#NotaEditorial | Un crecimiento frágil de la economía no saca al país del atolladero
La fragilidad del crecimiento de la economía es preocupante, porque los problemas estructurales no se resuelven con crecimientos espasmódicos.
¿Volverá a la economía venezolana a caer en un período de recesión? Todo es posible, pero se puede evitar si se toman decisiones urgentes que permitan quebrar la tendencia contractiva que muestra la economía en lo que va de año.
Con diversos análisis a la vista, podemos estimar que la economía perdió alrededor de 3,5% del Producto Interno Bruto en el primer semestre del año, una situación que dista mucho de la realidad observada el año pasado, pero que no plantea, en opinión de nuestra firma Aristimuño Herrera & Asociados, un escenario de decrecimiento para el ejercicio anual.
Por supuesto, de haber una expansión en 2023, será mínima, débil, posiblemente en niveles de 2,5%-3,5%, porque de continuar la situación vigente, el crecimiento vendría de algunos pocos sectores motorizado por algún incremento de los ingresos petroleros, que podría producirse si el proceso de reestructuración de la industria permite tener un mayor control sobre los recursos derivados de las exportaciones de crudo.
El ajuste monetario que el Gobierno ha llevado a cabo plantea una paradoja compleja para la economía venezolana. En primer lugar, a pesar de la disciplina con la que se ha manejado la emisión de liquidez, junto con la estrategia de intervención cambiaria del Banco Central de Venezuela, la inflación sigue siendo muy resistente y se ha acelerado en comparación con el año anterior.
Mantener una inflación alta y persistente -el resultado objetivo del ajuste- ha implicado como contrapartida una disminución muy agresiva del gasto público que ha traído como consecuencia directa una contracción real de los salarios.
Por otra parte, el sector privado, ante una disminución de las ventas generalizada, producto principalmente de una disminución del poder adquisitivo, también ha reducido la velocidad con la que venían aumentando las remuneraciones.
En esta situación, pareciera procedente crear condiciones que permitieran expandir el gasto público e incrementar remuneraciones de manera que el costo inflacionario fuese tan razonable como sea posible.
Pero, por supuesto, una revisión del ajuste monetario no es suficiente. De acuerdo con datos recientes, la tributación interna está absorbiendo más de 35% promedio de la rentabilidad de las empresas formales, lo que constituye una presión impositiva excesiva que, incluso, conspira contra el surgimiento de más emprendimientos formales y la creación de empleos de calidad.
Es necesario ir a una apertura económica clara, en función que la inversión fluya, incluso con el clima que generan las sanciones internacionales sobre los negocios en Venezuela, pese a que el sector privado está libre de estas limitaciones, pero es afectado por el fenómeno de “over compliance”.
Economía con crecimiento insuficiente
La fragilidad del crecimiento económico en las actuales condiciones del país es una situación preocupante, porque los problemas estructurales no se resuelven con crecimientos espasmódicos e intermitentes, sino con una tendencia expansiva continuada y estable en el tiempo.
Venezuela necesita, por lo menos, que la economía comience a crecer a tasas no menores a 6% o 7% del PIB por año para ir recuperando en un plazo razonable el producto interno perdido durante los siete años de recesión continuada que padeció el país.
Para lograr este objetivo hay que hacer reformas urgentes que contribuyan efectivamente a generar esa sostenibilidad que el crecimiento requiere como primer requisito.
Al gobierno le está preocupando el comportamiento de la economía en lo que va de año y se están buscando alternativas para permitir una mayor dinámica de la economía en este segundo semestre.
En este sentido el financiamiento bancario, en nuestra opinión, sigue siendo el motor más adecuado y menos costoso para permitir alcanzar un crecimiento en niveles cercanos al 3%, al cierre de 2023.
Este miércoles próximo se llevará a cabo una reunión entre la banca pública y privada y el BCV. Esperamos que surjan algunas decisiones que permitan inyectar un mayor optimismo para el segundo semestre.
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* El autor es economista, director de Aristimuño Herrera & Asociados y Banca y Negocios.
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