#Exclusivo | Negocios informales y sin control sanitario ponen en grave peligro al sector panadero en Táchira
En la actualidad hay un número representativo de panaderías artesanales en el estado Táchira, las cuales no forman parte de ninguna asociación o grupo que los aglutine. La razón es que son parte del mercado incipiente de la elaboración de uno de los productos más consumidos en la región: El pan.
Previo al año 2019 ya existía un accionar recurrente en el estado Táchira, debido al desmejoramiento del poder adquisitivo en todos sus niveles, esta situación propició el nacimiento de emprendedores que vieron en el pan una solución mediana a sus problemas. Así nacieron las panaderías en casa, a bajo costo y basadas, en su mayoría, en el aprendizaje empírico para la creación del producto.
Los panaderos empíricos o artesanales se han multiplicado y hoy día son 700 los que hacen vida económica en el sector, sin cumplir las normas sanitarias para la venta del producto y mucho menos con la tributación que se cancela al Estado para formar parte de los empresarios formalmente establecidos.
La informalidad en la venta del pan acarrea desconciertos en el sector, si bien no representa el factor determinante en la reducción de la comercialización por parte de las empresas constituidas, no menos cierto es que son un fragmento representativo del problema que se bifurca en un ataque a la economía formal y un riesgo latente para la población, ante la falta de vigilancia sanitaria en la producción del “pan hecho en casa”
Para Ramón Alí Hernández Carrero, presidente del Consejo de Panaderos del estado Táchira, existen diferentes factores que han fomentado la reducción de las ventas, las cuales hace tres meses (agosto) registraban una contracción de 80 %; sin embargo, la reforma de los horarios establecidos para la venta en tiempo de pandemia (de 8 am a 3 pm) extendido (hasta las 8 pm), atenuó este descenso de manera somera, situación que se refleja, en que, en lo que va de noviembre, ha habido una recuperación de 18% de la facturación, lo cual ha reducido el descenso a 62 %, en comparación con el trimestre anterior.
El máximo representante de los panaderos, en cuya organización convergen más de 19 asociaciones, aduce que la caída del poder adquisitivo es la mayor responsable de esta baja, se suma la pandemia con todas las restricciones para laborar de manera normal y, por último, como parte de la crisis que se vive en el estado, la proliferación de los vendedores de pan informales, quienes no tienen los gastos previstos por la ley, en torno a los permisos que exige el Estado, y cuyo accionar afecta directamente a los empresarios constituidos.
“Hay muchos panaderos de hogar (…) ellos son los que están vendiendo el pan en la calle y montan un establecimiento al frente de una panadería, indiscutiblemente un pan más económico, un pan que no tiene el esfuerzo que tiene el de una panadería formalmente constituida (…) y ese pan lo venden porque la gente, por la falta de recursos, busca lo más económico”.
Hernández Carrero asegura que, pese a que el sector en la entidad está reprimido y, parte de ello, se evidencia en el cierre de un 20 % de las empresas panaderas (un total de 300 de las 1500 inscritas) aún se registra inversión en el sector, que, si bien no desestima la realidad económica actual, es parte de un reimpulso necesario y requerido para que de manera progresiva se vaya recuperando, no los grandes empresarios, sino los pequeños y medianos que son lo más afectados.
Otro de los elementos necesarios para reimpulso del sector en el estado, de acuerdo al presidente de Consejo de Panaderos, recae en la apertura de la frontera, argumenta que el flujo de más de 20.000 personas entre el departamento Norte de Santander en Colombia (Cúcuta) y estado Táchira incidirá en las ventas ya que se activarán distintos sectores regionales: turismo, hotelería y restaurantes.
Esgrime que es imperativo agrupar a los vendedores informales y regularizarlos para que se constituyan legalmente, “saquen su permisología y busquen locales adecuados de venta”, lo ideal es que ante la situación que no se vislumbra nada prometedora para el sector, en 2022, todos los panaderos se establezcan.
“El sector está muy deprimido en estos momentos es muy difícil pensar cómo sacar el sector panadero adelante porque el principal factor es que la gente tenga plata en el bolsillo, que se dinamice el comercio y que haya fuentes de empleo bien remunerados”.
