Empresas españolas reducen su negocio a la mitad en Venezuela
Han disminuido las exportaciones un 56,47%, aunque el desplome se acentúa en lo que va de año. La devaluación del bolívar y la imposibilidad de repatriar dividendos, afecta al capital privado español.
A comienzos de año, el IE Business School presentó un informe sobre las inversiones de las empresas españolas en América Latina con una perspectiva tan halagadora como que el 76 por ciento de las mismas preveían aumentar sus inversiones en América y el 83 por ciento crecería en la región. Salvo, y poniendo un borrón en el mapa, en Venezuela. El diagnóstico del IE fue acertado. En lo que va de año, España ha perdido en el país el 56,47 por ciento de sus exportaciones respecto a 2016. Un desplome muy acentuado el de 2017, pero que arrancó antes, en 2103, coincidiendo con la llegada de Nicolás Maduro a la presidencia del Gobierno.
Descontrol económico
Los datos así lo constatan. Según el Icex de España (Instituto de Comercio Exterior) desde 2013 a la fecha el país se ha convertido en un imán de riesgos: las permanentes devaluaciones del bolívar y por tanto la volatilidad de su economía, el nuevo sistema de cambio de divisas impuesto por Maduro, la imposibilidad de repatriar dividendos, sumado a eso la inseguridad jurídica que reina en el país, han hecho del régimen bolivariano un volcán en erupción para cualquier interés empresarial.
En los últimos años, el comercio hispano-venezolano de mercancías venía creciendo e incluso arrojaba un saldo con superavit. Desde 2013, fecha en la que muere el ex presidente Hugo Chávez, la tendencia se revierte, dando lugar a una progresiva disminución del comercio, con saldo deficitario. En 2014, el comercio total disminuyó un 21 por ciento y el déficit para España se triplicó. Las exportaciones se situaron en 540 millones de euros, cayendo a 360 millones en 2015 y a 219 millones en 2016. Las importaciones, por su parte, se situaron en 1.324 millones de euros en 2014, bajando a 822 millones en 2015 y a 252 millones en 2016, debido fundamentalmente a la disminución de los precios del petróleo.
Sorprendente es el dato de las exportaciones de este año. En los primeros cinco meses, las ventas de España a Venezuela han disminuido un 56,47 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior (es decir, 40,1 millones de euros en 2017, mientras que en 2016 se registraron de enero a mayo 92,28 millones de euros).
Coincidiendo con el régimen de Maduro, las causas de este descalabro son múltiples. Entre otras razones, el declive de las exportaciones se achaca al elevado grado de avance de numerosos proyectos que vienen desarrollando en Venezuela grandes compañías españolas (metro, centrales térmicas, líneas eléctricas) y que requieren menor volumen de importación; también al menor volumen en general de compras del país, sumergido en una gran crisis; y muy especialmente, a la dramática escasez de divisas y a las devaluaciones constantes.
Tampoco han corrido mejor suerte las importaciones españolas de productos venezolanos. En 2015 se situaron en 252 millones de euros, representando los hidrocarburos el 96 por ciento del total y el resto minerales, manufacturas de aluminio y fundición de hierro y acero principalmente. En 2016, Venezuela fue el 83º cliente de España, retrocediendo 15 puestos respecto a 2015, y el 71º proveedor, en este caso, bajando 22 puestos respecto a 2015. En aquel año, la exposición de los activos por riesgo soberano en Venezuela era del 0,2 por ciento, mientras que en 2016 fueron del 0,1.
Situación crítica
España cuenta con 96 empresas en el país. Servicios técnicos de ingeniería, financieros, transporte aéreo, turismo, restauración, energía son los principales sectores de actividad en Venezuela. Desde el Gobierno de Chávez, el fantasma de la expropiación es algo más que una ilusión. En su etapa de Gobierno, expropió alrededor de 1.300 negocios extranjeros. España lo sufrió en carne propia con el Banco Santander, que en 1996 tomaba el 80 por ciento del Banco de Venezuela, y en 2009 tuvo que vender la entidad por 1.050 millones de dólares ante las presiones de Chávez.
El Grupo Telefónica también opera en Venezuela desde 2005. A finales de 2016, los clientes se sitúan en 11,4 millones en el país. A cierre de ese ejercicio, los ingresos ascendieron a 432 millones. Pero Venezuela supone cada vez menos para la operadora española. Mientras que en 2009 suponía el 6,6 por ciento del negocio mundial y en 2016 solo el 0,8 por ciento.
La falta de divisas está dejando huella en la actividad de las empresas españolas, obligadas como Mapfre o BBVA a sufrir las consecuencias de la tasa bancaria en un país donde la inflación se sitúa por encima del 700 por ciento. En el caso de Mapfre, Venezuela ha pasado a representar solo un 0,2 por ciento de los ingresos, con 45,5 millones de euros, es decir, un 42 por ciento menos que en 2015.
La situación de Repsol es distinta. Goza de ciertas peculiaridades. La multinacional energética española trabaja en dólares y en 2016 cerró una alianza con el Gobierno. Sin embargo, la situación no deja de ser crítica. El embargo de EEUU (compra alrededor de 750.000 barriles diarios a Venezuela) puede afectarle. Hoy, la exposición al país asciende a 2.144 millones de euros, una cifra muy similar a la del cierre de 2016.
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