De lavaplatos a multimillonario: La travesía de Aristóteles Onassis
Aristóteles Onassis no era un hombre muy agraciado físicamente, pero estaba parado sobre una montaña de billetes, y eso atraía a muchas mujeres. Y es que era tan groseramente rico, que si se le hubiera ocurrido vender todos sus activos, habría hecho que Wall Street se derrumbara.
Aristóteles Sócrates Onassis nació en enero de 1906 en Esmirna, un territorio que por aquella época era parte del imperio otomano. No se tiene una fecha concreta de su natalicio, algunos dicen que fue el día 15 y otros que el 20. Esta confusión se creó porque se comenta que falseó sus datos personales con tal de formarse una imagen de éxito, infiltrarse entro los ricos y hacer negocios como su fuera parte de ellos.
Su padre, Sócrates, tenía una buena posición, lo que le permitió darle una buena educación a sus hijos. De hecho, a los 16 años, Aristóteles hablaba cuatro idiomas: griego, turco, español e inglés. Pero la guerra acabó con las vacas gordas; perdieron sus propiedades y la familia regresó a Grecia como refugiada. Sin embargo, el joven buscó nuevos aires y se marchó a Uruguay, y de ahí a Buenos Aires, con la esperanza de vender tabaco. Empezó como lavaplatos y vivía en la azotea de un hotel, pero por las noches, se dedicaba a estudiar finanzas.
Era un chico ambicioso y fue en la River Plate Telephone Company que empezó a gestar su capital. De entrada mintió en su edad (se aumentó 6 años) y señaló que había nacido en Atenas. La leyenda dice que pidió el turno de la noche y que allí escuchaba las conversaciones de accionistas de Estados Unidos, Inglaterra y Suiza. En una ocasión, se enteró de la venta de una empresa frigorífica, y entonces decidió comprar acciones de esa compañía, las cuales tuvieron una importante alza y le permitieron ganar una buena suma de dinero.
Luego de esto, inició negocio en la fabricación de cigarros, importando tabaco griego y turco, teniendo como mediador a su padre. Obtuvo contratos millonarios y a la par comenzó a exportar pieles, granos y lana, con lo que inició su segundo gran negocio: el transporte marítimo. A los 28 años de edad ya era millonario. A pesar de la Gran Depresión de 1929, sus negocios no se vieron afectados y consolidó sus operaciones al comprar y construir buques de carga a bajo precio. Básicamente se hizo rico aplicando el principio de: compra barato, vende caro y cobra rápido.
En ese mismo año se convirtió en cónsul de Grecia en Buenos Aires y ya contaba con la nacionalidad argentina. Dejó el país en 1932, pero volvió en varias ocasiones.
Sus bellas mujeres
En 1945, con 41 años de edad, seguía soltero. Su relación con las mujeres era extraña: las cubría de regalos, las seducía, las poseía y no sabía qué más hacer con ellas. Tuvo entre los brazos a bellezas como Veronica Lake, Gloria Swanson y Greta Garbo.
En su mundo de entonces, el de los navieros griegos, el monarca se llamaba Stavros Livanos. Lo lógico era casarse con la hija del rey, aunque sólo tuviera 15 años de edad. Convenció a su suegro, y el 28 de diciembre de 1946, en cuanto Athina cumplió los 16, se celebró el matrimonio en la catedral ortodoxa de Nueva York. Tuvieron dos hijos: Alexander y Christina.
Aunque su matrimonio “iba bien” en 1947 pasó una noche con su primera “mujer mito”: Eva Perón. Pagó 10 mil dólares, en concepto de donativo a descamisados, por una noche de pasión con esta mujer.
Pero Athina no se quedó atrás, ella también tuvo sus aventuras con los hombres más atractivos de la época. Onassis “toleraba” esas infidelidades para que su esposa permitiera las suyas.
Cuando se divorciaron, Aristóteles se refugió en los brazos de María Callas, una mujer que le amaba con todo el corazón y que según él, “era una mujer a su altura”. Tuvieron un hijo, pero murió poco después de nacer.
En 1963, aún estando con Callas, tuvo un romance con la princesa Lee Bouvier‐Radziwill, hermana de Jacqueline Kennedy, quien era solamente un “escalón” para llegar a la esposa del presidente de Estados Unidos. Cuando John F. Kennedy fue asesinado, Onassis comenzó a cortejar a la viuda.
Logró casarse con ella el 20 de octubre de 1968, pero firmaron un contrato prenupcial en el que decía que Jackie podía seguir viviendo sola, organizar sus vacaciones, acceder a todos los lujos y que no estaba comprometida a nada. A la mañana siguiente, Aristóteles, de 64 años, dijo que en su noche de bodas hicieron el amor seis veces.
Sus más grandes lujos
Onassis era el rey de Mónaco, aunque la corona la portaba Raniero. Poseía la mayoría de las acciones de la Société des Bains de Mer, que aglutinaba el casino, los principales hoteles y la actividad inmobiliaria. En Montecarlo tenía su propia sociedad financiera de navieras, líneas aéreas, petróleo, importación, exportación y un poco de piratería.
En su época fue considerado el hombre más rico del mundo y en cuanto a lujos, no tenía límites. El ejemplo más claro es Christina O, un yate de 100 metros de largo que adquirió por sólo 34 mil dólares. Le invirtió 4 millones para dotarlo de todos los lujos, por lo que al final, no quedó en él ni un rastro de sencillez.
Estaba decorado con cuadros de Miró y Renoir, las puertas tenían picaportes de oro, chimeneas, lámparas de cristal… 35 pasajeros podían hospedarse cómodamente es su 18 habitaciones, disfrutar del gimnasio, del bar, de la alberca y del jacuzzi.
Otra de sus extravagancias era Skorpios, una isla griega en el Mar Jónico. En los 60, adquirir una era símbolo de alto estatus y riqueza, por lo que Onassis no dudó en comprar una para su entonces pareja, María Callas.
El declive de un millonario
Empezó a morir en 1973, cuando su hijo falleció en un accidente aéreo. Dejó de tomar sus medicamentos y de interesarse por los negocios. Una enfermedad neuromuscular degenerativa, complicada por una infección de vesícula, lo postró en una cama en 1974. Jackie ordenó su traslado a París. Falleció el 15 de marzo y fue enterrado en Skorpios, donde también descansan sus hijos Alexander y Christina.
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