#Escenarios | La guerra introduce un nuevo balance en el mercado petrolero: ¿Y Venezuela...cómo queda?
El conflicto bélico desatado por Rusia con su invasión a Ucrania dejó traslucir la incapacidad del desarrollo actual de la energía renovable para cubrir una falta súbita, como la de origen fósil procedente de Rusia.
La situación actual muestra, en este caso, que la irrupción inesperada de los factores de orden político entre las causas no lineales que impiden el logro de una transición energética ordenada y en la cual, sin duda, Rusia sería una gran perdedora, tanto en lo económico como en lo político, al verse Europa fortalecida en el uso masivo de energías renovables no sujetas a las variantes políticas, que suelen acompañar la dependencia petrolera o gasífera de países políticamente inestables y riesgosos.
Pero la verdad es que al final del día no aparecieron los millones de paneles solares ni parques eólicos en lugares ventosos, de los cuales hemos estado oyendo en los últimos treinta años a manera de predicas soñadoras y mitos paradigmáticos adornados en versos y canticos elevados al arco iris.
– ¿Quién suplirá al petróleo ruso? –
Según cálculos de la Agencia Internacional de Energía (AIE) las exportaciones rusas de petróleo podrían bajar hasta 3.000.000 de barriles diarios (bd) desde abril, lo que representaría una disminución de casi el 40% de las exportaciones diarias de petróleo de este país, y un faltante importante para unos mercados mundiales que ya lucían estrechos.
Además, existe el agravante de que ni la OPEP +, de la cual forma parte importante Rusia, ni los productores de petróleo de lutitas en EE.UU., van a suplir este déficit. Junto con esa dificultad, la producción de Kazajistán se vería afectada, temporalmente, con una caída en torno a 300.000 bd, debido a los problemas sufridos por puertos en el Mar Negro por una tormenta.
Los problemas de colocación de crudo procedente de Rusia iban a terminar por afectar la producción de petróleo al carecer el país de suficiente almacenamiento. Con la falta de capacidad de acopio, la producción rusa podría caer entre 3,2 millones y 4 millones de barriles por día (bpd) en abril bajo varios escenarios, según el Instituto de Estudios Energéticos de Oxford.
Vale señalar que, según datos privados, las ventas de crudo ruso por barco pasaron de aproximadamente 2 millones de barriles por día a casi cero entre el 15 y el 20 de marzo. En este descenso abrupto de las exportaciones rusas están incidiendo las sanciones directas que le aplicaron EE.UU., la UE y otros países que se sumaron después, así como las generadas como efectos secundarios de las primeras debido al riesgo reputacional.
Este cuadro panorámico se entiende porque la AIE diseñó un plan de 10 puntos, basado, principalmente, en programas de ahorro por parte de los consumidores, con el fin de poder combatir por la vía de una menor demanda un faltante de 2,7 millones de barriles por día, propiciado por la salida del crudo ruso.
– Club de países aportan reservas –
Al mismo tiempo, EE.UU. y países aliados han anunciado, en dos oportunidades, ventas de petróleo de sus reservas estratégicas por el orden de casi 200 millones de barriles.
Además, acuciado por la gravedad de la crisis planteada por la guerra entre Rusia y Ucrania y sus posibles efectos sobre un -de por sí- elevado precio de la gasolina en EE.UU., hasta niveles nominales récord, el gobierno de Joe Biden aprobó una venta masiva de 180 millones de barriles, a razón de 1 millón diario por seis meses, a lo cual se unirán hasta 30 países, con el fin de incrementar el uso de reservas estratégicas hasta en 50 millones de barriles adicionales a los de EE.UU.
Es de señalar, que no es la primera vez que Estados Unidos drena barriles de sus reservas estratégicas para fortalecer la oferta petrolera y así hacer bajar los precios. Ya vimos esta práctica durante los gobiernos de Bill Clinton, Barack Obama y Donald Trump, sin mayores éxitos significativos; el agregado es que ahora Washington pareciera no estar solo en sus propósitos de intervenir el mercado.
