Estados Unidos ha deportado en seis meses a más de 380.000 migrantes que han entrado al país «ilegalmente o sin autorización», una cifra «récord», informó un funcionario del Departamento de Seguridad Interior (DHS).
En mayo el gobierno del presidente demócrata Joe Biden levantó una norma sanitaria que permitía bloquear en la frontera a casi todos los migrantes que llegaban sin la documentación necesaria para entrar.
Para contrarrestar la suspensión introdujo «vías legales» que obligan a los migrantes a pedir cita a través de una aplicación de teléfono móvil (CBP One) o a hacer los trámites en los países por los que pasan, por ejemplo acogiéndose a permisos humanitarios y de reunificación familiar.
Aquellos que intentan entrar en el país eludiendo estas vías pueden ser expulsados mediante repatriaciones aceleradas.
Según el DHS, en los últimos seis meses las autoridades llevaron a cabo la expulsión o devolución de más de 380.000 personas, incluidos más de 60.000 miembros de unidades familiares.
«Representa un récord en el período del que estamos hablando», afirmó este viernes el subsecretario de política fronteriza e inmigración del Departamento de Seguridad Interior (DHS), Blas Núñez-Neto, en una rueda de prensa.
Los vuelos de expulsión tuvieron como destino Ecuador, India, Perú, Venezuela y América Central.
Las autoridades estadounidenses aseguran que someten a los migrantes a las llamadas «entrevistas de miedo creíble» para evaluar si existe una posibilidad de que sean perseguidos o torturados si regresan a su país y que además los asignados a procedimientos de expulsión pueden presentar reclamaciones de protección en los tribunales migratorios.
Biden, candidato a su reelección en las presidenciales de 2024, es blanco de críticas de los republicanos, que le acusan de una crisis migratoria en la frontera con México y de la entrada masiva de migrantes en el país.
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