destacadas del mundo. Y, por supuesto, con una economía próspera, que le coloca entre los países más ricos, utilizando casi cualquier índice que se nos ocurra. Son el estado con el que todos sueñan ser.
Pero no siempre fue así. Cuando Noruega se independizó de Dinamarca, en 1814, era un país rural, con el 90% de la población dedicada a la agricultura, en unas tierras que además no eran especialmente fáciles de cultivar. No es hasta finales del siglo XIX cuando la economía del país empieza a despegar, gracias a la revolución industrial, las mejoras agrícolas, la expansión de la ganadería… y sobre todo el dominio del mar. Se convierten en una potencia del transporte marítimo, que le permite exportar hierro, carbón, madera y pescado, y cuenta con una flota naval que llegó a representar el 7% del total mundial.
Sin embargo, la I Guerra Mundial, a pesar de que se mantuvieron neutrales, provocó el estancamiento absoluto de su economía, debido principalmente a la dependencia que tenían de Reino Unido, por entonces su principal socio comercial.
Noruega siempre fue vista como la prima pobre de los países escandinavos. Unos ‘paletos’, agricultores y pescadores, a los que Suecia y Dinamarca, mucho más urbanas, siempre miraban por encima del hombro. Con la economía parada, y sin oportunidades, fueron cientos de miles los noruegos que emigraron a América del Norte en la primera mitad del siglo XX, tanto a Estados Unidos como a Canadá. De hecho, fue, tras Irlanda, el país de Europa con más emigrantes en proporción a su población.
Por si la situación no fuera bastante complicada, la II Guerra Mundial y la ocupación alemana acabaron con cualquier signo de recuperación que pudiera mostrar la economía noruega.
Tras la guerra, Noruega se enfrenta al reto de resucitar su maltrecha economía, arcaica y muy vinculada a la pesca. Con un futuro que no veían nada claro, el Gobierno Laborista, con Einar Gerhardsen al frente, inicia una serie de reformas de corte socialdemócrata y con un enfoque claramente keynesiano. El objetivo, para reducir la pobreza, era mejorar la redistribución de la riqueza.
El camino socialdemócrata
La receta aplicada por el Ejecutivo pasó por implementar impuestos altos y progresivos, crean una especie de IVA y además gravan adicionalmente productos discrecionales como el alcohol, el tabaco, los coches o los cosméticos.
Los ingresos que logra el Estado de esta manera le permiten desarrollar un sistema de Seguridad Social, que garantizase las pensiones y que además permitiese cubrir la atención médica para toda la población, entre otros beneficios.
La situación de Noruega por fin mejora, y muchos emigrantes incluso retornan, pero eso no le convierte aún en un país rico. Ese salto se produce en los 60. Los expertos del país ni siquiera creían que pudiera haber hidrocarburos bajo su mar. Pero a principios de aquella década Países Bajos encuentra gas en sus costas, lo que impulsa la investigación del resto del Mar del Norte. Son empresas privadas las primeras que se acercan al Gobierno a solicitar permiso para llevar a cabo esa exploración, pero el Ejecutivo, prudente, primero desarrolla el marco legal adecuado.
Además, en 1963, Noruega negocia con Reino Unido y Dinamarca el reparto del subsuelo marítimo del Mar del Norte, logrando un provechoso acuerdo, que le atribuyó más terreno del que le correspondería si hubieran aplicado la Convención de Ginebra. Se benefició de las prisas de Reino Unido por empezar a explorar, y de la incapacidad negociadora del ministro de Asuntos Exteriores de Dinamarca.
Encuentran petróleo en sus costas
Con la normativa desarrollada y los límites territoriales claros, comienza la exploración. Las empresas encargadas, por entonces todas extranjeras, encuentran varias reservas de petróleo, pero de pequeño tamaño y difíciles de explotar. Es en 1969 cuando la fiebre estalla. Philips Petroleum Company encuentra en el campo de Ekofish un gran yacimiento, además poco profundo y con condiciones climáticas más amables que en el resto de la región, lo que facilitaba la extracción.
Es en ese momento en el que las autoridades empiezan a creer en la importancia del sector petrolero, y en la importancia de invertir en este terreno. En 1973 funda Statoil, la compañía petrolera estatal. Sin embargo, los beneficios netos no fueron automáticos: la gran inversión de capital necesaria para desarrollar la industria petrolífera retrasó las ganancias hasta los 80.
La industria petrolífera cambió la economía de Noruega rápidamente. En 1975 ya era una de las principales fuentes de empleo del país, que logró prácticamente acabar con el desempleo. Las dificultades en el Mar del Norte, tanto para explorar como para perforar, impulsaron la reconversión de numerosas empresas de tecnología y construcción, que aprovecharon su experiencia para crecer al calor de la fiebre por el oro negro.
A pesar de todo, las autoridades no se vuelven locas. Primero reinvierten los beneficios del petróleo para estimular la economía y en mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos. Cuando en los 80 el precio del petróleo se dispara es cuando deciden empezar a ahorrar parte de las ganancias que les otorgaba el crudo. Y no pierden la perspectiva cuando la caída del precio del petróleo en el 86 arrastra a la economía nacional.
El Fondo Soberano de Noruega
Yendo un paso más allá, en los 90 crea el Government Pension Fund Global, un fondo soberano de riqueza, hoy el mayor del mundo, con el que el Gobierno invierte los ingresos del petróleo en acciones, bonos e inmuebles para diversificar la riqueza del país. Esta es la receta que aplica para evitar el ‘mal holandés’. Se conoce así a la ‘enfermedad’ que puede hundir la economía de un país por la apreciación de su divisa. Cuando comienza a exportar una materia prima de forma masiva, el influjo de capitales aprecia la moneda, lo que erosiona la competitividad de otros sectores, que se ven obligados a dejar de exportar. Holanda fue protagonista de este mal cuando, como habíamos comentado, encontró grandes reservas de gas natural en los 60.
Noruega convirtió rápidamente gran parte de los ingresos obtenidos por el crudo en divisas extranjeras, lo que mitiga este efecto. El fondo, además, le permite mitigar suavizar las consecuencias de las crisis económicas, como se vio incluso en la pandemia.
Las autoridades no han perdido nunca el foco, independientemente el color del partido en el Gobierno. A pesar de las diferentes caídas del precio del petróleo que se han vivido en las últimas décadas, no han descuidado su fondo soberano. Además, ningún Ejecutivo ha caído en medidas populistas que podría llevar a cabo con las ingentes cantidades de capital disponibles, y a pesar de que una parte de la población reclama ahorrar menos y gastar más. Siempre han pensado en el largo plazo, y en tratar de garantizar el bienestar de las próximas generaciones.
Hoy, Noruega tiene una economía fuerte y próspera. El petróleo sigue representando un 20% de su PIB, y espera lograr ingresos récord el próximo año, de más de 130.000 millones de euros, debido al incremento de los precios provocados por la invasión de Ucrania y las sanciones a Rusia.
Destinará una cuarta parte a los presupuestos, y el resto irá a su fondo de pensiones, el mayor del mundo, y que cuenta con un capital de más de 1,3 billones de dólares.
Estos son los pilares sobre los que se sustenta la economía noruega y que explican cómo se ha convertido en un país rico. Y cómo se enfrenta con menos miedo al cambio demográfico y a problemas como el pago de las pensiones futuras, como pasa en otros muchos países de Europa y del resto del mundo.
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