Delegados de Guaidó y Maduro enfrentan presión para salida electoral en Oslo
La segunda ronda de conversaciones de los expertos en negociación del gobierno de Noruega con los equipos de Nicolás Maduro y Juan Guaidó en Oslo se centrará en generar un protocolo formal de diálogo que avance hacia una salida electoral, tan rápida como sea posible, y que posiblemente suponga la realización de unos comicios generales supervisados por organismos internacionales.
Fuentes de los sectores partidistas de oposición al gobierno chavista apuntaron que el mandato que lleva la delegación de Guaidó, integrada por el abogado constitucionalista Gerardo Blyde; el segundo vicepresidente de la AN, Stalin González; el consultor Fernando Martínez Mottola; y ahora el ex rector del Consejo Nacional Electoral, Vicente Díaz, es insistir en la estrategia de que se negocie, en primera instancia, un mecanismo que separe a Maduro del gobierno, para luego pasar a un gobierno de transición con plenas garantías para sectores civiles y militares del chavismo.
Por su parte, el equipo del madurismo está integrado por el ministro de Comunicación, Jorge Rodríguez; el gobernador de Miranda, Héctor Rodríguez y ahora se incorpora, en calidad de jefe de misión, el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza.
Los dirigentes consultados confirman que no está previsto en esta ronda un diálogo directo entre las delegaciones de Guaidó y Maduro, cosa que no ocurrirá hasta que no existan unas reglas de juego definidas por acuerdo.
De acuerdo con las fuentes consultadas, el grupo de Maduro no se mostró proclive a alcanzar ningún tipo de acuerdo electoral ni político en la primera ronda de encuentros con los negociadores noruegos, y se limitó a plantear un esquema de flexibilización de las sanciones internacionales con apoyo de la oposición, a cambio de medidas de «pacificación» y «convivencia» política.
Un dirigente del sector opositor con conocimiento de las conversaciones indicó a Banca y Negocios, de manera extraoficial, que no está claro para qué el sector madurista va a conversar en Oslo, porque no ofrece ninguna propuesta concreta para resolver el evidente conflicto de poderes que paraliza la política en Venezuela.
Hasta ahora, ambos sectores se mantienen en sus posiciones maximalistas, pero aparentemente es el sector chavista el que menos disposición tiene a buscar opciones para abrir la discusión con alguna perspectiva de salida, mientras que los delegados opositores, según se conoció, están más dispuestos a evaluar alternativas.
Lo anterior contradice, en cierta forma, los discursos públicos de ambos sectores, pues es Nicolás Maduro y su periferia política quienes insisten en la necesidad de un diálogo político, mientras que Juan Guaidó habla del proceso con más reservas y siempre con la advertencia de que los sectores democráticos no se sentarán en un «falso diálogo».
Los dirigentes consultados asumen que los delegados de Guaidó están claros en que Maduro lo que busca es ganar tiempo, a partir de la creencia de que este factor juega a su favor; sin embargo, ello no parece ser tan así, porque las condiciones de gobernabilidad para la administración chavista son cada vez más difíciles y, en consecuencia, su velocidad de desgaste es mayor.
La tesis de las elecciones generales adelantadas es rechazada de plano por la oposición democrática y por el propio chavismo; sin embargo, ambas partes tienen la certidumbre de que es la salida que podrían plantear las instancias internacionales, como el Grupo de Contacto, la Unión Europea y hasta una parte del Grupo de Lima, para resolver el conflicto político en Venezuela.
Para los enviados de Guaidó, la estrategia es consolidar el respaldo internacional en un entorno muy complejo y convencer a sus aliados foráneos de mantener e incrementar la presión contra el gobierno de Maduro.
Las conversaciones de Noruega son parte de un proceso que ninguno de los sectores en pugna en Venezuela puede desconocer, porque es evidente que Rusia y China, principales soportes internacionales del gobierno chavista, son partidarias de que Maduro dialogue con sus opositores y se llegue a una salida razonable.
La administración interina de Guaidó, debilitada políticamente después del fracaso del intento de sublevación militar del 30 de abril, tampoco puede dejar de lado la iniciativa del gobierno noruego, respaldada en principio por el denominado Grupo de Contacto, conformado por la Unión Europea.
Parece evidente que la inmensa la comunidad internacional -y no se sabe si con excepción de Estados Unidos- busca y presiona por una salida política que garantice la paz interna en Venezuela y evite males mayores en un país cuya economía está severamente deprimida y donde las condiciones de vida se deterioran más día a día.
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