Expertos | La "autoregulación" de Maduro es brutalmente regresiva para la economía
Nicolas Maduro aseguró que, por fortuna, Venezuela se encontraría atravesando un proceso de dolarización como respuesta espontánea y de “autoregulación” de la economía.
Si bien dicha aseveración resulta un reconocimiento de su incapacidad para gobernar y resolver temas de su exclusiva responsabilidad, como serían los macroeconómicos, la inflación como mal público y los desequilibrios en el “sector de la moneda” -como lo denomina Maduro-, horroriza el cinismo y la banalidad por la forma en la que confiesa tal inhabilidad.
Aún así planteado, lo sustantivo respecto a su confesión -para no entrar en el tema referido a qué clase de calaña de seres en responsabilidades de poderes del Estado pueden sostener tamaño desgobierno- comentaremos un par de temas económicos respecto a la “autoregulación”.
Cuando se habla de “autoregulación” se considera una forma específica de regulación, una por medio de la cual el propio mercado o los agentes económicos buscan o intentan corregir o lidiar con una distorsión o falla de mercado.
Lo primera interrogante que viene a la mente y que tanto la sociedad, como especialmente el responsable del gobierno deben responder, es la pregunta sobre el origen y la causa de la distorsión o de la falla de mercado que justificaría dicha “autoregulación”, y lo segundo que se tendría que responder es si dicha “autoregulación” resulta suficiente y eficiente o, por el contrario, existe alguna alternativa de acción pública o de regulación que ataque al origen del problema y a sus efectos de forma más eficiente.
La inflación, cuando menos su origen, y en ocasiones parte de sus factores de inercia o persistencia, se explican por una mala gestión de política económica, específicamente monetaria y fiscal. Adicionalmente, el mal público que pudiera derivarse de un equilibrio de Nash entre los agentes económicos que no encuentran en su signo monetario doméstico de curso legal el cumplimiento de las funciones del dinero -reserva de valor, unidad de cuenta y medio de cambio- perdiendo su aceptabilidad, mal puede ser resuelto, individualmente, por un agente económico (Ver en Nobuhiro Kiyotaki y Randall Wright, 1991, una teoría endógena del dinero basada en la aceptabilidad del “bien” que terminará desempeñando el papel de medio de cambio).
Así las cosas, tanto el origen de la inflación, como su persistencia como mal público, son culpa y responsabilidad del Gobierno en cabeza del jefe del Estado. Es así como la aseveración de Maduro no es sólo cínica sino obscena y deliberadamente criminal e irresponsable.
Respecto a la segunda pregunta -intentando hacer abstracción de la respuesta a la primera pregunta de la cual se desprende que el origen y responsable del problema inflacionario, de la falta de aceptabilidad del bolívar y la dolarización parcial por vías de hecho y no de derecho es Maduro- es importante valorar no sólo cuán eficiente resulta la “autoregulación”, sino incluso si es posible que se produzca en ciertos mercados, economías y bajo ciertas circunstancias.
Existen situaciones en las cuales el mercado por sí sólo no encuentra formas para resolver ciertos tipos de fallas, por lo que la “autoregulación” no constituye alternativa alguna. Ejemplos de lo anterior podrían constituirlos casos de presencia de monopolios naturales, externalidades como los daños y accidentes, el oportunismo ex ante en materia de contratos, ciertas asimetrías de información a las que se enfrentan los consumidores, externalidades positivas como las que se derivarían de bienes como las vacunas, la provisión de bienes públicos etc. Cada uno de estos ejemplos exige la presencia del Estado de una u otra manera. La inacción u omisión por parte del Gobierno implican una lesión a la sociedad por el costo de oportunidad social correspondiente.
La posición alegre de Maduro, de corte netamente liberal clásica tipo laissez faire laissez passer, no resolvería ninguno de los problemas de esta naturaleza. Peor aún, el Estado de la Naturaleza que predica, propone y practica Maduro resulta brutalmente regresivo tanto en su dimensión política de poder como en la económica.
Los estratos socio-económicos más bajos, cuyo referente de remuneración pudiera ser el salario mínimo legal, resultan los más castigados por sus rezagos en sus ajustes, por su denominación en bolívares y por su nula capacidad de acceso a la “economía de bodegones” que sorprendentemente algunos alaban.
Ahora bien en otros casos donde la “autoregulación” puede manifestarse, suelen implicar llevar a la sociedad a una situación de Second Best porque en el mejor de los casos las acciones de los agentes económicos revisten costos, cuando menos transaccionales -así como costosos mecanismos de trade-off de rentas informacionales, por ejemplo en casos de Procurement o contratos laborales ante problemas de selección adversa, así como los costos derivados de estrategias de señalización, etc.-, que consumen parte de los recursos y del bienestar de la sociedad.
Para colmo de males, si usted como jefe del Estado es responsable de la distorsión y la falla de gobierno; mal puede plantearle a la sociedad la “autoregulación” que puede llevar a la sociedad a una costosa y evitable situación de Second Best.
Así las cosas, si usted se reconoce incompetente e indolente para corregir los problemas por usted generado y cuyas alternativas de instrumentos de política son de su estricta responsabilidad deje que otros asuman las responsabilidad de jefe de Gobierno que notablemente le queda grande y así otras personas cualificadas podrán mitigar el sufrimiento masivo que usted ha generado. Lo mismo aplica para aquellos indolentes que sostienen al desgobierno.
* El autor es economista egresado de la Universidad Central de Venezuela
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