Diálogo en Venezuela: ¿Estancamiento o repliegue estratégico?
Tras casi cuatro meses de lucha frontal, el gobierno venezolano y la oposición acogieron el llamado de Noruega a explorar una solución negociada, un paso que revela que el conflicto se estancó y que las partes aprovechan para replantear su estrategia.
Delegados del presidente Nicolás Maduro y del opositor Juan Guaidó, reconocido como mandatario interino por medio centenar de países, mantuvieron esta semana discusiones con el gobierno noruego en Oslo.
Los acercamientos llegan tras una batalla que comenzó el 23 de enero cuando Guaidó se juramentó presidente encargado, luego que el Parlamento de mayoría opositora rotulara como ilegítimo el segundo mandato de Maduro, iniciado días antes.
Durante ese tiempo, el opositor volcó a miles de seguidores a las calles para exigir la salida del mandatario e intentar quebrar el apoyo de los militares al gobierno, dando casi por descartado un diálogo.
Pero el líder socialista ha logrado mantener la lealtad de la Fuerza Armada, ahogado sin embargo por sanciones de Estados Unidos que impuso un embargo al petróleo venezolano, fuente de 96% de los ingresos del país con la mayor reserva de crudo del mundo.
«Están forcejeando, enseñándose los dientes (…). Hay un estancamiento del conflicto porque las partes están en reacomodo de sus fuerzas o analizan otras vías para ganar. Pero no porque uno se sienta derrotado y el otro ganador», dijo a la AFP Benigno Alarcón, experto en resolución de conflictos.
En el más osado intento para poner a la Fuerza Armada de su lado, Guaidó lideró el 30 de abril el levantamiento de un reducido grupo de militares, pero una vez más la cúpula se mantuvo al lado de Maduro y desde entonces la estrategia de la calle perdió fuerza.
El chavismo respondió con una ofensiva judicial que tiene en prisión a un diputado y a 13 más refugiados en embajadas o escondidos.
– Tiempo vs repliegue –
Aunque se suponían secretas, las conversaciones terminaron filtrándose, y Guaidó negó que se trate de una negociación o que haya habido un cara a cara con los enviados del gobierno, remarcando la impopularidad del diálogo entre un sector opositor.
Durante la gestión de Maduro, iniciada en 2013, han fracasado cuatro intentos de negociación, algunos con auspicio internacional, en medio de señalamientos mutuos sobre incumplimiento de acuerdos.
«La mediación de Noruega (…) es alentadora, aunque es sabio mantener las expectativas bajo control. Esperemos que la oposición haya aprendido de diálogos pasados en los que el gobierno no negoció de buena fe», comentó a la AFP Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano.
Guaidó asegura que los contactos en Oslo forman parte de las opciones para que Maduro abandone el poder y se convoque a «elecciones libres», un menú que incluye la amenaza de intervención militar de Washington, su más ferviente aliado.
«Unas conversaciones entre Estados Unidos y Maduro serían aún más importantes que las conversaciones en Oslo para ayudar a resolver la crisis», apunta Shifter.
El gobernante se aferra al poder además con el apoyo de Rusia y China.
«Al gobierno le sirve para ganar tiempo, dividir y generar cuestionamientos frente a la oposición, usando los efectos tóxicos del diálogo», sostiene Alarcón.
«Para la oposición significa tiempo para reorganizarse, para la retirada estratégica, como en las guerras, para ver cuánto armamento tengo y repensar cómo hacer para ganar», añadió.
– Estrategia múltiple –
Según la encuestadora Delphos, el pico de apoyo de 63% que llegó a tener Guaidó ha bajado a 59%. Maduro, con 15%, está en su punto más bajo.
Así, el opositor parece abierto a combinar múltiples estrategias: quiebre militar, sanciones e intervención de Estados Unidos (el lunes sus representantes en Washington se reunirán con el Comando Sur) y ahora diálogo.
«Se está dando cuenta que no puede aferrarse a un solo camino. Nadie que quiera el cambio puede decir que solo el diálogo o la intervención extranjera son suficientes», declaró a la AFP el politólogo Luis Salamanca.
Este experto considera que Maduro acepta dialogar «forzado por las circunstancias», que incluirían un «desgaste de la base militar».
Una vez sentado, «puede esperar a que pase el temporal», añade, indicando que un proceso con un mediador de vasta experiencia como Noruega -neutral al no reconocer a Guaidó y pedir nuevas elecciones- pondrá a prueba la voluntad del mandatario frente al mundo.
«Para la oposición es más clara la posibilidad de ganancia en la negociación: Siempre va a ser mejor una solución pacífica que un desenlace violento donde puede perder todo», opina Alarcón.
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