Davos 2019: La perplejidad de las élites
La 49 edición del Foro Económico Mundial de Davos concluyó ayer sin un mensaje claro para el resto de los mortales, que han percibido la perplejidad e incapacidad de los ricos y poderosos para responder a los desafíos de la economía digital, la Cuarta Revolución Industrial.
Lo que preocupa al mundo ha quedado claro, la posibilidad de una recesión o de una rebaja en el crecimiento, la constatación de que el modelo productivo es demasiado contaminante y hay que sustituirlo por otro más limpio, o los desastrosos efectos que tendrá el «brexit».
Ya el primer día, el informe sobre perspectivas económicas globales que tradicionalmente presenta el Fondo Monetario Internacional (FMI) descartaba una recesión, pero advertía de riesgos importantes para la economía global, sin ofrecer recetas concretas para paliar el enfriamiento.
Entre ellos, la desaceleración en la zona del euro, fruto de la incertidumbre que plantea el «brexit» y del frenazo de la economía alemana; la fuerte contracción en Turquía y la moderación del crecimiento en Latinoamérica.
Además, el mundo entero miraba con desaprobación hacia China, donde el PIB crecerá este año «sólo» un 6,5 %, la tasa más baja desde la crisis de 2008, y muy lejos de los dos dígitos de hace unos pocos años.
Consejeros delegados y presidentes de cerca de un millar y medio de empresas ya habían hecho su propio diagnóstico, igual de sombrío, antes de comenzar el Foro, como constató una encuesta de PwC presentada en Davos que revelaba que al 88 % de los directivos «le quita el sueño» la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
O que cerca de la mitad confesaba «estar en vilo» por el «brexit».
El desconcierto es tal que representantes de grandes empresas del sector financiero, como el Santander o Bank of America, o de la tecnología, como Microsoft, pedían, en un ejercicio de humildad nunca visto hasta ahora en Davos, más regulación, más normas, frente a amenazas como la banca en la sombra o el robo de datos.
Y, al igual que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, fue incapaz durante los escasos ocho minutos que duró su intervención ante el Plenario de Davos de desvelar cuál es su proyecto, limitándose a remitir al ministro competente en cada caso, así las élites de Davos han echado balones fuera.
Grandes bancos y sociedades de inversión admitían en un panel que el mercado de deuda corporativa «está inflado» -supera en todo el mundo los 29 billones de dólares (unos 25,4 billones de euros)-, pero descartaban que hubiera una burbuja, y que de haberla pudiera estallar.
Capítulo aparte merece el «brexit», cuyas consecuencias nadie se ha atrevido a abordar aquí en Davos, y que ha provocado escenas memorables durante el Foro, como el silencio absoluto del gobernador de Banco de Inglaterra, Mark Carney, ante la pregunta de si en su opinión existe aún alguna posibilidad de que el Reino Unido permanezca en la UE.
Más elocuente aún fue el silencio del canciller del Exchequer o ministro de Economía británico, Philip Hammond, que acudió a Davos pero declinó participar en ningún acto público, pese a que figuraba como ponente en un par de ellos.
En flagrante contradicción con uno de los temas más recurrentes del Foro de Davos, el calentamiento global, el director general de la Agencia Internacional de la Energía, Faith Birol, defendió sin complejos el uso del petróleo y de otros combustibles fósiles, por la poca penetración de otras fuentes de energía.
Y en la sesión de clausura, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, se refirió a las que, en su opinión, son las dos principales amenazas para la economía global, el envejecimiento de la población y el cambio climático.
Tras una hora de discusión con, entre otros, el gobernador del Banco Central de Japón, Haruhiko Kuroda y la consejera delegada del Banco Mundial, Kristalina Georgieva, la única conclusión, aparte de «más compromiso y más cooperación», fue que «todo iría mejor si decidieran las madres y las abuelas».
No obstante, en sus conclusiones el Foro de Davos asegura haber tomado «numerosas medidas para resolver los más acuciantes problemas sociales, políticos y del medio ambiente», cuyo éxito se analizará en la edición de 2020.
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