Por cierto que la OPEP Plus decidió continuar con su programa de aumento mensuales acordados en julio de 2021, y que tan buenos resultados ha dado. En esta oportunidad y de acuerdo con la modificación prevista en las bases de capacidad de producción para Arabia Saudita (AS), Emiratos Árabes Unidos (EAU), Kuwait, Irak y Rusia, el incremento mensual pasó de 400.000 a 432.000 bpd, a partir de mayo.
La organización extendida (OPEP +), con sede en Viena, no se hizo eco de las presiones de la AIE para incrementar su adición mensual, con el argumento de que los mercados estaban bien abastecidos, y la reacción alcista de los precios del petróleo responde a factores netamente geopolíticos que escapan al control del grupo.
Además, los ministros petroleros de AS y EAU, acertadamente, prefirieron preservar la unión de la OPEP + y no mezclar los asuntos políticos de sus miembros. La palabra clave usada para esta posición fue compartimentalizar, es decir separar los intereses petroleros propios, de los políticos.
– ¿Cambio ambiental mundial? –
Por otro lado, también se añadió, desde la OPEP +, que la desinversión en materia petrolera a causa de la priorización de metas ambientalistas, ha mermado la capacidad de respuesta global de la industria frente a eventos que ponen en juego la garantía del suministro, como es el caso de Rusia, agravado porque su producción representa poco más de 10% del mercado mundial.
Para la Agencia Internacional de Energía, la acción rusa acarrea un cambio en el orden energético mundial, con ribetes que recuerdan la Guerra de Yom Kippur (Oct. 1973), cuando, al año siguiente (Paris, Nov. 1974) fue fundada esta organización de los grandes países consumidores y demandantes de petróleo, con el objetivo de representar una oportunidad para introducir cambios que aceleren necesidades de transformación que se venían asomando, en el marco de las acciones urgentes demandadas por la ONU, desde los informes del Panel Interclimático, y que llevó, dentro de la AIE, al diseño de escenarios normativos donde se ponía fecha final a la inversión en petróleo.
Es decir, para la AIE es la oportunidad para acelerar los cambios estructurales en el consumo que permitan salvar el planeta, en el sentido de que la humanidad no puede seguir dependiendo de los fósiles, dada su incertidumbre política y efecto nocivo sobre el planeta para el devenir de una vida sostenible.
No solo se trata de profundizar el cambio hacia la energía renovable, sino de avanzar en el desarrollo del hidrógeno, los acumuladores de energía para vencer la intermitencia de las generaciones eólica y solar (que también tienen sus falencias), el uso masivo de vehículos eléctricos e incluso de la adopción rentable, a gran escala, de las tecnología de secuestro del CO2 en la producción y transformación de fósiles.
Ponerle punto final a la energía fósil no será fácil ni tampoco está a la vuelta de la esquina, como algunos afirman, tomando en cuenta que en la actual matriz energética los fósiles -petróleo, carbón y gas- ocupan 84% y hace 32 años representaban 88% de la energía consumida.
Desde luego que es un escenario para el estudio y el devenir de lo que debería ser un planeta más sostenible en 2040, 2050 y 2060, según las fechas para lograr una economía de emisión cero neta, según los distintos planes presentados por países desarrollados y en desarrollo, en la reciente cumbre climática auspiciada por las Naciones Unidas (NU) en Glasgow, Escocia, en noviembre de 2021.
– Suspensión de importaciones rusas –
Sin embargo, lo que no es un ejercicio retórico y cargado de buenas intenciones, es la firmeza con la cual ahora los países dependientes de los recursos fósiles de Rusia, se están planteando de suspender, en un lapso relativamente corto de tres a cinco años, o menos, las importaciones de petróleo, gas natural y carbón producido por la potencia euroasiática, y esto cambia la estructura del orden energético internacional.
No se trata de que el petróleo sea fungible y que en un marco de restricción de oferta y creciente demanda, alguien terminará comprando el petróleo ruso, y los flujos comerciales se redireccionen para que China e India se conviertan en los principales compradores de Rusia, al mismo tiempo, el petróleo producido en el Medio Oriente será reconducido hacia los clientes europeos que dejen de comprarle a Rusia.
Estaríamos ante una especie de rebalanceo o reacomodo del mercado de los hidrocarburos.