-Distorsión del mercado-
Luis Miguel Barriga Gomes, presidente de Asociación de Panaderías, Pastelerías y afines del estado Táchira (ASOPAN TÁCHIRA) arguye que con la proliferación de establecimientos informales de venta de pan, se han generado elementos negativos, el primero, la presentación de un producto que en algunas ocasiones no cumplen con la medidas de salubridad y, el segundo, una distorsión en el mercado que pone en jaque a los empresarios, pues la competencia no puede ser equitativa cuando no se cancela al Estado los tributos y no están en constante revisión para la preparación del producto, sin contar con el pago del personal capacitado y todo la carga económica que ello acarrea.
Barriga Gomes aduce que la venta del producto, en los establecimientos constituidos, descendió ante la austera intervención de los órganos de vigilancia y control del Estado, de allí que condena la competencia desleal, en primera instancia, remarcando que las condiciones de producción no pueden ser justas cuando los niveles de calidad, proceso de producción y materiales para la elaboración del pan difieren de un hogar a una empresa y, segundo, la falta de restricciones dadas a los emprendedores, puesto que la exigencia en cuanto a horarios y montos solo se le acuñan a empresarios constituidos.
El representante de los panaderos en la capital tachirense, que agrupa a 185 establecimientos, asevera que la distorsión va en todos los niveles y es una realidad latente en el ingreso que percibe el ciudadano común y los precios reales en el mercado, las ventas bajan porque no todos tienen para pagar un pan. “Hay un precio real de mercado (…) la distorsión que hay entre el poder adquisitivo y los precios que hay en el mercado generan una ruptura (…) cuánto es en realidad el porcentaje de la población que puede adquirir esos productos”.
Aduce que la falta de créditos también es un factor que va desmejorando las empresas del sector, las cuales, en menor cuantía en la capital tachirense, están cerrando ante la imposibilidad de mantener el producto de calidad, el pago empresarial y los salarios. “El problema de San Cristóbal es que es una ciudad que está en medio de dos países (…) mientras en todo el país se manejan los dólares aquí se maneja el peso (…) el manejo de esta divisa sin que se acuda a la banca es difícil, pues no puedes acceder a un crédito y eso condena a los medianos y pequeños empresarios”.
Esgrime que el problema es en todos los sectores productivos, no es nada exclusivo de los panaderos, de allí, que en su caso prevé como una manera útil de conservar la oferta de un producto de calidad para los ciudadanos, exigir la elaboración del pan andino con la receta establecida desde la colonia, así, además de preservar el legado se demuestra que la calidad sobrepasa el precio.
-No hay igualdad en el mercado-
Para el vicepresidente del Consejo de Panaderos del estado Táchira, Alejandro José Becerra Montiel, la caída de las ventas radica en la crisis económica que aqueja al país, afirma que lo que actualmente percibe un trabajador como salario no le alcanza para satisfacer sus necesidades alimenticias.
Argumenta que no está en contra de los emprendimientos, sin embargo, en la actualidad, aclara, que los productores de pan no cumplen cabalmente con las normas para ofertar el producto y eso representa un factor que se suma a la crisis económica, que afecta a los panaderos de vieja data en la región.
“Son negocios clandestinos, no están registrados, no tienen ningún control sanitario, no sabemos nosotros de donde están saliendo (…) como están haciendo el producto, qué están utilizando para hacer el producto (…) es una competencia malsana contra las empresas establecidas”.
Becerra Montiel afirma que lo emprendedores informales están produciendo por debajo de la estructura de costos, situación que económicamente es inviable, sin embargo, el representante de los panaderos, argumenta que la única explicación valedera se basa la utilización de materia prima de baja calidad en recintos no aptos para la elaboración de los productos.
“Si agarro unos kilos de harina, los mezclo con agua, con azúcar y un toque de sal y lo hago en una batea en mi casa me va a salir mucho más barato (…) y utilizo un horno pequeño además de contar con gas comunal donde las bombonas de 27 kilos cuestan 4 mil pesos (Bs. 5.41) mientras a un panadero lo precios son de 1000 COP (1.35) por litro, es decir (36 45) se nota la diferencia”.
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