Especial | Guía de supervivencia para emprendedores venezolanos en crisis
La pandemia ha sido un río revuelto que ha generado oportunidades que no existían hace poco más de seis meses. Los cambios de hábitos de consumo, los nuevos canales de comunicación y, en general, el contexto sanitario a escala global han favorecido la creación de nuevas ideas y la concreción de muchas de ellas que quizá estaban solo en el papel pero que, en vista de la situación, tuvieron que acelerar su ejecución.
En Venezuela, pese a la ausencia de datos estadísticos recientes, es innegable el hecho de que la crisis acentuada por el Covid-19 ha despertado una ola de nuevos emprendimientos que buscan brindar soluciones a las nuevas necesidades y desafíos que ha traído consigo la pandemia.
De acuerdo con GEN Venezuela, la filial nacional de Global Entrepreneurship Network, en el país existe un gran movimiento empresarial que incluye a casi el 20% de la población económicamente activa pese a las adversas circunstancias del entorno. Dunia de Barnola, presidenta de la organización, señala en una entrevista publicada en su página web que la población venezolana está dotada de un robusto ADN emprendedor, además de que hay una densa red de organizaciones de apoyo en las diferentes regiones del país, que le dan especial fortaleza al ecosistema nacional de emprendimiento.
– A mayor crisis, más emprendimientos –
Aramis Rodríguez, profesor del Instituto de Estudios Superiores de Administración (IESA), define emprendedores como aquellas personas que, con una iniciativa, se lanzan al mercado en la búsqueda de un modelo de negocios viable, lo que constituye un proceso que puede durar entre 1 a 3 años.
A partir de esa definición, el experto en iniciativa empresarial aseguró a Banca y Negocios que muchos emprendedores han hallado diversas oportunidades en el actual contexto y están persiguiéndolas “de la mejor o peor manera posible”.
Señala que las pequeñas empresas que por su naturaleza ya venían caminando por medios virtuales, se han visto favorecidas, mientras que aquellas que se encuentran dentro de sectores que han sido vulnerados por la crisis de la pandemia y que estaban en la búsqueda de ese modelo de negocios, han tenido que reinventarse sobre la marcha y demostrar un nivel de flexibilidad muy superior al que deberían tener en circunstancias normales.
“Un emprendedor que estaba tratando de sacar adelante un restaurante, por ejemplo, que es un lugar donde las personas actualmente no pueden reunirse, ha tenido que demostrar que puede reinventarse en el camino antes de haber llegado a su modelo de negocios; por eso, para muchos, esto ha sido el acabose”, expresó Rodríguez.
Jenny Blanco, una emprendedora venezolana consultada por Banca y Negocios, dedicada desde hace varios años al diseño y confección de trajes de baño, vio mermar casi por completo sus ingresos con la llegada del Covid-19 y el cierre de playas. Siendo el principal sustento de su hogar y por su experiencia en costura, detectó una oportunidad derivada del confinamiento y los nuevos hábitos de sus clientes y decidió diversificar su negocio: comenzó a confeccionar ropa deportiva, pijamas y ropa interior y a ofrecerla a la misma comunidad con la que cuenta en sus canales digitales. Ahora, afirma, ha tenido un respiro económico que le ha permitido subsistir y seguir invirtiendo en los materiales necesarios para la fabricación de sus productos.
Adicionalmente, esta emprendedora decidió, al ver el gran auge de los emprendimientos gastronómicos, formarse junto a su hija adolescente en un rubro completamente distinto e invertir en ingredientes para preparar helados. Afirma que gracias a las redes sociales han logrado darse a conocer y las ventas van por buen camino. «Cuando contamos con gasolina, ofrecemos delivery en zonas cercanas por un costo adicional, la receptividad ha sido muy buena», expresa.
Para el especialista en emprendimiento, los obstáculos que han tenido que enfrentar los emprendedores venezolanos no han sido generados solo por la pandemia, sino por los fenómenos asociados al entorno político, económico y social del país, como por ejemplo la escasez de combustible, que ha impactado directamente a quienes habían detectado una oportunidad en el área del delivery.
