Estados Unidos y China se disponen a firmar un acuerdo comercial parcial, pero las empresas con sede en territorio chino ya han comenzado a aplicar un plan B, conscientes de que la guerra está lejos de haberse terminado.
Fabricantes y proveedores confiesan que temen que el presidente estadounidense, Donald Trump, acabe tirando por la borda este texto, cuya firma está prevista el miércoles en Washington.
Por eso, en lugar de esperar felices el acuerdo se preparan para lo peor, buscando nuevos puntos de venta internacionales, intentando desarrollar su presencia en el mercado chino o deslocalizando.
El acuerdo preliminar, que debe ser firmado por Trump y el vice primer ministro chino, Liu He, rebaja la tensión en la guerra comercial que opone desde 2018 a las dos principales potencias económicas mundiales.
Washington se abstuvo en diciembre de imponer nuevos aranceles a los productos chinos, pero las empresas presentes en l país asiático siguen sufriendo los existentes, lo que significa que reciben menos pedidos.
Estados Unidos aún mantiene aranceles del 25% sobre bienes que representan aproximadamente 250.000 millones de dólares de importaciones anuales «made en China».
«Aunque firmen el acuerdo preliminar, no sabemos cómo evolucionarán las cosas después», declara Alfred Wong, presidente director ejecutivo de D&S Products Manufactory, una empresa hongkonesa con una fábrica en China continental.
– Menos pedidos –
Su compañía, que fabrica productos de seguridad para niños y tarjetas de felicitación, ya deslocalizó un tercio de su producción a Sri Lanka en septiembre.
Los pedidos cayeron en 2019 debido a la incertidumbre sobre una posible escalada de aranceles. Y Alfred Wong lo tiene claro: los clientes dejarán de recurrir a él si no deslocaliza más para reducir los riesgos.
«Aunque Trump no sea reelegido, Estados Unidos siempre podrá arremeter contra China», predice. «Nunca volveremos a la situación anterior a la guerra comercial«, estima.
Jason Lee, presidente director ejecutivo del fabricante de piezas metálicas Shanghai EverSkill M&E, afirma que el mercado estadounidense representaba alrededor del 60% de sus ventas antes de la guerra comercial. Un porcentaje que ha caído al 40%.
Como consecuencia de ello busca clientes fuera de Estados Unidos para cubrir parte de lo que deja de ganar.
«A largo plazo, como proveedor chino, lo único que podemos hacer es mejorar nuestros productos y hacer que superen a los de la competencia», afirma Lee.
En lugar de exportar, Silver Star, un fabricante de robots aspiradores con sede en Shenzhen (sur), busca cuotas de mercado en China, especialmente a través de las ventas por Internet.
«Las pequeñas y medianas empresas como nosotros no tienen ningún control sobre las políticas macroeconómicas», recalca el director general, Ludwig Ye.
– «Todavía más difíciles» –
Algunas empresas optaron por reducir la investigación y el desarrollo. Lo que significa menos productos nuevos y, por lo tanto, menos trabajo para los subcontratistas.
Kim Ng, director general del fabricante de accesorios de cocina Ko Fung, que produce para grandes marcas, afirma que los pedidos han bajado mucho.
Y recuerda que el acuerdo preliminar solo bajará los aranceles aduaneros de 15% a 7,5% sobre aproximadamente 120.000 millones de dólares en importaciones. O sea, una cantidad relativamente pequeña.
«Trump ataca a China para reforzar su popularidad, y además es el año de las presidenciales. Por eso cuento con negociaciones todavía más difíciles» entre Washington y Pekín, pronosticó.
Iris Pang, economista del banco ING, agrega: es probable que la reducción de los aranceles aduaneros solo beneficie a «un grupo muy pequeño de exportadores».
En otros frentes, especialmente el tecnológico, sigue habiendo tensiones con Washington, que impone sanciones al gigante chino de telecomunicaciones Huawei.
«Parece que hay una escalada en la guerra tecnológica entre China y Estados Unidos», señala Pang. «Ya no es solo una guerra comercial, sino una resistencia general al desarrollo de tecnologías avanzadas por parte de China».