Escasez de combustible para sembrar cultivos pone a Venezuela al borde de la hambruna
Después de siete años de colapso económico, la crisis de Venezuela ha entrado en una nueva fase preocupante. En una nación que alberga las reservas de petróleo más grandes del mundo, la escasez de combustible ha aumentado tanto que los campos se están quedando vacíos.
Según Fedeagro, más de la mitad de la tierra utilizada para cultivar vegetales el año pasado no será replantada y se espera que la producción de maíz cubra menos de una cuarta parte de la demanda nacional, reseña la agencia Bloomberg. Además, las sanciones cada vez más estrictas de Estados Unidos amenazan con estrangular la poca comida y el petróleo que ingresan del extranjero.
«Comenzaremos a ver las consecuencias de esto en los próximos meses», dijo el presidente de Fedeagro, Aquiles Hopkins. «Ya estamos comiendo vegetales que se plantaron hace dos o tres meses, arroz que se sembró hace seis meses y maíz del ciclo de cosecha anterior».
Los campos petroleros en toda Venezuela se han cerrado en medio de la implacable campaña de Estados Unidos para aislar a la nación de los mercados mundiales. La evidencia de escasez de combustible está en todas partes. Las ambulancias no tienen cómo trasladarse, las redes de telecomunicaciones fallan y algunos agricultores han renunciado por completo a la maquinaria y, en su lugar, utilizan bueyes.
El envío de cinco buques petroleros de Irán que llegó a finales del mes pasado pudo haber mermado la escasez de combustible en Caracas, pero los agricultores aseguran que no han visto evidencia de ello en el campo. La opción de muchos de ellos es esperar todo el día en una estación de servicio o desembolsar 4 dólares por litro en el mercado negro.
– Reducción progresiva –
Al noreste del país, el productor de maíz Celso Fantinel dijo que no ha visto sus campos en días. El precio del combustible significa que no puede permitirse hacer el viaje de ida y vuelta de 350 kilómetros con mucha frecuencia.
Con la temporada de lluvias aún a un mes de distancia en esa parte de Venezuela, Fantinel pretende comenzar a plantar su cosecha el lunes. Pero la escasez de combustible y pesticidas, combinada con la falta de financiamiento, lo han obligado a reducir a solo 300 hectáreas de maíz, menos de un tercio de lo que solía sembrar.
Las máquinas de siembra de Fantinel usan diésel, que aunque está exento de las sanciones estadounidenses, aún es escaso y costoso, pues la estatal Pdvsa no puede fabricar o importar lo suficiente.
«Sin combustible, no se pueden cubrir las necesidades diarias del campo», dijo Fantinel. «Si se tiene que traer un técnico de la ciudad, o una pieza de repuesto, o incluso comida para los trabajadores, es imposible».
Unos 9,3 millones de venezolanos, o un tercio de todas las personas en el país, no tienen suficientes alimentos para comer o están desnutridos debido a la cantidad y la calidad de los mismos, según un informe de 2020 de 16 organizaciones, incluidas las agencias de las Naciones Unidas y la Unión Europea.
– Sin maíz –
Solo una de cada seis centrales azucareras está funcionando, mientras que la industria láctea está trabajando al 12% de su capacidad y el producto no llega a los centros de distribución, según Fedeagro.
Se espera que la situación empeore, incluso pese a que el gobierno trata de aliviar la situación 20 millones de dólares en créditos agrícolas, mientras que FAO-Venezuela distribuye fertilizantes y semillas.
En los últimos años, el gobierno ha importado más de la mitad del maíz que se necesita, que es un alimento básico en las dietas locales y el ingrediente clave de la popular arepa. Pero con una moneda que no vale nada, la disminución de las reservas extranjeras y las sanciones, ha tenido que ser creativo para llegar a acuerdos. El año pasado, acordó intercambiar petróleo por camiones de maíz y agua, pero la firma mexicana al otro lado del acuerdo se ha declarado en bancarrota.
Mientras tanto, la administración Trump está estudiando sanciones para hasta 50 petroleros como parte de un esfuerzo por cortar el comercio entre Irán y Venezuela, según una persona familiarizada con el asunto, mientras que la crisis por el Covid-19 en Colombia y Ecuador están provocando una avalancha de venezolanos que están retornando a sus hogares, aumentando aún más la demanda de alimentos.
– Alza de precios –
Los agricultores en el estado Táchira, donde se cultivan verduras, regularmente obtienen gas y pesticidas de la cercana Colombia. Pagan las tasas del mercado internacional por los insumos, luego aumentan los precios de sus productos para reflejar esos costos.
La inflación de alimentos en Venezuela alcanzó el 251% en los primeros cuatro meses del año, según el grupo de investigación Cendas. La producción de maíz en esta temporada puede llegar a unas 350.000 toneladas, en comparación con las 450.000 toneladas en 2019, según Fantinel, quien también es vicepresidente de Fedeagro. Venezuela normalmente consume 1,6 millones de toneladas.
La crisis no se trata solo del derecho básico a la alimentación, «sino del derecho a la calidad y la cantidad», dijo Carlos Machado-Allison, profesor de la escuela de negocios IESA en Caracas. «No se trata solo de tener una arepa diaria en las mesas, ni suficientes calorías, sino también calidad de vida».
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