El papel de los gremios en la Venezuela de hoy
El papel que pueden desempeñar los gremios en la Venezuela de hoy resulta fundamental, independientemente de que en el corto plazo se piense en labores propositivas o simplemente de advertencia, se produzca o no un cambio político en el país. Los gremios están llamados a desempeñar un papel protagónico.
De lo anterior se desprende lo que debería constituir una máxima para los gremios -independientemente que nos encontremos frente a escenarios políticos deseables o no, de cambio o no, favorables o no, complejos o no, de facilitación del diálogo o no-: bien en favor de la labor de llamado de atención sobre la necesidad de diseños de política pública más eficientes o por defecto de advertencia sobre los errores y los costos de un mal diseño de una política pública en curso; el protagonismo de los gremios resulta crucial.
Si bien estamos pensando principalmente en los gremios empresariales, muchos de los principios y argumentos planteados en el presente artículo aplican igualmente a otro tipo de gremios como podrían ser los profesionales, académicos, etc.
En países donde existe la garantía y el derecho de asociación y de gremios, se facilitan las labores de representación y la de reducción de costos transaccionales y de interlocución entre las partes –entendiendo estas, de forma no exclusiva, a la relación entre el Estado, el Gobierno y los sectores productivos-.
Así como se exige y entiende que un gobierno democrático debe gozar no solo de legitimidad de origen –representatividad- sino igualmente legitimidad por su ejercicio; los gremios muestran legitimidad no solo por su representatividad sino por su labor y el contenido de sus propuestas, advertencias y sugerencias en materia de políticas públicas y sectoriales.
En este sentido, la representatividad, como función de los gremios, se ve materializada y concretada en la calidad y la profundidad de sus propuestas y en el contenido argumental en sus funciones de defensa sectorial.
A este tenor vale destacar que, respecto a la función social ya no exclusiva, parcial o sectorial de reducción de los costos transaccionales en el diálogo entre el Gobierno y los sectores económicos, los gremios pueden y deben aportar el conocimiento sobre la caracterización, así como el funcionamiento idiosincrático del sector que puede hacer depender al éxito de una política pública sectorial. Dicho conocimiento, expresado de otra manera, la economía industrial por sector específico, resulta insumo necesario para el éxito del diseño de cualquier política pública sectorial.
Otra función importante que los gremios pueden desempeñar resulta la de divulgación de políticas de compliance y su necesidad. Por ejemplo, en materia de política y defensa de la competencia, los gremios pueden informar a sus agremiados, así como desarrollar sus propios lineamientos en concordancia con los principios de este tipo de ordenamiento y política pública que muchos países hoy día poseen.
En países débiles institucionalmente, como sin duda resulta ser el caso de Venezuela hoy, la representatividad de la sociedad civil exige gremios robustos dadas las enormes falencias en la capacidad pública y del gobierno de conversar, discutir y diseñar políticas públicas alineadas con progreso. Estas circunstancias expanden el campo de acción de los gremios y exige de estos, mayor capacidad de respuesta, análisis y proposición.
Recordemos que las empresas no solo constituyen una forma organizacional sinérgica y eficiente –según lo remarca el economista Oliver Williamson- sino que se encuentran constituidas por empleados y accionistas, todos consumidores y miembros de hogares; por lo que la defensa sectorial abarca más allá de la firma o la marca.
Sin embargo, las labores de abogacía sectorial exigen recursos cuya decisión de inversión podrían basarse en el rendimiento de dichos recursos en el margen. Resulta razonable pensar que difiere mucho dicha toma de decisión en países débiles institucionalmente y basados en modelos rentistas, que la que ocurriría en países más robustos institucionalmente y donde la captura y las posibilidades de rentas resulten más bajas.
Aun así, al margen de lo expuesto anteriormente que podría condicionar la acción racional en el corto plazo de ciertos agentes económicos, Venezuela se encuentra en una encrucijada, donde su reconstrucción exige el concurso de todos aquellos que ponderan el peso de la “sombra del futuro” o del resguardo de la eficiencia dinámica para poder crear riqueza a futuro.
Pasar de un eventual juego suma cero tipo dilema del prisionero por la renta a un juego de coordinación puede constituir uno de los objetivos más importantes de los gremios cúpulas. Tal vez allí se encuentre la clave para que la toma de decisiones gremiales apunte al fortalecimiento de su capital humano; a su profesionalización técnica en materia de políticas públicas y de economía industrial; a la renovación generacional; a la discusión del estado del arte del conocimiento de las políticas públicas, en favor de crear espacios de análisis respecto al desempeño y a la evolución de los distintos sectores económicos a nivel mundial.
*Enrique González es economista de la UCV
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