No obstante, Rodríguez asegura que pese a las circunstancias, siempre va a haber oportunidades.
– ¿Cómo aprovecharlas? –
“El emprendedor siempre va a ver ventanas para emprender porque es un identificador de oportunidades. La cuestión es que estas cambian muy rápido y que, además, en ocasiones el entorno se pone muy tumultuoso al punto que se hace muy fácil traspasar las barreras de la ética”, agrega Rodríguez.
Para poder aprovechar esos resquicios en medio de esta coyuntura, Patricia Monteferrante, especialista en negocios familiares, considera que los emprendedores venezolanos deben ser persistentes, resistentes, flexibles y ágiles para responder. Además, deben establecer una estrecha relación con su capital humano, entendiendo que la gente le proporciona a la empresa un valor único a través de la atención.
«La primera etapa de la pandemia fue un shock: la mayoría de empresas permanecieron cerradas y lo que se pretendió al principio fue lograr un mínimo operativo. Una vez superado eso, hay que repensar el modelo de negocios y estar preparado incluso para que ese modelo pueda seguir evolucionando, porque no cambiaron las reglas de juego, cambió el juego«, aseguró la experta.
Monteferrante, quien también es profesora del IESA y coordinadora del Centro de Innovación y Emprendimiento de esta institución, destaca la importancia de la transformación digital como clave para la necesaria redefinición de modelo de negocios. «En el mundo de los emprendimientos, los más jóvenes tienen impregnado el proceso digital en su ADN mientras que en las organizaciones más conservadoras eso implica mayores retos, no solo por las inversiones que hay que hacer sino por las implicaciones sobre la organización y la manera como se relaciona la gente con ese proceso», explicó la especialista a Banca y Negocios.
Destacó además las ventajas en el caso de los sectores que son priorizados, como la agroindustria o el sector farmacéutico, los cuales nunca pararon. Sin embargo, los sectores que solamente pueden trabajar bajo el esquema 7+7, a su juicio, sí han tenido que replantearse fuertemente su modelo.
– Financiamiento a la “vieja andanza” –
Ante la imposibilidad de acceder a créditos por parte de la banca o las instituciones multilaterales, los emprendedores venezolanos buscan la forma de financiarse «a la vieja andanza», como lo describió Rodríguez: a través de familia, amigos, ahorros propios, así como alianzas con otros emprendimientos o personas a cambio de un bien o servicio.
Monteferrante, por su parte, señala que, en el caso de las empresas familiares, los miembros de la familia pueden apostar por su propio patrimonio. “Por eso este tipo de empresas generalmente pueden incluso mostrar mejores resultados en épocas de crisis que sus homólogas no familiares; a las empresas más consolidadas y con estructuras más robustas les cuesta un poco más ser flexibles” subrayó.
Señaló que si bien a nivel mundial las empresas están recibiendo apoyo de parte de los Estados para paliar las pérdidas sufridas por la paralización de actividades, no es esa la realidad de Venezuela donde el financiamiento externo es prácticamente inexistente, por lo que el apalancamiento con recursos propios ha sido hasta ahora la única opción.
– Sobrevivir al deteriorado ecosistema emprendedor –
Aramis Rodríguez explica que los ecosistemas de emprendedor permiten que los emprendedores de cada país den saltos de calidad y, dependiendo del desarrollo de dicho ecosistema, estos proyectos tendrán un mejor o peor resultado.
«En Venezuela el ecosistema de emprendedores está cada vez más deteriorado», afirma el investigador, quien señala que una de las dimensiones que conforman este ecosistema es la financiera: inversores, ángeles, capitalistas de riesgo, banca, etc. Al respecto, afirma que “eso se ha acabado”.
El experto asegura que mientras en otros países el problema es que no hay muchos emprendedores, en Venezuela por el contrario existe una alta motivación para emprender, con la desventaja de que el entorno macro no ha sido propicio para que esos emprendimientos crezcan y se conviertan en empresas.
“Aquí ya no hay capitalistas de riesgo, sí hay todavía inversores ángeles que colocan dinero en algún emprendimiento que les parezca interesante, pero cada día hay menos y no dejan ver quienes son por cuestiones de seguridad”.