Esta respuesta teórica de los mercados no se ha visto, a pesar del gran descuento con el cual Rusia está ofreciendo sus crudos. Los potenciales compradores de este crudo ruso, que es muy atractivo, se están privando de hacerlo por los efectos secundarios o autoimpuestos de evitar involucrarse y estar sujeto a sanciones mas tarde.
Aquí nadie quiere complicarse con sanciones, pero tampoco quieren privarse de comprar un buen crudo a precios preferenciales (descuentos), tal como hoy lo hace Venezuela.
Por otro lado, las relaciones entre China e India con los exportadores del Medio Oriente se basan en contratos de largo plazo, que persuaden a estas naciones de engancharse en una dependencia de un suministro sobre el cual gravitan las actuales sanciones y otras que se están preparando.
-¿Y Venezuela? –
Mientras esto pasa en los mercados internacionales, en Venezuela sigue sonando fuertemente la posibilidad de que Chevron pueda conseguir, de parte de la OFAC, una modificación de la actual licencia que solo le permite labores de mantenimiento en las empresas mixtas que tiene con PDVSA.
Sobre las demás empresas estadounidenses como Halliburton, Schlumberger, Baker Hughes y Weatherford, no se ha dicho nada, pero igualmente van a resultar también favorecidas de darse tales flexibilizaciones.
Se ha especulado que Chevron quiere aprovechar la coyuntura política de la prohibición de importaciones de petróleo ruso por parte de EE.UU. para tomar ventaja, dado el gran atractivo que representa para el parque refinador, ubicado en los estados ribereños del Golfo de México, procesar el crudo ácido pesado venezolano.
Además de poder presionar a PDVSA -y dar tiempo- para el cobro de la deuda pendiente que supera los 1.700 millones de dólares.
Esta posibilidad pudiera significar un aumento de la producción de Chevron de unos 200.000 a 300.000 barriles diarios máximo, para finales de diciembre, y comportaría una inversión no menor a 2.500 millones de dólares, pero ello debe conllevar para la petrolera estadounidense el derecho a comerciar su producción dentro de un esquema, avalado por PDVSA, bajo el cual pueda ir cobrándose la deuda, ya mencionada, de la corporación venezolana con la empresa norteamericana. Sin embargo, esto bien ha podido realizarlo Chevron antes del 2019 cuando se iniciaron las sanciones, y ¿por qué no lo hizo?
Aparte del interés de Chevron en las empresas mixtas (PetroPiar), participan otras compañías socias de PDVSA que pueden también sacar provecho de esta coyuntura -hay 28 transnacionales en la Faja del Orinoco y 10 en pozos de crudos convencionales-, para comerciar crudo, que puedan verse estimuladas a reiniciar su producción, y enjugar deudas existentes y pagos de dividendos que están en tubería. Hay quienes señalan que esto puede tener luz verde de la Administración Biden, sin necesidad de suspender las sanciones.
El ambiente creado por las conversaciones entre EE.UU. y el gobierno venezolano ha dado lugar a probables escenarios de aumento de la producción petrolera en Venezuela. En este sentido, destaca lo revelado por Rystad, la consultora nórdica, la cual estima que la producción puede subir hasta 1.150.000 barriles por día en un plazo de entre tres y seis meses, y la capacidad de producción en cabeza de pozo hasta 1.500.000 bpd, pero nunca a 2 millones de barriles diarios para finales de este diciembre, tal como irresponsablemente lo prometieron Nicolás Maduro y su ministro Tareck El-Aissami. Menos aún a 3 millones de barriles diarios para finales del año 2023.
La producción no iría más allá de 300.000 barriles por día (bpd), y seguiría dependiendo del uso de diluentes para mezclar la producción extraída en la Faja Petrolera del Orinoco. Siendo así, la producción no podría sostenerse por encima de 1.000.000 de barriles por día.
Reafirmamos, una vez más, nuestra ya conocida posición: Ni EE.UU. está interesado en que Venezuela supla los suministros petroleros que dejará de proveerle Rusia, ni nuestro país está en capacidad de aumentar la producción para cubrir ese déficit petrolero en el mercado norteamericano.
Con fabulas, mitos, leyendas, engaños y mentiras se sigue escribiendo la historia del petróleo en Venezuela.
- El autor es economista especializado en el área petrolera, consultor y profesor universitario.
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