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11/12/2017 06:39 AM

Derrotemos la hiperinflación (José Guerra)

Venezuela sufre un caos económico. El signo más visible del mismo es la hiperinflación la cual se ha venido conformando en la medida en que el BCV emite bolívares que nadie quiere y que al recibirlos el público rápidamente sale en estampida a cambiarlos por dólares o a comprar cualquier cosa disponible en los mercados, porque se ha aprendido que mientras más tiempo se quede con los bolívares éstos valdrán menos.

Según las cifras elaboradas por la Asamblea Nacional, al cierre de noviembre de 2017 la tasa de inflación acumulada marcó un nivel de 1.370% y se proyecta para todo el año 2017 un aumento de los precios superior al 2.000%. Todos los procesos de hiperinflación conocidos tienen una característica común: la impresión de dinero por parte del banco central con el objeto financiar el déficit fiscal del gobierno. Esa impresión de dinero desata fuerzas desconocidas y la moneda se devalúa y ello se trasmite a los precios generando una espiral inflacionaria que fuerza a que aumenten los salarios y esto a su vez exacerba las presiones inflacionarias. Así se forma la tormenta de la hiperinflación.

El BCV está imprimiendo dinero a un ritmo superior al 70% mensual lo que equivale a más de 15.000% en un año. No hay economía que resista ese veneno monetario sin provocar una fuerte depreciación de la moneda y una consiguiente hiperinflación. Los efectos de la hiperinflación son destructivos y arruinan a los países y a la gente, especialmente a los más pobres.

Venezuela requiere con urgencia un plan de estabilización económica que detenga en seco la hiperinflación y reanude el crecimiento económico. De no aplicarse ese plan podemos ver tasas de inflación en 2018 superiores a 5.000%. La base de ese plan para derrotar la hiperinflación se fundamenta en la mejora de las cuentas del gobierno y evitar así el financiamiento del BCV imprimiendo dinero de la nada.  Ello implica desmontar de una sola vez y en solo acto el control de cambio y que el bolívar flote con administración del BCV. Ello eliminaría el mercado negro del dólar y la tasa de cambio se ubicaría en un nivel razonable que permitiría que PDVSA mejore significativamente su flujo de caja y en consecuencia, no se tendría que recurrir al financiamiento del BCV. Ello se reforzaría con una mejora en la recaudación tributaria para financiar el gasto y se reorientaría la política social para hacerla más eficiente y menos costosa, usando para ello las transferencias directas de dinero a los pobres en vez de subsidios generalizados al productor, los cuales son altamente costosos e ineficientes. Similarmente habrá que ajustar los precios de los combustibles para generar recursos por vía no inflacionaria y así financiar un plan de expansión y modernización del transporte colectivo.

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