Según el estudio que llevó el IESA hasta el año 2012, alrededor de 2.000.000 de negocios se creaban en Venezuela anualmente, pero la mayoría de estos no superaba los tres años y medio de existencia y solo el 1% excedía ese tiempo.
A ello se le suma la desactualización del marco legal para el emprendimiento formal. Sobre esto, Rodríguez señala que “lo que hay son incentivos macro para hacer las cosas de manera informal, y no porque el emprendedor sea malo, sino que hay tantas barreras para hacerlo de la manera formal que el camino se hace demasiado largo para una persona que necesita urgentemente generar ingresos”.
– Emprendimientos por necesidad –
La motivación del emprendedor, de acuerdo con Rodríguez, se evalúa de acuerdo a dos grandes estímulos: vocación o necesidad. «Mientras haya más problemas, aumenta el número de emprendedores por necesidad o por oportunidad, pues las crisis hacen que los estándares de las distintas industrias cambien».
Efectivamente, muchos de los emprendimientos nacidos este año en Venezuela lo hicieron luego de la llegada de la pandemia, algunos como nuevas ideas y otros como parte de una migración del negocio original hacia los rubros más comercializados, como es el caso de los emprendimientos gastronómicos o de cuidado personal.
«Con la pandemia, muchos emprendimientos lograron con éxito refrescar sus estrategias en función de las implicaciones que todo esto traía porque evidentemente estaba cambiando el modelo, estaban cambiando los canales, el consumo, los atributos del producto…», señala la especialista en iniciativas de negocios familiares.
Monteferrante señaló que, incluso con la crisis, muchas empresas se dieron cuenta de que con menos gente hacían más. «Tenemos el caso de una empresa del sector fabril que logró, con menos gente, estar produciendo al tope. El repensar tiene también implicaciones en términos de productividad, los modelos de negocios ágiles capaces de responder a cambios que son muy disruptivos son los que logran tener éxito en circunstancias como esta».
– ¿Qué recomiendan los expertos? –
El especialista en planes de negocios asegura que mantener la pasión por lo que se hace es vital para cualquier iniciativa. «El emprendedor no puede perder nunca la pasión porque pierde el sentido de ser», expresa Rodríguez.
Asimismo, indica que en el actual contexto es necesario aumentar la cautela desde el punto de vista de negocios y desde el punto de vista ético. «Adquieres cautela rodeándote de gente que te permita contradecir tus sesgos y que te haga pensar distinto, además de contar con un marco cognitivo para contribuir a tu formación, trata de ir caminando con pasos cortos, haz experimentos«.
“Alégrate, porque hay oportunidades, identifícalas, mantén tu pasión e incrementa la cautela”, resume el experto.
Patricia Monteferrante, por su parte, recomienda repensar cuál es tu propuesta de valor. «El modelo de negocios cambió y probablemente cambió para siempre. Ahora hay que determinar qué busca el consumidor y cuáles son los canales que más se están usando».
El mercado no es solamente local, resalta la profesora del IESA. En ese sentido, señala que en el actual contexto las fronteras han quedado desdibujadas y ha tomado un mayor protagonismo el comercio electrónico. «El emprendedor ahora debe preguntarse si tiene capacidad de incursionar en otros mercados vía online. Esto puede afectar en todo caso más a los bienes físicos pero, incluso allí, pueden evaluarse los beneficios que podría haber en cuanto a los costos de producir localmente. Todo está por definirse», afirmó.
Monteferrante destaca que el emprededor venezolano cuenta con la ventaja de saber moverse en circunstancias adversas. A su juicio, la crisis eléctrica del país que tuvo su punto álgido durante el año pasado cuando ocurrió el apagón general, pudo ser incluso peor que la situación actual porque, para entonces, todas las empresas quedaron totalmente paralizadas.
«Nosotros tenemos una capa dura que nos ha enseñado a desenvolvernos en estos ambientes tan hostiles, antes por nuestro propio entorno y ahora por una situación global. El mensaje es que a pesar de todo tenemos un aprendizaje previo, aunque ahora la situación sea mucho más disruptiva», concluyó.
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