En Brasil, Bolsonaro y Haddad, amados y detestados
Están en aceras opuestas pero tienen cosas en común: el ultradechista Jair Bolsonaro y el izquierdista Fernando Haddad, que el 28 de octubre disputarán la presidencia de Brasil, fueron los más votados en la primera vuelta pero ostentan también los mayores índices de rechazo en el país.
Las razones divergen. Bolsonaro, un admirador de la dictadura militar (1964-1985) espanta a los demócratas, mientras Haddad, designado por el encarcelado expresidente Luiz Inácio Lula da Silva como candidato del Partido de los Trabajadores (PT), provoca repelús a millones de brasileños hastiados de la corrupción.
Bolsonaro se granjeó el rechazo de sectores importantes de la sociedad brasileña.
¿Los negros? «¡No hacen nada!». ¿Los homosexuales? «Prefiero que un hijo muera en un accidente a que aparezca con un bigotudo». ¿Las mujeres? Deben recibir menos paga que los hombres por las licencias maternales.
Una semana antes de la primera vuelta electoral celebrada el domingo pasado, centenas de miles de mujeres desfilaron en las ciudades brasileñas para gritar «Ele Nao» (Él no).
Grupos «anti-Bolsonaro» se crearon en Facebook para denunciar la retórica «fascista» del candidato. «Mi fe no me permite apoyar la tortura, el racismo y la xenofobia», escribió un internauta católico.
Y algunos electores se alarman por el clima social que podría derivar de la elección.
«Bolsonaro no va a matar a un transgénero, no va a pegarle a un negro con sus propias manos, pero su discurso va a legitimar a otras personas que quieran hacerlo», advirtió Duda Rodrigues, otra internauta.
«Es inmoral», pero «sobre todo tengo miedo del vicepresidente, el general (Hamilton Mourao). ¿Una vez en el poder, Bolsonaro podrá contenerlo?», se preguntó Adriana, de 44 años.
El general de reserva Mourao multiplica salidas que llegaron a incomodar al propio Bolsonaro.
Habló de convocar una asamblea constituyente «de notables», sin designación popular; dijo que el desarrollo de Brasil está lastrado por «la indolencia de los indígenas y el espíritu taimado de los africanos» y vinculó la criminalidad a la ausencia de figura paterna en numerosas familias.
Según los sondeos publicados un día antes de la elección, entre 43% y 44% de los electores rechazaban la posibilidad de votar por Bolsonaro.
– Todo menos el PT –
Un porcentaje similar, de 36% a 40%, excluían votar por el profesor universitario y exalcalde de Sao Paulo Fernando Haddad.
El delfín de Lula recoge el odio que despierta el exjefe de Estado, que desde abril purga una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción y lavado de activos.
Para millones de brasileños, votar por el PT, que gobernó Brasil de 2003 a 2016, no es una opción.
«Cuando llegaron al poder, tenían un discurso sobre cambio, honestidad, pero fueron más corruptos que los otros», afirmó Carlos Augusto Neves.
«Lula empezó bien, pero perdió el rumbo y se alió a los peores políticos brasileños para conservar el poder. Engañó a toda la población», denuncia Ronaldo, un ejecutivo bancario que no quiso dar su apellido.
Para explicar este sentimiento, «hay que remontar a 2005 y al escándalo del ‘mensalao», una red de compra de votos en el Congreso para apoyar reformas de Lula, explicó a la AFP el profesor de Filosofía Política de la Universidad de Campinas de Brasilia, Marcos Nobre.
A pesar de este escándalo, Lula fue fácilmente reelecto en 2006. «Le dieron una segunda oportunidad. Pero cuando la operación ‘Lava Jato’ apareció en 2014, parecía claro que el PT no había modificado sus prácticas», señaló.
La investigación anticorrupción, que permitió encausar y encarcelar a decenas de políticos, alcanzó a casi todos los partidos.
«El PT fue el más castigado. El PT estuvo en el poder más tiempo. (…) El elector que no se benefició o que olvidó que se benefició de la era ‘petista’ (…) identifica al PT sobre todo con una vinculación grande con la corrupción», explicó Jairo Nicolau, politólogo de la Universidad Federal de Rio de Janeiro.
Los analistas indican que, para tratar de reducir sus niveles de rechazo, Haddad debería distanciarse de Lula. En su primera entrevista de televisión el lunes después de la elección, no citó a su mentor, una novedad en la campaña.
Y la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, dijo el martes que Lula le había pedido a Haddad que dejara de visitarlo en la cárcel, como lo hace todo los lunes.
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