En la parte mayoritaria de la oposición esperan poco o nada del diálogo
¿Qué puede salir de las reuniones en Oslo y las promovidas por el Grupo de Contacto de la Unión Europea? Las opiniones a lo interno de la oposición son disímiles, pero la que prevalece es la que sostiene que estas conversaciones no son más que un requisito «impuesto» por los países de la Unión Europea que han reconocido al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como mandatario interino de la República, de manera que no se espera que surja una concreta «opción Noruega».
Dirigentes de tres partidos de la oposición indicaron a Banca & Negocios que no se trata de «negociaciones», sino de «conversaciones» que, en general, pueden ser útiles, pero enfatizan que el abogado constitucionalista y ex alcalde de Baruta, Gerrardo Blyde, y el segundo vicepresidente de la Asamblea Nacional, Stalin González, son «apoderados» de la coalición opositores, sino representantes que participan de un «acercamiento» que, a lo interno, parece necesario con las fuerzas del chavismo.
La tarea del tercer enviado, Fernando Martínez Mottola, ex presidente de Cantv y ex ministro, es aseorar más que ser un actor activo en el proceso. Las fuentes políticas reconocen que es un consultor personalmente cercano al líder parlamentario, Juan Guaidó.
La línea oficial es que solo el presidente del parlamento, Juan Guaidó, fije posición pública sobre los encuentros de Noruega, precisamente para evitar que esta iniciativa genere una mayor fractura en el frente opositor. Una fractura, por cierto, que en realidad parece no existir a causa de la idea de negociar, pues en privado la mayoría de los partidos se sentaría en una mesa con condiciones paritarias, pero no para repetir el «show» dominicano.
Uno de los dirigentes consultados sostuvo que las encuestas son claras en cuanto a lo que desea la mayoría de los venezolanos: una solución pacífica que, obviamente, pasa por la salida de Nicolás Maduro y la convocatoria de unas elecciones libres. La más reciente evidencia es la encuesta omnibus de Datanálisis, la cual señala que, a pesar de que la percepción sobre la situación del país es negativa para 94,8% de la población y Maduro solo cuenta con el respaldo potencial de 12,9% de los encuestados, la opción de una intervención militar es abiertamente minoritaria, con menos de 20% de preferencia.
En la misma vía, el más reciente sondeo de DatinCorp deja en claro que 34,7% de los entrevistados desea una salida negociada, mientras 12,61% respaldaría una intervención militar foránea. Otra encuesta, esta vez patrocinada por la Asociación Venezolana de Consultores Políticos (Avencopol) y la ONG Venezuela Elige, realizada entre militares de diversos grados en todo el país y miembros de sus grupos familiares, a través de la aplicación de Facebook en dispositivos móviles, concluye que 38,2% de los encuestados es partidario de una solución negociada y solo 9,2% apoyaría a una invasión militar.
Como detalle curioso, la misma encuesta de DatinCorp preguntó al 17% de los entrevistados que, en febrero, se definía como chavista cuál era su percepción sobre la marcha del país y sobre opciones para salir de la crisis y encontró que 56% manifestó un claro descontento, mientras nada menos que 54% dijo querer un gobierno de «unidad nacional».
– Diálogo puertas adentro –
Los dirigentes de la oposición consultados reconocieron que efectivamente existen dos problemas sobre la línea política a seguir: el primero es el radicalismo de algunos sectores, expresado básicamente en redes sociales, y el otro es que el partido del presidente Guaidó, Voluntad Popular, puede parecer intransigente a ciertos gobiernos y organizaciones de la comunidad internacional.
Dos de los tres líderes precisaron que hay consenso firme sobre la ruta pautada por Juan Guaidó, porque se considera la más racional para salir «de verdad» de la crisis política, económica y social; sin embargo, desde fuerzas como Copei y Acción Democrática invitan a mantener una posición «más realista» sobre las expectativas.
Mucho del discurso público sobre la descomposición militar, el quiebre del respaldo institucional y una mayor fractura en la cúpula del poder madurista se repite off the récord, pero los dirigentes se quejan de cierta falta de diálogo real en la oposición. Aparentemente, las decisiones estratégicas se toman en un núcleo donde no están todos «los que son» y, en consecuencia, algunas organizaciones se enteran de decisiones ya tomadas.
El diálogo es difícil, muy difícil, dice uno de los dirigentes consultados, pero la realidad es que existen los consensos básicos necesarios, a tal punto de que si se alcanza una salida negociada válida e internacionalmente supervisada, habría acuerdo político para impulsarla; pero, en este momento, esa salida no existe, y no hay mucho espacio para construirla.
Los dirigentes opositores dejaron colar que la posición de la administración de Nicolás Maduro es «discutirlo todo», incluso un pacto de convivencia política que, eventualmente, podría suponer resoluciones de amnistía para presos políticos y abrir espacios para debatir políticas económicas de «rescate», pero, hasta el momento, la palabra elecciones parece repelente para los delegados gubernamentales en las reuniones de Oslo. Por supuesto, las sanciones financieras y, sobre todo, las petroleras conforman un punto esencial para el chavismo en ese diálogo sobre todo.
Con tres diputados encarcelados, 11 exiliados, 8 en la clandestinidad, 5 protegidos en embajadas, 3 desincorporados y 2 con medidas cautelares, aparte del clima generalizado de persecución política, la oposición espera algo más que la promesa de un debate amplio y sin condiciones previas, como el que propone Maduro.
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